El canto de las Ballenas

Los cetáceos han fascinado e intrigado al ser humano desde hace décadas. El mismo Julio Verne, por boca del arponero canadiense Ned Land, llegó a afirmar en Veinte mil leguas de viaje submarino que estos mamíferos acuáticos podían llegar a vivir más de mil años e incluso Aristóteles llamó a estos animales “monstruos marinos”, una descripción de la cual deriva su nombre en griego (κῆτος). A día de hoy, la ciencia sigue embelesada ante la belleza de especies como las ballenas, los cachalotes, las orcas y los delfines. Su observación causa admiración infinita en los acuarios. Y su escucha al aire libre también nos permite, según un estudio publicado en Nature, conocer dónde se localizan en busca de alimento.

La búsqueda del “manjar” perfecto

Investigadores noruegos y norteamericanos han registrado las “voces” de ocho especies diferentes de cetáceos para determinar el lugar en el que se encontraban en el golfo de Maine, situado en Massachusetts (Estados Unidos). La técnica conocida como teledetección acústica ha permitido grabar el canto de cetáceos concentrados al noreste del océano Atlántico, con el objetivo de mapear la distribución espacial con respecto a sus presas.

Los sonidos que producen estas especies (ballena azul, rorcual común, cachalote, ballena jorobada, calderón, orca, rorcual norteño, delfín y rorcual aliblanco) revelan cómo los depredadores son capaces de dividir el banco de peces en diferentes zonas de alimentación, que a su vez se solapan en distintos gradientes y que llegan a ser específicas de cada tipo de mamífero acuático.

Anualmente multitud de cetáceos se concentran en una superficie aproximada de 100.000 kilómetros cuadrados en busca de arenques, uno de sus “manjares” preferidos. Coincidiendo con la época de desove de estos peces, los científicos aprovecharon para registrar las “voces” de los cetáceos. De este modo pudieron mapear su distribución espacial en busca de alimento, demostrando que los mamíferos son capaces de mantener las áreas en las que dividen los bancos de peces durante al menos dos semanas.

Los niveles del canto de las especies estudiadas seguían ciclos completos de 24 horas, aunque como señalan en el trabajo, sus “voces” pueden ser más o menos fuertes en función de la hora del día. ¿La razón? Los bancos de arenques que les sirven de alimento pueden estar más densamente pobladas durante la noche, por lo que también varían los niveles de las vocalizaciones de los cetáceos. En particular, como señalan los autores, la ballena azul, el rorcual común, la ballena jorobada y el rorcual aliblanco muestran unos niveles de canto relacionados con los cambios de la densidad de los bancos de peces.

Entender el comportamiento y la distribución de los cetáceos es fundamental para gestionar los ecosistemas marinos. Resultados como los presentados en este trabajo en Nature también nos permiten conocer el impacto de la actividad humana sobre especies protegidas como estos mamíferos. Gracias a sus “voces” podemos comprender un poco mejor su comportamiento y la relación que mantienen con sus presas. Y es que siglo y medio después de la obra de Verne, estos animales siguen provocando en nosotros una inmensa fascinación, pero muy lejos del “terror” que describió Aristóteles.

Así son los sonidos registrados

  • Ballena jorobada
  • Rorcual común
  • Delfines
  • Rorcual norteño

 

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Información: Hipertextual

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