Niñas y niños tienen las mismas habilidades matemáticas

Jessica Cantlon dirigió un equipo de investigación que examinó exhaustivamente el desarrollo cerebral de niños y niñas pequeños. El estudio realizado en la Universidad Carnegie Mellon en Estados Unidos ha desmentido con rotundidad que los cerebros de las mujeres tienen deficiencias biológicas para el aprendizaje de las matemáticas.

“La ciencia no se alinea con las creencias populares”, señala Cantlon. “Los cerebros de los niños funcionan de manera similar independientemente de su género, así que esperamos poder recalibrar las expectativas de lo que las niñas pueden lograr en matemáticas”.

Primer estudio de meuroimagen

Cantlon y su equipo realizaron el primer estudio de neuroimagen para evaluar las diferencias biológicas de género en la aptitud matemática de los niños y niñas pequeñas.

Su equipo usó resonancia magnética funcional para medir la actividad cerebral en 104  pequeños (de 3 a 10 años de edad; de ellos 55 niñas) mientras miraban un video educativo que cubría temas matemáticos tempranos, como contar y sumar.

Los investigadores compararon escáneres de niños y niñas para evaluar la similitud cerebral. Además, el equipo examinó la madurez cerebral comparando los escáneres de los niños con los tomados de un grupo de adultos (63 adultos; 25 mujeres) que vieron los mismos videos de matemática

La investigación demuestra que no hay diferencias de género en la función cerebral o en la habilidad matemática.

Después de numerosas comparaciones estadísticas, Cantlon y su equipo no encontraron diferencias en el desarrollo cerebral de niñas y niños.

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Además, los investigadores no encontraron diferencias en cómo los niños y las niñas procesaban las habilidades matemáticas y determinaron que ambos géneros estaban igualmente comprometidos mientras miraban los videos educativos.

Finalmente, la madurez cerebral de niños y niñas fue estadísticamente equivalente en comparación con hombres o mujeres en el grupo de adultos.

En todo el cerebro

“No se trata solo de que los niños y las niñas estén usando la red matemática de la misma manera, sino que las similitudes son evidentes en todo el cerebro”, añade Alyssa Kersey , primera autora del artículo. “Este es un recordatorio importante de que los humanos somos más similares entre nosotros que diferentes”.

Los investigadores también compararon los resultados de su investigación con la Prueba de habilidad matemática temprana, una prueba estandarizada en la que implicaron a 97 pequeños (50 niñas) para medir la tasa de desarrollo de las matemáticas en ambos grupos.

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Descubrieron que la habilidad matemática era equivalente entre los niños y niñas y no mostraba una diferencia de género o edad. El equipo tampoco encontró una diferencia de género entre la habilidad matemática y la madurez cerebral.

Este estudio se basa en el trabajo previo del equipo que descubrió un rendimiento conductual equivalente en una variedad de pruebas de matemáticas entre niños y niñas.

Más bien la cultura, no la fisiología

Cantlon cree que la sociedad y la cultura probablemente están alejando a las niñas y mujeres jóvenes de los campos de la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas (STEM).

Estudios previos muestran que las familias pasan más tiempo con niños pequeños en juegos que implican cognición espacial.
Muchos maestros también pasan preferencialmente más tiempo con los niños durante la clase de matemáticas, prediciendo logros de matemáticas posteriores.

Finalmente, los niños a menudo captan las señales de las expectativas de sus padres sobre las habilidades matemáticas.


“La socialización típica puede exacerbar las pequeñas diferencias entre los niños y las niñas, y pueden influir en la forma en que los tratamos en ciencias y matemáticas”, dijo Cantlon. “Necesitamos conocer estos orígenes para asegurarnos de que no somos nosotros los que causamos las desigualdades de género”.

Cantlon quiere continuar este trabajo utilizando una gama más amplia de habilidades matemáticas, como el procesamiento espacial y la memoria, y seguir a los niños durante muchos años.

Artículo original publicado en Nature |  Con información de Carneggie Mellon UniversityAgencia T21


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