Ser de izquierda

La dicotomía política entre la izquierda y la derecha surgió en 1798 durante las Asambleas Nacionales de Francia, ambas representaron una diada espacial, así lo definió uno de los políticos italianos más importantes en los últimos años, Norberto Bobbio, quien ejemplificó que esta división espacial es fácil de comprender por todos ya que en determinado espacio, se encuentra a la derecha o a la izquierda, no puede estar en los dos lugares al mismo tiempo.

Cuenta la historia, buscada en el sitio francés <<herodote.net>> que en la Asamblea General aquellos que eran hostiles a las ideas de la Revolución y conscientes de mantener las cosas tal como estaban se sentaron a la derecha del Presidente de la Asamblea, más aún, el sitio donde se sentaron se le conoce como “el lado de la reina”; mientras que las otras personas asistentes en las Tullerías que tenían ideas más o menos favorables hacia la noción de la Revolución se sentaron a la izquierda del Presidente del lado conocido como “Palacio Real.

Ahora bien, el significado entre la izquierda y la derecha política trasciende la ubicación espacial en que se encuentran sentadas las personas cuando debaten, aunque desde el proceso histórico se asuma que la izquierda mantiene ideas revolucionarias o reformistas y que la derecha sostiene ideas conservadoras. Las diferencias devienen más complejas en la sociedad contemporánea, diferente de la Francia Revolucionaria, puesto que los proyectos democráticos se han vuelto cada vez más incluyentes y abarcadores de la población.

El Siglo XIX ya tenía tras de sí las revoluciones parlamentarias de Francia e Inglaterra, sucediéndose en el nuevo siglo diversas revoluciones de independencia, en especial en América, donde México logró su independencia de España en 1821, aunque por razones históricas conmemoremos el 1810 cuando inició la gesta que nos dio patria, es decir, que nos dejó un país para tener autodeterminación al seno de la comunidad de naciones, la importancia de esta mención radica en que diversos procesos de independencia se fraguaron a la luz de las ideas de la Revolución Francesa.

Durante el siglo XIX la idea de la izquierda y la derecha tuvo hondas repercusiones en la vida de las naciones europeas, y si bien este binomio difícilmente puede abarcar la serie de tensiones que se vivieron en especial con la Guerra Franco-Prusiana, lo cierto es que dará un perfil mayor al debate entre epocalismo y esencialismo, entre tradición y modernidad, o bien entre el Estado racional de Derecho, y el Estado nación que apela a la comunidad y la identidad.  

La última parte del siglo XIX ya se perfila en el desarrollo de un nuevo paradigma que llegará hasta fines del siglo XX y que será en mucho la fuente de las izquierdas, se trata del materialismo histórico, o en su caso del materialismo histórico dialéctico, donde la visión marxista de la historia, el advenimiento del  socialismo y la lucha de clases de convertirá en la fuente de que se nutrirán diversas posturas liberadoras o emancipatorias; así las cosas, con la revolución soviética el mundo vio emerger un sistema social y político diferente al capitalismo liberal de los siglo XVIII y XIX. La segunda Guerra Mundial marcó precisamente el decurso de una Guerra Imperialista que al finalizar se decantaría en la Guerra Fría, esto es, en una lucha no abierta pero sí geoestratégica, intervencionista y armamentista que se extendería  hasta el año 1989 y después su mayor alcance en 1991.

Durante estas décadas el perfil de las izquierdas hacía referencia con mayor o menor intensidad al socialismo y el comunismo. Los movimientos de liberación nacional en América Latina se ligaron de inicio o en su desarrollo al paradigma de un revolución para acceder a la sociedad sin clases. Otras vertientes de corte “revisionista” comenzaron a generar síntesis entre reformas sociales, libertades democráticas y un socialismo más abierto. En el caso mexicano, diversas izquierdas se auto-adscribieron al paradigma del materialismo histórico en clave de cambio social, instauración de la sociedad sin clases y abolición del capitalismo como modo de producción para dar paso a una nueva sociedad y a un nuevo hombre construido desde una educación que apela a los más altos valores de la igualdad, la fraternidad y del trabajo.  

Varias de las figuras y movimientos de las izquierdas en México provienen de este amplio y  complejo debate, y en varios sentidos están en la base de la configuración actual del Partido de la Revolución Democrática (PRD), en especial tras el año del 1989 en que el  llamado socialismo real entró en una fase de agotamiento, que finalmente se expresó en la desintegración de la Unión Soviética.

