Crean el mapa evolutivo más completo de los perros

El perro doméstico ha acompañado al ser humano en todas sus migraciones, por eso reconstruir el árbol genealógico de los canes ha sido una tarea difícil para los científicos porque las pistas han estado dispersas a través de los genomas de cientos de razas de perros.

Gracias a las secuencias de ADN de 1.346 perros pertenecientes a 161 razas modernas, un equipo de científicos, liderado por el National Human Genome Research Institute (EE UU), ha creado el mayor mapa evolutivo de las razas de perros. Los resultados, publicados en la revista Cell Reports, demuestran no solo la historia de hibridación de las razas, sino también qué efectos tuvieron en sus genes las migraciones.

Para entender cómo evolucionaron las razas de perro más antiguas y qué papeles desempeñaron para los humanos, los investigadores seleccionaron ciertos tipos como los Pastores o los Pointers, y después los cruces recientes para obtener otros rasgos físicos.

“Comprender que los tipos se remontan a hace mucho más tiempo que las razas o que las simples apariencias físicas nos hace reflexionar”, indica Heidi Parker, genetista de perros en los National Institutes of Health (NIH) y coautora del trabajo.

Las razas más antiguas

En busca de las razas de perros más antiguas, la investigación aporta nuevas evidencias de que los canes viajaron con los seres humanos desde hace miles de años. De hecho, aunque ya existían pruebas arqueológicas, el estudio muestra las primeras evidencias en razas modernas de la existencia del ‘perro del Nuevo Mundo’, una antigua subespecie canina que migró a través del estrecho de Bering con los antepasados ​​de los nativos americanos.

En este sentido, aunque las razas más populares en América proceden de las europeas, los científicos señalan que algunas razas de Centro y Sudamérica, como el perro sin pelo de Perú y el Xoloitzcuintle, probablemente desciendan de esta antigua raza de perro.

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Algunas razas representativas del estudio

“Lo que observamos es que hay grupos de perros americanos que de alguna forma se separaron de las razas europeas”, dice Parker, quien subraya que al buscar firmas genéticas del ‘perro del Nuevo Mundo’ encontraron que estos canes las tenían ocultas en sus genomas. Sin embargo, para los expertos, siguen sin quedar claro qué genes de los perros sin pelo modernos proceden de Europa y cuáles de los antepasados del ‘perro del Nuevo Mundo’.

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Así se formó el árbol genealógico

En el caso de otras razas de perros, los resultados fueron menos sorprendentes. Muchas razas denominadas de caza, como los Golden retrievers o los Setters irlandeses, tienen su origen en la época victoriana de Inglaterra en el siglo XIX, cuando se crearon nuevos usos de las armas en las expediciones de caza.

Estos perros se agruparon en el árbol filogenético, al igual que las razas Spaniel. Las de Oriente Medio, como los Saluki, y de Asia, como los Chow Chows y Akitas, parecen haberse separado mucho antes de la “explosión victoriana” en Europa y en Estados Unidos.

Por otra parte, las razas pastor –la mayoría de origen europeo– resultaron ser inesperadamente diversas. “Observamos mucha más diversidad donde había un grupo particular de razas pastor que parecía venir del Reino Unido, un grupo particular que salió del norte de Europa, y un grupo diferente que salió del sur de Europa”, detalla Parker.

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Una gráfica (cladograma) que ilustra la forma en la que evolucionaron las 161 razas de perros analizadas. Los colores representan un grupo de razas organizadas en familias y cercanas entre sí.

Esto confirma que el uso de estas razas no es reciente. “La gente los empleaba para trabajar hace ya miles de años”, añade el experto. Los análisis genéticos también muestran que los perros pastor “se desarrollaron en diversos lugares y probablemente en épocas diferentes”, concreta Elaine Ostrander, coautora del estudio y genetista en los NIH.

El equipo de científicos lleva años secuenciando los genomas de los perros, pero más de la mitad de las razas que existen en la actualidad aún no han sido secuenciadas, por lo que los científicos intentan recopilar otros genomas de perros para llenar estos huecos.

Además, este tipo de estudios tiene aplicaciones prácticas porque permiten identificar genes que causan enfermedades, como epilepsia, diabetes, e incluso cáncer, tanto en perros como en seres humanos. “Con estos datos, se puede seguir la migración de los alelos de la enfermedad y predecir dónde es probable que aparezcan. Esto revaloriza nuestro trabajo porque los perros son modelos muy buenos para las enfermedades humanas”, concluye Ostrander, quien señala que cada vez que se detecta un gen de la patología en perros, resulta importante en las personas también.

Con información de Cell y Agenca SINC

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