Chimpancés cautivos sufren traumas emocionales de por vida

Esta semana se han publicado dos importantes investigaciones sobre nuestros parientes primates, los hermosos e inteligentes chimpancés (Pan troglodytes). En luna de ellas, se abordan algunos de los problemas asociados a la explotación de estos importantes animales.

En la otra se exploran las relaciones afectivas dentro de sus grupos sociales, con especial énfasis en el reconocimiento de los padres biológicos y la correlación genética de estos vínculos emocionales.

Lo más relevante de esta última investigación es que demuestra el nivel de inteligencia y desarrollo emocional de estos parientes cercanos al Homo sapiens. Y además, muestran que los vínculos afectivos dentro de la relación parental no sólo es un fenómeno cultural dentro de nuestra especie, sino que puede estar también relacionada con una carga genética, ya que en estos organismos se forman fuertes relaciones emocionales entre chimpancés que conocen por primera vez a sus padres biológicos una vez que son adultos.

“Mis hallazgos sugieren que hay elementos de la paternidad que pueden haber surgido en un sistema social similar al de los chimpancés, antes de que los parejas formaran vínculos emocionales (como los que se dan en nuestra especie)”, explica Aaron Sandel, uno de los científicos involucrados en este trabajo que fue publicado en el American Journal of Primatology.

<p>Los chimpancés, junto a bonobos, gorilas y orangutanes, están considerados en peligro de extinción o en peligro crítico por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza. / Pixabay</p>
Fuente: Agencia SINC

Traumas emocionales a cambio de nuestro beneficio

A pesar de que miles de estudios científicos confirman que estos organismos son sensibles e inteligentes, la comunidad científica no termina de posicionarse con firmeza frente a su explotación.

Una comunidad científica que paradójicamente utiliza cotidianamente el concepto de inteligencia asociado al desarrollo computacional (ver Inteligencia Artificial) pero que sigue negando la inteligencia en otros organismos vivos.

Esta endeble posición, que sobro todo es ética, es la causa de que desde el siglo pasado miles de chimpancés han sido extraídos de la naturaleza y otros tantos han nacido en cautiverio para ser utilizados en investigación biomédica, la industria del entretenimiento o para ser mantenidos como mascotas.

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De estos últimos, que han permanecido los primeros años de sus vidas trabajando en circos, viviendo en hogares junto a humanos o realizando campañas de publicidad, pocos estudios habían analizado hasta ahora las consecuencias del trauma causado durante su infancia.

Para abordar este problema se realizó una investigación, publicada en la revista PLos ONE, con chimpancés con una historia previa como mascotas o dedicados al mundo del entretenimiento para comprender mejor cómo y en qué grado las condiciones de vida pasadas y las actuales les afectan y marcan.

Glimpses of fatherhood found in non-pair-bonding chimps
Crédito: Aaron Sandel, UT Austin

Una cicatriz emocional permanente

Los resultados sugieren que, al igual que los humanos, los chimpancés experimentan una fase de desarrollo social y emocional muy sensible durante la infancia, momento en el que las experiencias traumáticas pueden tener un impacto duradero y permanente sobre su comportamiento futuro y su calidad de vida.

La investigación ha permitido demostrar que las condiciones de vida durante la infancia de estos chimpancés, que han sido extraídos de su hábitat natural muy probablemente presenciando la muerte de su madre o de miembros de su grupo, afectan sobre todo al grooming o acicalamiento social, una conducta social básica en la vida de los chimpancés y que desempeña un papel importante en el vínculo y la reconciliación después de los conflictos.

El propio Aaron Sandel, un experto en comportamiento de estos primates, explica que el grooming es como una conversación íntima: “Para los humanos, puedes imaginar asociación, proximidad y grooming como si estuvieras en una cafetería. Estás en asociación con todos en la cafetería, te acercas a otros en la misma mesa y si tienes una conversación privada con alguien, es como el grooming“.

“Tras doce años de estudio detectamos que los chimpancés que estuvieron alojados en aislamiento dedicaban menos tiempo a acicalar a otros individuos en comparación con los chimpancés que habían crecido en un grupo social durante sus primeros cinco años de vida”, afirma Elfriede Kalcher-Sommersguter, investigadora de la Universidad de Graz y una de las supervisoras del estudio.

Lo peor de estos efectos emocionales es que son sumamente persistentes. Miquel Llorente, supervisor de la investigación y director científico de la fundación MONA que dirige el proyecto, afirma que “Serán ‘discapacitados sociales’ de por vida”.

Glimpses of fatherhood found in non-pair-bonding chimps
Crédito: Aaron Sandel, UT Austin

Efectos de la rehabilitación social

A pesar de esto, su bienestar y calidad de vida pueden, no obstante, mejorar gracias al aprendizaje de nuevas habilidades sociales en grandes recintos naturalizados y complejos, así como a una correcta estimulación cognitiva y social.

“Estos resultados –enfatiza Llorente– resaltan la importancia de investigar a este tipo de animales maltratados. Con ello ayudaremos a mejorar el bienestar y las prácticas de manejo de los chimpancés con antecedentes traumáticos, así como a garantizar la viabilidad económica de la recuperación centros que trabajan día a día por el bienestar y la conservación de los primates”, asegura el investigador.

“No debemos olvidarnos de los animales que todavía están atrapados en situaciones de riesgo y abuso”, señala Dietmar Crailsheim, estudiante de doctorado en la Universidad de Girona e investigador de Fundación MONA.


La responsabilidad de los científicos es comprender lo que experimentaron estos animales en su pasado, sus limitaciones, necesidades y capacidades para proporcionarles un entorno adecuado y permitirles vivir una vida digna.

Con información de American Journal of Primatology, PLoS ONE, Phys.org y Agencia SINC | Traducción, edición y comentarios del Colectivo Alterius

 


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