El silencioso placer de escuchar podcasts
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A la preparatoria fui a pasear y jugar Xbox. Tuve uno de los mejores exámenes de salida, pero un promedio regulero porque por alguna razón reprobé tres Físicas, junto a un aburrimiento tremendo.
Luego de un ambiente de secundaria muy competitivo (era tan nerd que representé a todo el subsistema DGETI de Aguascalientes en un concurso nacional de computación), la prepa pública que podía pagar (mi familia) me representaba lo contrario de un reto y más bien se vislumbraba como tres años obligatorios antes de la universidad. La oferta del CBTis era horrible, pero a la vez atractiva: pagabas en un semestre lo que en un mes del Bachillerato de la Universidad Autónoma de Aguascalientes, institución que se distingue por ser de las instituciones públicas más costosas de México.
Lo que me salvó fueron los podcasts. ¿Esperando la ruta 40 de autobús en la avenida por más de media hora? El tiempo se hacía poco si escuchaba El Show de Densho en mi discman vía un CD-RW que acababa de quemar en el centro de cómputo de la prepa.
¿Caminar largas distancias hasta Plaza San Marcos? Nada pasaba con Playtime! Con Adrian Carbajal y Alfredo Olvera. Mi educación sobre cine y obsesiones tempranas hacía Blade Runner o Donnie Darko surgieron gracias al podcast de Ruy Xoconostle y Macho Cabrío. Eduardo Arcos y Leo Lambertini hablando de tecnología en Dixo.com.
Eso fue hace más de diez años. Y es que así como varios GenX-ers tienen apegos hacía los locutores que les presentaron OK Computer, en esos años tan poco retadores en ⅓ de mi día (la escuela) me volaba la cabeza que había una radio más allá de los oligofrénicos en las estaciones locales de top 40.
En esos tiempos y a pesar de los ejemplos mencionados, el podcasting como cultura era 1) algo muy gringo que nomás no despegaba de manera masiva en México, 2) una actividad (en ambas vías) propia de ñoñazos como su seguro servidor: tenías que bajar un archivo MP3 pesadísimo, cargarlo a un dispositivo móvil (cosa que requería pasar el archivo al emepetré chini, quemarlo si era Discman o sincronizar vía iTunes) y tener a la mano un agregador de podcasts.
En 2019, la cosa es muy diferente. El iPhone es la familia de teléfonos que más de las mismas unidades tiene en las calles mexicanas, debido a su poca fragmentación. En Android hay miles de modelos más, y aunque seguro hay más iPhone 6S circulando que Galaxy’s A8, eso en poco ayuda a que Apple tenga menos del 5% de penetración del mercado. ¿A qué vamos con eso? Que el esfuerzo de Apple por impulsar los podcasts, por medio de una app preinstalada, poco ha hecho por el medio en México y el auge reciente (de 2017 para acá) más bien se debe a la entrada de figuras como standuperos y algunos youtubers al formato, en una competencia muy desleal contra aquellas figuras nativas sin audiencias incluidas. Como las mencionadas figuras (que eran de la plataforma Toquedequeda.net o Dixo), si bien hay un nicho del que me siento ajeno pero no deja de ser interesante: ex locutores chilangos de Radioactivo y Reactor que se han agrupado en diversos emprendimientos como Puentes o Convoy.
No es tan sencillo hablar de los podcasts como cultura absoluta en ejemplos como los del párrafo anterior, ya que los espacios top de iTunes (ahora Apple Podcasts) y Spotify tienen cantidades considerables de programas de radio que buscan segunda vida al ser subidos como podcasts, pero en cuanto a contenidos pensados para el formato no deja de llamar la atención que los charts sean invadidos por personajes con audiencias consolidadas (Adela Micha, Zanassi, Benshorts, José Madero) y emanados de YouTube (ZDU), el mundillo de la comedia (Alex Fernández), la tele (Yordi Rosado) o hasta diarios (Carlos Puig, por ejemplo con Botepronto), con contenidos pensados para ser podcast, con un éxito que contrasta con el de aquellos nativos de un medio que es complicadísimo de promocionar y que requiere un esfuerzo mayor para engancharse en comparación a ver un vídeo en redes. ¿Por qué será?
Aquí es donde destacan casos como el del Hyp3 de Ruy Xoconostle y sus secuaces, con más de 15 años haciendo contenidos (eran los mismos que escuchaba en la prepa en Toquedequeda). El de YaTeDigo es un caso peculiar porque tiene el respaldo de un canal de YouTube y podcast popular (BrcadeVG) pero no tiene tanto cruce de audiencias, aunque han formado una comunidad interesante que reúne cientos de personas durante presentaciones anuales en vivo. Una mención especial para Mentalistas, un podcast que apenas supe que se realiza desde Aguascalientes y está en el top 100 de los más escuchados de Spotify, algunas veces llegando a los recomendados de portada. ¿De qué va? Es una charla interesante entre amigos sobre emprendimiento y pensamiento positivo, que más que nada resulta valiosa debido a las personalidades de sus conductores. Muy recomendable.
¿Qué podcasts en español recomiendas? Quiero saber.
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paco@bocadillo.mx | @masterq
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Una versión de esta columna se publicó en LJA.