Cuando nos arrebatan lo que más amamos, no existe ya la posibilidad de justicia.
Cuando la palabra justicia pierde significado, sólo nos queda la defensa de la memoria, la defensa propia.
“(…)país-infierno, país de policías.
Largo río de llanto, ancha mar dolorosa, república de ángeles, patria perdida.
País mío, nuestro, de todos y de nadie.(…)”
- – Efraín Huerta
Desde este país que se sostiene sobre pilares de miseria, injusticia, impunidad, corrupción y crimen,
Desde este país cuya gran parte de la sociedad se alza como una corte hostil para juzgarlo todo a través de su lente empañada de prejuicios y doble moral,
Desde este país donde “poderoso caballero es don dinero,”
Desde este país donde tienen el mismo argumento para todas las investigaciones de hechos violentos,
Desde este país donde se revictimiza a las víctimas y se protege a los criminales,
Desde este país donde los jueces dejan a la ciudadanía en un estado de indefensión con su omisión deliberada al dejar libres a los delincuentes , argumentando que no tuvieron el debido proceso o que “ no sabían que iban a delinquir”,
Desde este país donde las Procuradurías exhiben el sistema de injusticia incapaz de armar casos sólidos y atender un número creciente de expedientes que se acumulan unos detrás de otros,
Desde este país cuyo interés político del Gobierno ,no le permite mirar la escalada de violencia y se vuelve autoridad omisa o cómplice capaz de obstaculizar una investigación judicial,
Desde este país donde abrir los ojos cada día y descubrir que se está aquí, es más que un milagro,
Desde este país de fuegos cruzados, de defensorías de derechos para los delincuentes,
Desde este país donde nos crean la ilusión de libre tránsito y de libre expresión,
Desde este país donde impera la negligencia o la incapacidad en las instituciones,
Desde este país donde la mayoría de los medios son “peces de ciudad que perdieron las agallas en un banco de morralla”
Desde este país donde te persiguen, te acosan , te amenazan
Desde este país donde a la violencia de los criminales le sigue la violencia institucional,
Desde este país donde a uno lo van borrando, le van quitando la esperanza,
Desde este país donde parece ser que el único lugar seguro es un libro,
Desde este país donde no sirven nuestras palabras ante sus balas,
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Desde este país mi voz pretende salir, alzarse y que la lleve el viento a resonar allende las fronteras para denunciar que al dolor que me invade por el asesinato de mi hija Nadia Dominique Vera Pérez, se auna el dolor de saber que:
A una vuelta de la tierra alrededor del sol, es decir a un año de la masacre.
No se tiene un móvil claro.
No hay autoridad alguna que quiera hacer una investigación seria, justa, sin intereses políticos ni personales, sin dinero de por medio; una investigación clara, diligente, exhaustiva, eficaz y científica.
No se han castigado a los verdaderos culpables de las filtraciones del expediente.
No se ha investigado quienes se apropiaron de las pertenencias de las víctimas.
No se le ha permitido declarar a los amigos, familiares y vecinos que han querido aportar información.
No se ha buscado el arma con que se cometió el crimen.
No se mantuvo la cadena de custodia ,no se protegió debidamente el lugar , los objetos y ninguna autoridad impidió que se modificara la escena del crimen.
No se acataron los protocolos para los interrogados del Gobierno del Estado de Veracruz, quienes recibieron trato preferencial, restándole así importancia a que fueron asesinadas cinco personas.
No ha sido contemplada la actividad de Nadia Vera como activista y de Rubén Espinosa como periodista, en la ciudad de Xalapa, como un hecho que los colocó en una situación de vulnerabilidad.
No se ha investigado al Gobierno de Veracruz, ( cuyos policías estatales vestidos de civil detuvieron, golpearon y robaron a Nadia Vera; la subieron a una camioneta y la amenazaron por sus actividades políticas; entraron a su casa y husmearon; y con todo ello la obligaron a emigrar al DF ).
No se ha brindado a los familiares el apoyo de atención psicológica y jurídica.
No son capaces de entender que no hay dinero que repare el daño causado a nuestra familia, no hay dinero que pueda devolvernos a nuestra Nadia, a nuestro Rubén; no hay dinero que pueda curar la hondísima herida de nuestro corazón.
No han hecho su trabajo quienes así se ostentan como autoridades, no han hecho su trabajo ya sea por incapacidad o por negligencia, por intereses mezquinos o políticos.
Y aunque se hubiese hecho bien lo que no se supo hacer, ni con su encarcelamiento ni con sus vidas los autores intelectuales y materiales del crimen, más allá de diez generaciones, podrían pagar ni restituir la generosa e invaluable presencia de nuestra Nadia, de nuestro Rubén, únicos e irrepetibles.
Mi país es un campo de amapolas / regado con la púrpura savia de los jóvenes.
“Seamos realistas, hagamos lo imposible”
Mirtha Luz Pérez Robledo, madre.
JULIO 2016