Hacia una Ciencia Comunitaria
Modos de acercarse a la realidad hay muchos, algunos son caóticos y otros metódicos, estos últimos definen claramente el campo de la realidad que van a intentar dilucidar. Esos campos pueden ser físicos o metafísicos y dentro de los primeros tenemos al tema que nos ocupa: la ciencia occidental. Es cierto que la naturaleza de la investigación científica es motivo de profundos debates y el acercamiento riguroso nos conduce irremediablemente a grandes tratados que, sin embargo, dificultan su comprensión generalizada, así que delimitarlo con sencillez resulta fundamental para socializarla.
Si nos planteamos con seriedad la construcción de una ciencia comunitaria autogestionada debemos partir de un análisis de los problemas que enfrenta la ciencia institucional. Como siempre he señalado, basta caminar por las calles aledañas para notar que la presencia de los recintos universitarios no están favoreciendo como se esperaría a las comunidades que les rodean. Cabe preguntarse entonces ¿Qué pasa que ni la sociedad busca el apoyo de los centros de investigación, ni los espacios universitarios asumen cabalmente la responsabilidad social que dicen tener?
Hay que tener presente que a lo que llamamos ciencia es tan solo un sistema esencialmente escéptico que utilizamos para entender fenómenos naturales y que se traduce regularmente en la transformación ordenada del mundo físico. Esa transformación controlada a la que llamamos tecnología, debería ser aplicada para mejorar nuestras condiciones de vida y no para deteriorarla, como de hecho parece estar ocurriendo con la mayor parte de la tecnología producida por la ciencia de avanzada.
Esto sucede porque globalmente los presupuestos destinados al desarrollo tecnológico en su mayoría están basados en la ciencia primer mundista, que es en esencia una ciencia bélica y neoliberal; una ciencia que depende como todo el sistema capitalista de la explotación petroquímica. Y en México esto tiene implicaciones notables, ya que además de los recortes al presupuesto destinado a la investigación científica que limitan su crecimiento año con año, su carácter de seguidora y no de pionera hacen que la ciencia nacional produzca una gran cantidad de conocimiento sin aplicación.
A esto hay que agregarle que la exigencia de evaluar a los investigadores por la cantidad de sus publicaciones y el interés por publicar en revistas científicas internacionales, con mayor puntaje en los sistemas de evaluación cualitativa, hacen que mucha de la investigación en México se aleje de las necesidades más fundamentales del país. Es un fenómeno conocido en el gremio que las investigaciones locales no generan interés en la comunidad científica internacional, por lo que no encuentran foros apropiados de difusión y por tanto se limita su capacidad de ser aplicados en la resolución de problemas concretos. Esto conduce a los científicos nacionales a investigaciones que muchas veces se alejan de las necesidades de su entorno inmediato.
¿Pero vale exigir toda solución a las instituciones gubernamentales encargadas del desarrollo científico o podemos asumir el problema, por lo menos una parte de él, como nuestro? Así como hemos dicho que el arte no se encuentra en los museos, podemos decir que la ciencia no se encuentra restringida en los centros de investigación, ni en las Universidades, ni en los laboratorios. Podemos tomarla y llevarla a espacios privados y públicos, abordar problemas con carácter científico solo requiere cierto bagaje en sus estrictos métodos; en la observación minuciosa, la experiencia en la investigación bibliográfica, la construcción de hipótesis y el diseño de experimentos que las contrasten.
Hoy como nunca tenemos los medios necesarios para la construcción de una ciencia comunitaria autogestionada; gracias a tecnologías como el internet construimos nuestros propios medios de difusión [quizá más vistos y leídos que la mayoría de las revistas científicas]; movimientos como el DIY (Do It Yourself) nos acercan miles de proyectos de ciencias* con los cuales no solo podemos aprender los elementos básicos de cualquier disciplina sino que nos permite desarrollar nuestros propios aparatos de investigación y montar laboratorios autogestivos; al estar libres del peso simbólico y puramente racionalista de la comunidad científica podemos vincular la investigación y la divulgación con otras áreas del desarrollo humano como las artes, haciendo de la ciencia comunitaria una que esté conciliada con las emociones. Hablamos de una Ciencia con ética, solo posible al estar libre de la presión sistemática que convierte problemas científicos en agendas políticas [como ejemplo paradigmático tenemos hoy en día el fenómeno del Cambio Climático] y en absoluta simbiosis con la comunidad que le sostenga, ya que esta ciencia al no permitir recursos públicos, no será posible sin efectos concretos que se traduzcan en el bienestar de la comunidad que la estará financiando.
El camino es largo y apenas comienza, esta serie de artículos tan solo tienen la intención de plantear el problema y discernir una ruta adecuada para resolverlo. Tómese también como una invitación a todos los científicos que quieran sumarse en su diseño y elaboración y a todas las personas que estén interesadas en la investigación científica y que por múltiples razones no han podido acercarse a esta fascinante forma de adquirir conocimiento y entendernos.
* Algunas páginas web basadas en la filosofía DIY:
http://www.instructables.com/id/DIY-Science/
Texto: Jesús Vergara | Imagen: MacBrain
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