La obra ‘Bozal’ suspende en el aire a actores y espectadores a 20 metros de altura
¿Te imaginas presenciar una obra de teatro suspendido a 20 metros de altura? Ya no tendrás que imaginarlo. Porque la obra de teatro “Bozal”, creada y dirigida por Richard Viqueira, es un espectáculo no apto para cardíacos. Con el objetivo de poner al público en una situación extrema para que reflexione sobre la condición humana, el arriesgado artista invita a experimentar el “teatro en gravedad cero“.
Este drama de ciencia ficción será estrenado este jueves 2 de febrero. En el teatro Julio Castillo del Centro Cultural del Bosque. Sin lugar a dudas, es una experiencia que no te puedes perder. ¿Por qué? Aquí te lo contamos.
De principio el vértigo es inminente, la adrenalina es parte fundamental de este drama que se escenifica sobre una paltaforma en constante movimiento: una nave en inminente destrucción.
Terror piscológico
“Teatro en las alturas o drama para seres voladores”, como ha sido definido este proyecto sui generis por el propio director, proyecta una tensión psicológica que oscila entre el terror, la locura y el dolor. Los personajes son seres enloquecidos, abandonados a su propia inestabilidad. Esto es una metáfora doble, pues el escenario al estar suspendido en el aire junto a los espectadores provoca una inseguridad que se desborda en una sensación estética alucinante.
“Bozal” es una obra de ciencia ficción, con visos de terror, que cuestiona la monstruosidad desde diferentes ángulos de la condición humana. “Una vez que salimos de este planeta ya no estamos sujetos a nacionalidades, la moral o la ética, y nos encontramos con la condición primera del humano. Es una especie de terror cósmico, a lo Lovecraft, que nos dice lo insignificantes que somos frente a esos grandes eventos, como el Big Bang o el Big Crunch”, explicó Viqueira.
La anécdota es breve: dos astronautas, en la época de la conquista espacial, van rumbo a la Luna. En el trayecto comienzan a sentir desconfianza uno del otro y a sacar sus monstruos personales. El controlador (el tercer personaje) los conecta a la Tierra y es quien los obliga a entrar en razón.
De acuerdo con el director, el público suspendido actuará dentro del universo de la obra como una constelación: “El individuo se comporta de una manera distinta y establece otros vínculos cuando está allá arriba. Y en efecto, uno se siente como parte de una nave que está a punto de irse al carajo.
La paradoja propuesta por el director se cumple, pues el espectador está involucrado con la obra de una manera conceptual y física. “La obra dura una hora y quince minutos, tiempo en que el cuerpo se ve afectado biológicamente: el flujo sanguíneo es distinto, las piernas pesan y llega el punto en el que no se distingue si se está arriba o abajo. Opera una trasformación química que, cuando se baja al piso, el cuerpo no se acomoda”, afirma el director.
El título de la puesta en escena responde a la anécdota del astronauta soviético Yuri Gagarin, quien, después de una serie de experimentos con animales, fue el primero en proponerse para hacer el viaje a la Luna, y dijo: “O soy el primer hombre o el último perro en volar al espacio”.
¿Qué necesitas para asistir?
La entrada está prohibida para mujeres embarazadas. Personas con problemas cardíacos, fobia a las alturas, hipertensión, operaciones recientes y sobrepeso.
Para ser parte de la obra en los lugares suspendidos, se recomienda comprar los boletos en preventa. El cupo se limita a 36 lugares activos y 50 asientos en butaca.
Las funciones se llevarán a cabo del 2 febrero al 16 de abril, los jueves y viernes a las 20:00, los sábados a las 12:30 y 19:00, y los domingos a las 12:30 y 18:00. Suspenderá los días 9 y 10 de marzo y 13 y 14 de abril.