Coro a 120 millones de voces
-Las personas empezaron a desaparecer.
-Los rumores se fueron acercando cada vez más a nuestras casas.
-No podíamos diferenciar las sombras de la realidad, la mentira de la verdad.
-Ni siquiera nos dimos cuenta cuándo cambió todo.
-Quisimos negar la entrada a nuestras vidas a todo aquello que estuviera alejado de la seguridad del día a día.
-Pretendimos escondernos en las comodidades de una vida llena de relativismos.
-Eso creímos.
-Primero lo vimos en la televisión, lo escuchamos en la radio.
-Feminicidios en el norte, en el centro, en el sur.
-Hicimos tareas con información de internet sobre territorios, personas y gobiernos que estaban a kilómetros, lejísimos de aquí.
-Niñas y niños refugiados.
-Migrantes, periodistas, defensores de derechos humanos.
-Personas que eran como nosotros y que la propaganda niega.
-Algo cambió, todo, nosotros principalmente.
-Después esas distancias se acortaron, ese tiempo se fue haciendo presente, todo se fue haciendo cada vez más intenso.
-Una orgía de violencia.
-Las colonias pobres primero; siempre.
-Las y los jóvenes después; al mismo tiempo.
-El mes pasado familias completas de un día para otro.
-Gobiernos coludidos.
-Prensa chayotera.
-Silencio.
-Los relatos pasaron a ser inmediatas realidades.
-Durante la comida madre decía a padre que se cuide y hermana lloraba por sus amigos.
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-Eran nuestros vecinos, nuestros compas de clase y de trabajo.
-Los lugares de fiesta se entristecieron.
-Ya no salimos por las noches.
-El dólar a 20.
-Vi por primera vez una calibre 50 y sentí un escalofrío, un sudor helado, pensando cómo me arrancaría la mano o el brazo entero.
-No sabemos cuándo seremos nosotros.
-Trato de contar uno, dos, cuarenta y tres, setenta y dos…cien, ciento cincuenta y nueve, doscientos, ochocientos sesenta…mil, diez mil… veintisiete mil…
-La realidad nos alcanzó.
-Los buscamos.
-Las personas siguen desapareciendo.