El mapa de los sentimientos subjetivos
En Tercera Vía ya hemos hablado sobre los nuevos modelos aplicados al estudio de las emociones, con investigaciones que demuestran que nuestro estado de ánimo es resultado de un proceso complejo que no puede ser reducido a las clasificaciones tradicionales. Ahora una investigación desarrollada por científicos finlandeses ha desvelado cómo se organizan los sentimientos subjetivos en la conciencia humana y cartografiado lo que denominan “el espacio del sentimiento humano”.
Se trata de un espacio imaginario en el que podemos observar los sentimientos que marcan nuestra experiencia cotidiana, conocer su procedencia (emocional, cognitiva, homeostática…), relacionarlos entre sí, percibir cómo los registra nuestro organismo y asumir que podemos o no controlarlos.
La investigación muestra que todos los sentimientos humanos pueden derivarse de cinco categorías de procesos: emociones positivas, emociones negativas, operaciones cognitivas, funciones homeostáticas (vitales para el equilibrio biológico) y sensaciones de enfermedad. Según los investigadores, esta agrupación se basa en la forma en la que el cerebro analiza y combina las señales provenientes del entorno externo y del cuerpo.
“Hemos encontrado pruebas sólidas que demuestran que el cuerpo está implicado en todas las funciones cognitivas y emocionales. En otras palabras, el espíritu humano está fuertemente encarnado” Riitta Hari.
Las emociones positivas se refieren por ejemplo a la felicidad o la alegría. Las emociones negativas, al miedo o la vergüenza. Las operaciones cognitivas, al escuchar o recordar. Las sensaciones homeostáticas, al hambre o la sed. Y las sensaciones de enfermedad, al toser o estornudar. Son algunos ejemplos.
Huella dactilar corporal
Asimismo, la investigación revela que todos estos sentimientos dejan una “huella dactilar” corporal: los manifestamos con intensas sensaciones en partes concretas del organismo, lo que ha permitido a estos investigadores crear sendos mapas de los sentimientos humanos.
En estos mapas, los sentimientos que se experimentan como similares entre sí están cerca unos de los otros, mientras que los que se sienten diferentes aparecen distantes. Algunos de estos sentimientos son bien conocidos: el hambre se siente en el estómago, la sed en la garganta, el razonamiento y la memoria, en la cabeza.
Sin embargo, el resultado de esta investigación no está exento de sorpresas: las emociones positivas de reconocimiento y solidaridad, así como las emociones negativas de culpabilidad y desesperación, dos emociones opuestas, se reflejan ambas principalmente en el corazón, así como en la cabeza y en el vientre.
La manía y el agotamiento, también emociones opuestas, se sienten sin embargo por todo el cuerpo, mientras que el control de uno mismo (auto-regulación) se siente en la cabeza y en las manos. Llama la atención también que el enfado y la ira se reflejen claramente en las manos, frecuentemente empleadas para expresar estas emociones negativas.
Retroalimentación corporal
“Estos resultados muestran que los sentimientos conscientes provienen de la retroalimentación corporal. Aunque la conciencia emerge debido a la función cerebral y experimentamos que nuestra conciencia está “alojada” en el cerebro, la retroalimentación corporal contribuye significativamente a una amplia variedad de sentimientos subjetivos”, explica el autor principal, Lauri Nummenmaa.
Según los investigadores, las emociones colorean vívidamente todos nuestros sentimientos como agradables o desagradables. Es posible que durante la evolución, la conciencia haya surgido originalmente para informar al organismo y a los demás del daño o del bienestar de los tejidos. Este desarrollo puede haberse allanado por el surgimiento del lenguaje, el pensamiento y el razonamiento.
“El bienestar subjetivo es un determinante importante de nuestra prosperidad, y el dolor y las emociones negativas están íntimamente relacionadas con múltiples enfermedades somáticas y psicológicas. Nuestros hallazgos ayudan a comprender cómo las enfermedades y los estados corporales en general influyen en nuestro bienestar subjetivo. Es importante destacar que también demuestran la fuerte encarnación de los estados cognitivos y emocionales”, añade Nummenmaa.
Con información de PNAS, la Universidad de Turku y Agencia T21.