El fin de un ciclo y la terrible calma. Rajoy es presidente

Por la Sexta transmiten música, el programa de un chef que impulsa a pequeños restaurants cercanos a la ruina y La vida de Bryan. Las calles de Carabanchel lucen semivacías. Como es costumbre a estas horas, las mesas de El Cisne están ocupadas por uno o dos individuos que toman una cerveza y una tapa por un par de euros. En frente, las puertas del supermercado se abren y se cierran cada vez que alguien entra, sale o se aproxima. Es la hora de la comida, del descanso, de la siesta, y la mayoría de las tiendas tienen sus puestas cerradas. Hay calma en el barrio.

31_10_16_rajoyCinco treinta de la tarde. La entrada impetuosa del presentador cotidiano de Al rojo vivo, Antonio García Ferraras, rompe el silencio de las dos últimas horas. Ha comenzado el programa especial de investidura. Después de una breve presentación, dirige la trasmisión a la sede del parlamento. Uno a uno, los diputados desfilan frente a la cámara y pasan a la sede donde se llevará a cabo la designación de Mariano Rajoy como Presidente del Gobierno. Antes, cada uno, ha dado alguna declaración sobre los asuntos del día: la renuncia de Pedro Sánchez, la designación de los ministros, la votación.

Las calles han sido ocupadas súbitamente. Las tiendas han reabierto, las puertas del supermercado no paran de abrirse y cerrarse. Ahora, las mesas de El Cisne lucen llenas, las bancas públicas tienen a sus visitantes cotidianos, los niños juegan en las aceras y los jóvenes, disfrazados, van de fiesta. Se acerca el día de todos los Santos, es fin de semana largo, por alguna extraña razón es un día magnífico siendo otoño y nadie quiere perderse nada.

Son las seis y, del otro lado del Manzanares, las vallas cortas de metal que ha puesto la policía dividen la Plaza de las Cortes del Paseo del Arte. Dentro, la investidura es inminente, un trámite, el protocolo que se aplica “imperativamente”. Afuera, de este lado, cientos de personas se arremolinan en torno a las aguas de Neptuno desde las primeras horas de la tarde. Protestan, corean consignas, ondean republicanas, levantan los puños, siguen la investidura en los móviles, suspiran.

Decenas de carteles con un “NO” rotundo sobrepasan las cabezas de los asistentes. Son poco más de las siete de la tarde y la movilización en contra la investidura de Rajoy ha iniciado el recorrido por el Paseo del Prado desde un rato. Franqueamos la fuente de Cibeles y tomamos la calle de Alcalá. Al fondo, con las luces encendidas, se ve el Metrópoli. Vamos para Sol.

Es posible observar el paso de la manifestación de camino a la plaza, los carteles plantados en las copas de los árboles enanos que ocupan el camellón central de la calle la delatan: “EL P.P. ENGAÑA, ROBA Y AMORDAZA”, “NO A LA MAFIA GOLPISTA”, “Democracia Ya”, “NO”, “LE LLAMAN DEMOCRACIA Y NO LO ES” —se lee en ellos.

rajoyLa Puerta del Sol se ve al fondo, luminosa, llena. Ahora, la calle de Alcalá se ha reducido y hace que nos apretujemos. Paso a paso, consigna a consigna, nos hacemos un lugar entre los turistas y manifestantes.

El oso madrileño ha quedado atrás. Hay pequeños círculos en los resquicios que dejan el ir y venir de los cuerpos en la plaza. Hay quienes arengan desde los megáfonos, hay quienes añoran los viejos tiempos y hacen recuento de sus memorias, hay quienes reprueban este día y al PSOE y a Ciudadanos, quienes gritan, quienes acarician al perro, quienes cargan a los niños y levantan el puño.

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La Puerta del Sol se ve al fondo, luminosa, llena. Ahora, la calle de Alcalá se ha reducido y hace que nos apretujemos. Paso a paso, consigna a consigna, nos hacemos un lugar entre los turistas y manifestantes.

El ciclo corto ha terminado, pero no empezarán de cero.

El oso madrileño ha quedado atrás. Hay pequeños círculos en los resquicios que dejan el ir y venir de los cuerpos en la plaza. Hay quienes arengan desde los megáfonos, hay quienes añoran los viejos tiempos y hacen recuento de sus memorias, hay quienes reprueban este día y al PSOE y a Ciudadanos, quienes gritan, quienes acarician al perro, quienes cargan a los niños y levantan el puño.

Pasan las ocho de la noche y Rajoy es otra vez presidente. Ahora, la peligrosa normalidad se abre paso. El ciclo corto ha terminado, pero no empezarán de cero. Confían en que, tarde o temprano, gobernarán.

 

 

 

 

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