El sistema pepenador al desnudo, un retrato sórdido del mundo en la obra ‘120’
El acre sabor a la realidad mexicana es la vuelta de tuerca del esperpento de “120”, pues detrás de una fiesta engañosa hay una invisible mueca grotesca donde el aplauso hace mutis.
Por Alejandro Velázquez
“En el mundo de la basura todo tiene un precio.”
-120-
La Secretaría de Cultura y la Tiznada presentan 120, una obra teatral documental inspirada en la novela Los 120 días de Sodoma, del Marqués de Sade, donde el público es invitado a la fiesta donde se exhibe la bestialidad del sistema pepenador de los setentas, en la vida de Rafael Gutiérrez Moreno, máximo representante de un imperio invisible.
Dicho jolgorio documental es orquestado por la dirección y dramaturgia de Ana Zavala (también actriz del reparto), quien recuperó la destacada investigación de Héctor Castillo Berther, doctor en ciencias sociales de la UNAM, y Basura de oro, de la periodista Ana Cecilia Treviño (alias Bambi), cuyo fallecimiento fue súbito y misterioso de acuerdo con Elena Poniatowska en La Jornada.[1]
La dramaturgia presenta dos planos de ficción, la historia del cacique de la basura y la fiesta del Niño, el ahijado del Presi, quienes juegan una trivia perversa, donde se dicen las verdades detrás de los invitados, los anfitriones de la noche y más acerca del cacique de la basura. Casi hay un contraste entre el juego de trivia y la exhibición documental de la vida del zar crean, pues el segundo expone las voces de una manera más objetiva, mientras que el primero es sumamente esperpéntico. Si bien en la primera transición resultaba algo difícil entender toda la información sobre el cacique, iba siendo más entendible el discurso conforme se adaptaba uno a las transiciones.
Durante el guateque, el gorrito de fiesta simbólicamente va escalonando aspectos de lo esperpéntico, apretándole el cuello al espectador, cada vez más, hasta que uno se siente ridículo con una pieza de basura sobre la cabeza. Los espectadores, cómplices de la basura en el cerebro y encima de la cholla, sufre los retos, pues las acciones performativas que se inmiscuyen en la ficción son cercanos el suplicio y la impunidad. Este convivio refleja la complicidad de los espectadores, siendo parte de un sistema de reglamentación lúdico que, si bien puede producir a veces un humor negro recibido por risas, progresivamente va siendo absurdo. Las opciones a, b, c, d y e, sin importar si se ha acertado o no desembocan en lo grotesco y refleja qué tan fácilmente se vuelven cómplices en un concurso semejante a cierto sistema electoral corrupto.
El humor negro también escala hasta opacar las risas de las butacas, de las cuales algunas sobrevivieron el 6 de febrero, y resultaba difícil de discernir si provenían de un espectador deschavetado o si era el eco de las risas del Presi, o ambas opciones, usted escogerá si las vuelve a escuchar.
Sentenciada a la animalización, la presentadora actuada por Zavala es la que va opacando las risas que al principio habían causado con buen ánimo su ambientación a la fiesta del Niño. Durante su desnudamiento y la trivia, el Niño victimario, actuado por Jyasú Torruco, aparece al principio con una personalidad destructiva que se aligera conforme el espectador deja de someterse al juego. Por su parte, el Presi mantiene la batuta del evento, llevándose el odio, las risas más negras y los aplausos, gracias a aquel actor improvisador, bastante distinguido en las tablas de la impro, Juan Carlos Medellín, quien ejerce el poder de la improvisación teatral caracterizando a un personaje sumamente grotesco, siguiendo ágilmente las respuestas de los espectadores, manteniendo la caracterización de un personaje sumamente nefasto e imponente, además de sacar el humor negro.
El acre sabor a la realidad mexicana es la vuelta de tuerca del esperpento de “120”, pues detrás de una fiesta engañosa hay una invisible mueca grotesca donde el aplauso hace mutis. Los mismos vértices de la trama confluyen hacia un suspenso, un vacío inconcluso de un drama social vigente, dejando más incógnitas que alabanzas para ver que la cadena empresarial de la pepena existe en cada basura sacada por los hogareños actuales de la Ciudad de México. Aun cuando “120” no pueda agradarle a toda la gente y pueda llegar a incomodarla, es una obra imperdible.
Datos de la temporada del Teatro el Granero Xavier Rojas (06 de febrero, al 24 de abril del 2018)
DRAMATURGIA, INVESTIGACIÓN y DIRECCIÓN: Ana Zavala
ACTÚAN: Ana Zavala, Juan Carlos Medellín y Jyasú Torruco.
TEATRO: Teatro el Granero Xavier Rojas, Centro Cultural del Bosque. (Paseo de la Reforma y Campo Marte.)
TEMPORADA: lunes y martes 20:00 SUSPENDEN: Funciones del 20, 26 y 27 de febrero y 19 de marzo).
COSTO: $ 150. Boletos en taquilla y www.ticketmaster.com.mx y para información de descuentos infórmese en taquilla.
[1] Poniatowska, Elena, “La súbita muerte de Bambi, Ana Cecilia Treviño”, en La Jornada. México, 5 de junio del 2002.
Alejandro Velázquez es, antes que nada, espontáneo, criticón y malo para escoger su calzado. Luego, escribe crítica teatral en un proyecto llamado Licras desde que se tituló de la Maestría en Artes Escénicas de la Universidad Veracruzana, donde investigó la variante escénica llamada la impro en la Ciudad de México; antes colaboró para medios digitales como Entretenia, Teatro Mexicano y Ciudad de Frente, mientras trabajaba como profesor de teatro a nivel secundaria; antes estudió la licenciatura en Lengua y Literaturas Hispánicas en la Facultad de Filosofía y Letras, donde decidió dedicarse al teatro.
LICRAS
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