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Lo que conocimos en esos años como el socialismo real mostró inconsistencias de envergadura respecto de las nociones de libertad, justicia, ejercicio de derechos y en sí respecto a las prácticas democráticas. De ahí que iniciara un proceso mayor de auto-reflexión en las izquierdas a fin de construir rutas para una acción política alternativa a la dominancia creciente del capitalismo y sus contradicciones, se pensó entonces en la posibilidad de crear una vía política de cambio social que desde la democracia y sin anular la libertades pudiera establecer equilibrios para una sociedad más igualitaria e incluyente, en especial para una multiplicidad de movimientos sociales, “minorías” y grupos excluidos del bienestar y el desarrollo, en el caso mexicano la mitad de la población total.

Hablar de izquierda en nuestros días implica un debate mayor, puesto que al proliferar la vía democrática en su valores y prácticas como el modo legítimo para acceder y ejercer el poder pareciera que los márgenes de acción de los gobiernos de uno u otro signo se estrechan y que una serie de prácticas ominosas tenderían a reproducirse en todos las institutos políticos, empero, la izquierda existe y es real, se trata de compromisos y acciones políticas encaminadas a la construcción de una sociedad con instituciones justas, se trata de construir rutas alternativas de cambio social sin nulificar la libertades de otros actores, y se trata de ejercer la capacidades distributivas del Estado democrático  desde la acción social y política de los grupos sociales en circunstancias de pobreza, marginación, vulnerabilidad y riesgo. Al mismo tiempo se tiene  el propósito de reconstruir el tejido político y social para avanzar en acciones que reivindiquen la propia acción política de los grupos excluidos del bienestar y el desarrollo.

En este curso, diversas identidades y acciones políticas se han tejido en el mosaico de las izquierdas en los últimos años, es por demás complejo y hasta un despropósito asumir que todas tengan necesariamente un “sentido puro” de la izquierda, sin embargo sus acciones y presencia tienden a cuestionar el actual modo de creación de riqueza que desde los diagnóstico del Banco Mundial muestra graves problemas como la concentración del ingreso  a nivel de las naciones y al interior de los países, la exclusión de los que no disponen de los capitales, la tecnología y la infraestructura para enfrentar la  revolución de la calidad y la economía de los servicios, y para poder responder a las sucesivas crisis especulativas que genera la globalización de los capitales.

En México la izquierda es necesaria, es posibilidad de la acción política desde un compromiso social

Los derechos de los pueblos indígenas, la lucha de los movimientos sociales en clave de profundizar la democracia, la defensa del medio ambiente, los derechos de comunidades con diversidad de preferencias, la aparición de nuevos partidos regionales, los movimientos sindicales democráticos, la lucha por la tierra, el agua y los recursos, la pugna por la reconstrucción de la instituciones sociales y otra serie de temas que ocuparían en su sólo listado la extensión de esta columna, figuran como parte de la agenda de la izquierda en el siglo XXI, así que hay izquierda y hay ser de izquierda.

Abrazar la pluralidad, asumir la diversidad social, y los crecientes procesos de diferenciación en la vida colectiva es parte de una visión que asume la necesidad de construir la historia desde la propia vida colectiva; se trata de internarse en las contradicciones sociales, de construir salidas bajo modelos de planeación participativa, de ampliar los márgenes de la vida democrática en sus instituciones y núcleos de organización social, así como de  conferir a la democracia su propio valor transformador, la libertades sin un compromiso con la igualdad terminan por aniquilar la libertad misma.  

Ser de izquierda en varios sentidos es asumir que la limitaciones de la economía deben ser compensadas a través de la acción colectiva, que la economía tiene que estar al servicio de las personas, que el actual modelo de creación de riqueza es disfuncional hasta para el propio desarrollo del capitalismo, y que es posible a través de la acción ética de la política lograr que las cosas mejoren, sin asumir que se tenga de la verdad, sino que se tiene el deseo de trabajar en un ¿cómo? colectivo. En México la izquierda es necesaria, es posibilidad de la acción política desde un compromiso social. La izquierda en México es por una de sus vías, una forma de recrear la pluralidad en instituciones que trabajen y respondan a todos sin negar a nadie.  

 

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