La pseudociencia China está acabando con los pangolines
En ciertos espacios existe un relato que mitifica la medicina tradicional y rechaza de forma absoluta la historia médica occidental, pero esta postura (originada por una comprensible crítica a la industria farmacéutica) no considera múltiples problemas asociados a las costumbres tradicionales. En países cómo México, la medicina tradicional se sostiene principalmente de un vasto conocimiento de los pueblos originarios en las propiedades curativas de las plantas, pero en países como China los sistemas tradicionales de salud también se basan en gran medida en el uso de animales.
El alarmante caso del Pangolín
Desde 2008, la demanda de pangolines no ha cesado. De hecho, se estima que en los últimos 10-15 años, más de un millón de estos extraños mamíferos ha sido capturado de forma ilegal en el continente asiático, donde más se consumen, una cifra que se eleva a dos millones según la Environmental Investigation Agency (EIA, por sus siglas en inglés) y con sede en Londres.
La caza ilegal es la principal amenaza de las ocho especies de pangolines que existen en el mundo (cuatro en Asia y cuatro en África), de los que se vende su carne a precios muy elevados y sus escamas para la medicina tradicional china. En este país, se mantiene la cuota anual de 25 toneladas, es decir entre 25.000 y 50.000 pangolines criados en cautividad (cada adulto pesa unos cinco kilos y las escamas representan un 20% de su peso), a lo que se une la caza furtiva.
Dado el aumento creciente del tráfico ilegal de estos animales, desde septiembre de 2016, se ha incluido a los ocho especies en el Apéndice I de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES). Esto implica que los pangolines están amenazados de extinción y no pueden ser comercializados salvo circunstancias excepcionales.
Por su parte, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza considera a las especies asiáticas en peligro crítico de extinción o en peligro y a las africanas como vulnerables. Por esta razón, el próximo 18 de febrero se celebrará el Día Mundial del Pangolín. Sin embargo, a pesar de la protección internacional, la persecución ilegal continúa en la actualidad.
Un mapa, desarrollado por la EIA a principios de 2016, ha actualizado los datos sobre las capturas de pangolines. Los resultados muestran no solo un descenso de las poblaciones asiáticas debido a las presiones de caza insostenibles, sino también un crecimiento significativo del comercio de estos animales en África, sobre todo por sus escamas en los últimos ocho años.
Muestra de ello, es la incautación en Tanzania en enero de 2017 de unas seis toneladas de escamas destinadas a los mercados asiáticos. Desde diciembre de 2016, se han confiscado más de 14 toneladas en ese continente, lo que representa aproximadamente a 20.000 individuos capturados.
Esta tendencia se refleja en el mapa interactivo donde se han marcado los registros disponibles de las incautaciones de pangolines en todo el mundo. La nueva actualización indica que se han producido más de 113 confiscaciones en los últimos 16 años, entre los que se encontraban 175.000 ejemplares en Asia. Como estas incautaciones no representan más del 10% de lo que realmente se caza, la EIA sugiere que en total se han capturado unos dos millones de pangolines.
Los expertos se muestran especialmente preocupados por el tamaño de las incautaciones tanto en África como en los centros de importación asiáticos, procedentes de Tanzania, Nigeria, Camerún y Uganda. Desde 2015 se han producido 10 incautaciones de escamas de pangolines, cada una de las cuales de dos toneladas representando a entre 2.000 y 5.000 ejemplares.
La mayor incautación se produjo en Hong Kong, procedente de Nigeria, donde se confiscaron siete toneladas de escamas de este animal, lo que representan a entre 7.000 y 14.000 individuos que fueron etiquetados como “plástico reciclado”.
Para la EIA, el mapa solo muestra una parte del comercio actual de pangolines producido esta última década. A falta de información para completarlo, el trabajo sí refleja el comercio entre países y señala a los más implicados. La agencia insta a estas naciones a poner fin a esta práctica siguiendo los procedimientos judiciales necesarios.
La tortura no es la cura
A diferencia de las plantas, los animales no pueden ser producidos con eficiencia para resolver las necesidades de la población que los consume y además plantean problemas bioéticos más complejos debido a la tortura literal que implica intervenir sus sistemas sensibles y modificar sus historias de vida. Las propiedades curativas de las plantas en parte son el fundamento de su continuidad, pueden ser propagadas y cuidadas por los beneficios que producen a las poblaciones humanas, que desde la cosmovisión originaria son tan solo una parte de los ecosistemas.
Pero no hay justificación para el abuso de animales, ni la que ejerce la medicina occidental por medio de tortuosos ensayos y pruebas, ni la que ejerce la medicina tradicional para mantener un relato histórico que carece de bases científicas.
La diferencia entre una y otra, es que la primera trata de superarse desde una constante revisión de los métodos, más investigación y desarrollo tecnológico, pero la segunda ha quedado anquilosada en su ignorancia y también ha sido secuestrada por el mercado global; una doble tragedia que produce crisis ecológica y tortura sistemática.
Con información de Agencia Sinc | Edición y comentarios del Proyecto Alterius.