Defender lo indefendible
Desde este lado de la barda es una colaboración semanal de Héctor Molina. Vía Libre es el vertical de opinión de Tercera Vía.
Desde el segundo piso del Palacio Municipal, el alcalde de Ecatepec, el priísta Indalecio Ríos Velázquez despacha las órdenes de uno de los municipios más inseguros de México.
Ríos Velázquez ha decidido junto a las cabezas de su gabinete otorgar una entrevista sobre la situación de los feminicidios y la incidencia delictiva en la localidad que la asedia como un cáncer. Al entrar por la puerta y ver formados a cada titular de las principales dependencias municipales, no quedan dudas, es un hecho, la orden es defender lo indefendible.
Uno a uno, como si se tratara de una acto ensayado, los titulares exponen las cifras y las acciones que se realizan en el municipio, la cuales aseguran, marcan un antes y un después en la disminución de la violencia contra la mujer en lo que va del año, números que contrastan con las demás cifras de organizaciones civiles, con el demás sentir de miles de ecatepequenses quienes recientemente han mostrado indignación por el caso de Mariana Joselín Valtierra, una joven de 18 años quien fue encontrada muerta en una carnicería, a unos metros de su casa, con el aparato digestivo expuesto, con rasgos de violación, sin indicios, hasta ahora, de la razón de brutal homicidio.
Pasan los minutos y la orquesta la dirige el alcalde. Sus palabras, huecas, como lo pueden estar ante la realidad innegable, ante la violencia extrema que produce el municipio que encabeza, aunque para él hasta ahora esto es imperceptible, siguen brotando. Lo que provoca estar intoxicado de una política rancia, una de hace más de 70 años, una que en el nombre lleva la contradicción, una revolucionaria e institucional.
Pasan los minutos y sus palabras no penetran, son inocuas, no convencen, creo que se se dio cuenta. En un intento más destaca una aplicación para móviles que se lanzó en abril pasado y que hasta la fecha ha permitido “atender a 150 mujeres en peligro” en la entidad. “Es un municipio muy grande”, no podríamos tener un policía por cada persona o una patrulla, afirma con una sonrisa en el rostro, al tiempo que hace una demostración, una representación de cómo funciona, aseverando que la atención es inmediata y que es efectiva.
Ecatepec muestra una cara de descomposición social
En tanto, los demás miembros de su gabinete, entre los que se encuentran el director de la policía municipal y la coordinadora del Instituto Municipal de la Mujer y otros más, afilan, apuntan y esperan el turno para reafirmar las cifras optimistas que el edil destaca, de las cuales dice no se habla, difícil aseveración cuando Ecatepec muestra una cara de descomposición social de acuerdo a las cifras de las instancias superiores en nivel jerárquico al municipio.
¿Qué pasa con zonas como San Andrés la Cañada, una de las localidades más peligrosas a nivel nacional para las mujeres?, le pregunto, a lo que responde que sin duda alguna hay una problemática, acto seguido estrecha sus manos una contra la otra y reitera con la voz más enfática que es necesario dar a conocer lo que realmente está pasando en Ecatepec en referencia a los programas que implementa.
Toma aire y cambia el tema, relata que en comparación anual otros delitos como los homicidios y el robo a vehículo están a la baja. Pone énfasis en el delito de violación el cual asegura ha bajado 50 % este año, en este punto me cuestiono si las violaciones que desencadenan en feminicidios no cuentan, aunque repongo el pensamiento poco después, es claro que no.
Pasan los minutos y es turno de los indicadores policiales, aquí las cifras no relucen tanto como quisiera el alcalde. A través de Juan José Zamora, titular de la célula de búsqueda de personas desparecidas, se precisa que la alcaldía tiene 2,100 policías, de ellos, sólo 100 cuentan con la capacitación sobre los protocolos de la alerta de género, aunque asevera para el final de la administración de Indalecio la totalidad contarán con dicha capacitación.
En cuanto a los indicadores de corrupción al interior de la policía municipal, el director de la corporación Arturo Centeno Cano, relata que se trabaja en la depuración, empieza a tomar vuelo, habla más rápido, más fuerte y, antes de que culmine de explicar los datos que lleva escritos en una hoja que aprieta celosamente entre sus manos, Indalecio interviene, no lo ha explicado bien, los datos duros los suelta el alcalde: son 40 elementos desde que empezó la actual administración los que han sido destituidos por actos de corrupción o por malas acciones en su labor, sonríe una vez más.
Sobre los más de 6,500 millones de pesos erogados por el gobierno estatal encabezado por Eruviel Ávila Villegas, uno de sus antecesores, un ecatepequense que ha olvidado su origen, sus calles, en especial las de Xalostoc, a las cuales las inundada en la actualidad la pobreza, de las que emana un olor penetrante a huesos quemados por la fabricas de jabón que la custodian y cercan, no sabe nada.
El dinero, de acuerdo al Presupuesto de Egresos de la entidad ha sido designado para tareas a implementarse en materia de violencia y alerta de género. Sin embargo, Ríos explica que no se ha recibido monto alguno para este año en el rubro; aclara que sólo el año pasado se recibieron 29 millones de pesos provenientes del Programa Nacional para la Prevención Social del Delito (Pronapred) que se utilizaron para programas de prevención.
Es momento de hablar de Joselín y la voces de la sociedad civil que piden su destitución ante el mal manejo de la situación, para entonces Ríos echa el cuerpo para adelante, afila las palabras y afirma que está abierto a “críticas, señalamientos”, lanza una pequeña carcajada e indica que si sus detractores desean iniciar algún procedimiento en su contra “están en su derecho, pero eso no nos puede detener”, voltea a su alrededor como buscando las palabras de refuerzo, no las hay, o al menos no en ese momento.
Dice que fue una situación lamentable la de Mariana, antes de que siga en su pésame, el discurso político aparece nuevamente, una vez más reitera que el caso de Las Américas no es una constante. No hay más que decir, el intento fracasó, me digo a mi mismo, aunque las sonrisas del gabinete me hace notar que para ellos ha sido un éxito, tal es el caso que ofrece regalos al terminar la entrevista, al ser rechazado por su presente, comenta en voz baja, con semblante de descontento, que “sólo eran unos armables”.
Al salir de la tertulia, a tan sólo unos metros del Palacio Municipal, en el colectivo que concluye su ruta en Indios Verdes, un par de jóvenes con discurso amenazante suben casi por la fuerza y piden a los pasajeros comprar un par de chocolates, antes de lo que dicen se “conviertan en la rata”.