Poemas antinavideños para odiar esta fecha

Los poemas antinavideños son el mejor regalo para muchos

Si bien muchos poetas han capturado la alegría y la buena voluntad de esta fecha llena de buenos deseos y regalos (puede leer una lista de poemas navideños que preparamos en Tercera Vía aquí), también existe una camada de escritores que han rechazado la Navidad con todo su odio poético, y han legado un buena dosis de poemas antinavideños.

Pues no sólo de fiestas está creada esta fecha, sino de depresión, tristeza, soledad, amargura, odio y desilusión. Para aquellos que detestan la magnificencia decembrina aquí una lista con cuatro poemas que resumen muy bien el sentimiento de cólera y desolación que el consumismo y la hipocresía de la Navidad crean.

 

 

LA MUERTE DE SANTA CLAUS

 

Ha tenido dolores de pecho por semanas,

pero los médicos no dan consulta

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a domicilio allá en el Polo Norte.

 

Dejó que se venciera su seguro

y las pruebas de sangre le provocan desmayos,

su bata de hospital siempre se abre

 

y las salas de espera le revuelven

el estómago, de cualquier manera

piensa que sólo es una indigestión

 

hasta que, dando de comer al reno,

siente como si el puño de un monstruo le agarrara


el corazón y no dejase ya

 

de apretarlo. No puede

respirar, y ese mundo hermoso y blanco


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que ama se hace oscuro,

 

y se deja caer con su gelatinosa

panza en la nieve, la Sra. Claus

sale dando alaridos de la fábrica

 

de juguetes, los elfos se frotan sus manitas,

la nariz de Rodolfo parpadea

como la triste luz de una ambulancia,

 

mientras en una casa de interés

social en Houston, Texas, yo, de 8,

le digo a mi mamá que unos tarados

 

en la escuela aseguran que lo de Santa Claus

es mentira, se sienta junto a mí

en el sofá de flores color púrpura

 

me toma de la mano, se le llena

la garganta de lágrimas y en sus ojos asoma

la terrible noticia.

 

Charles Webb


 

ANTIPOEMA DE NAVIDAD

Te inventaste hombre desde ese niño,
desde el umbral de lo que fuiste.
Y te soñaste inmenso.
Pero dejaron de brillar las estrellas
en el árbol de Navidad.
Sólo te quedó la prisa,
las cenas de empresa
y un regalo mal envuelto
de última hora.
Ya no miras cómo avanzan
los reyes de plástico
camino a Belén.
                        – También es cierto que ese camino
                        ya no es lo que era
                        y que los niños piden en sus cartas
                        unas piernas nuevas –
El abrazo fraterno se ha perdido en el río
entre los peces que bebían
y volvían a beber.
Eso sí que perdura.
La sed.
Amelia Díaz

A BELÉN PASTORES
No me trago el espíritu navideño,
vomito si me endosan un villancico,
el niño grande es viejo, bobo y pequeño
y el ángel de la guarda se mete un pico.La nieve es de garrafa y la nochebuena
mala para las putas y los camellos.
La estrella de Belén… menuda faena
para los palestinos con alzacuellos.

Los mejores deseos y el alma negra,
la ternura peor que el mejor pecado,
qué espanto el arbolito y el matasuegras,
la zambomba, el turrón, la nuera, el cuñado.

Y el Gordo que tampoco toca este año
y el niño que te mete un dedo en el ojo.
Para comer las uvas del desengaño
mejor solo en la trena como el pantojo.

Joaquín Sabina

¿QUÉ PUTAS PUEDO?

¿Qué putas puedo hacer con mi rodilla,
con mi pierna tan larga y tan flaca,
con mis brazos, con mi lengua,
con mis flacos ojos?
¿Qué puedo hacer en este remolino
de imbéciles de buena voluntad?
¿Qué puedo con inteligentes podridos
y con dulces niñas que no quieren hombre sino poesía?
¿Qué puedo entre los poetas uniformados
por la academia o por el comunismo?
¿Qué, entre vendedores o políticos
o pastores de almas?
¿Qué putas puedo hacer, Tarumba,
si no soy santo, ni héroe, ni bandido,
ni adorador del arte,
ni boticario,
ni rebelde?
¿Qué puedo hacer si puedo hacerlo todo
y no tengo ganas sino de mirar y mirar?

Jaime Sabines

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