Xochimilco: tierra colapsada

 

El pasado 26 de noviembre de 2016 la tierra bajo dos microbuses colapsó en la Carretera Nueva Tulyehualco-Xochimilco, provocando una apertura de ocho metros de largo y cinco de profundidad en el barrio de San Jerónimo, en el pueblo de Santa María Nativitas Zacapan.

Un día antes se había concluido la instalación de una obra de drenaje que debió realizarse en un mes pero tardó tres. A pesar de que la vialidad se ha mantenido cerrada desde entonces, nuevos hundimientos se han registrado en  la zona aledaña, misma que coincide con la ubicación del pozo de agua San Luis 20 de la Secretaria de Aguas de la Ciudad de México (SACMEX). Además, apenas a unos metros del socavón original, la barda de piedra sobrepuesta que contiene el desnivel de ocho metros entre la Antigua Carretera Xochimilco-Tulyehualco y la Carretera Nueva Tulyehualco-Xochimilco ha comenzado a abrirse por la mitad.

El cierre de la vialidad durante los últimos dos meses ha significado que el más de medio millón de habitantes afectados disponga de sólo dos vías de dos carriles en doble sentido para comunicarse con la ciudad: la Avenida  Nuevo León, que pasa por el barrio de Caltongo,  y la Antigua Carretera Xochimilco-Tulyehualco, paralela a la vialidad colapsada, que cruza de Poniente a Oriente a la delegación. La misma estructura de comunicación entre el centro de la ciudad con Xochimilco, Milpa Alta y los pueblos de Morelos ubicados en la antigua carretera a Oaxtepec ha sufrido pocos cambios desde el siglo XIX,  a pesar de la reciente urbanización de la zona, y se encuentra desde hace veinte años completamente desbordada.

Desde hace más de cien años se ha extraído agua potable de los veneros de Xochimilco para el centro de la ciudad, sin importar las necesidades de los nativos.

La gran mayoría de los estudiantes y trabajadores en Xochimilco y Milpa Alta deben de salir de sus delegaciones en recorridos habituales de cuatro a seis horas diarias. Con el cierre del trecho de quinientos metros de la Carretera Nueva Tulyehualco-Xochimilco este tiempo se ha incrementado entre hora y media y cuatro horas. Para disminuir sus tiempos de traslado, muchos prefieren bajar del transporte público y recorrer a pie, o en bicitaxi, unos dos kilómetros entre el barrio de Tejomulco y el Mercado de Flores de Madreselva. A lo pesado de la caminata se suman no sólo costos adicionales sino mayores riesgos, pues en el tramo congestionado se han registrado diversos robos a automóviles y transeúntes en los últimos meses.

El flujo cotidiano de personas hacia la ciudad es paralelo a otro flujo de estos territorios semiurbanos hacia la ciudad: el de agua  que se realiza por tuberías y pipas. Desde hace más de cien años se ha extraído agua potable de los veneros de Xochimilco para el centro de la ciudad, sin importar las necesidades de los nativos. En 1908 se instaló el acueducto que entuba a los ojos de agua desde San Luis Tlaxialtemalco, pasando por Santa Cruz y Nativitas, para enviar el líquido a la planta de bombas de la Condesa. Durante los primeros años de instalación del “sistema Xochimilco”, los originarios carecían de agua en sus domicilios y tenían que acarrearla de llaves públicas o, cuando escaseaba, de agujeros en el acueducto.

A la captura del “sistema Xochimilco”, aún en operación, se agregaron a finales del siglo XX una gran cantidad de pozos, cuatro sólo en Nativitas Zacapan, de los cuales se abastece a la población local pero que, además, permiten el llenado de cientos de pipas al día. A pesar de que los contenedores tienen la leyenda “Agua Potable Gratuita”, desde hace años los xochimilcas han denunciado la venta de agua a asentamientos irregulares y plantas de purificación, cotizándose cada pipa entre ochocientos y dos mil pesos. Desesperados por detener la sobreextracción del líquido y demandando la implementación de un plan sustentable de manejo de los pozos, los nativos han debido tomar medidas directas en los últimos años. En agosto de 2013, después de meses de demandas a las autoridades, los vecinos de Santa Cruz Acalpixca impidieron durante semanas el acceso de autoridades al pueblo, debido a la sospecha de que, detrás de supuestas obras de drenaje por parte de empleados delegacionales, se pretendía bombear más agua del pozo local hacia el centro de la ciudad.  

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El pasado miércoles 11 de enero, finalizados seis días de la feria más importante de Nativitas, los oriundos acordaron en asamblea cerrar el pozo San Luis 20 hasta que se esclareciera la relación entre la extracción del agua y el desplome del suelo. El pueblo ha sufrido desde hace décadas hundimientos diferenciales que no han sido debidamente atendidos por las autoridades. En 1992, debido a los hundimientos, se tuvieron que demoler dos edificios públicos y sesenta casas y la empresa Geotec, contratada por el entonces Departamento del Distrito Federal para hacer los estudios del suelo, recomendó cerrar un pozo y realizar un monitoreo del comportamiento del territorio cada tres años, mismo que nunca se hizo. Después de veinticinco años de negligencia permanente más de ciento treinta casas se encuentran con riesgo de caer sobre sus moradores; la casa de bombas porfiriana tiene cuarteaduras de más de treinta centímetros de ancho; el templo de Nativitas, que data del siglo XVII, presenta daños importantes a su estructura; además de que los pobladores del barrio de Tlaximulco, San Jerónimo y Xochipilli perciben pequeños temblores de vez en cuando.

En los últimos tres años diversos vecinos de Nativitas Zacapan han tratado el asunto con SACMEX, la Jefatura Delegacional y la Subsecretaría de Gobierno de la Ciudad de México, pero ninguna de las tres instancias ha dado seguimiento al sinnúmero de documentos que exigen estudios y solución al colapso de la tierra del pueblo. Al contrario, el 15 de julio de 2015, después de que la Secretaría de Gobierno de la CDMX cancelara de última hora una cita con los pobladores, el cuerpo de granaderos agredió a los inconformes, principalmente mujeres y personas mayores, afuera de sus oficinas en el centro de la ciudad.

El mismo desdén han mostrado las autoridades de la Ciudad de México y de Xochimilco de Avelino Méndez, delegado por Morena, ante la apertura del socavón. Los últimos días de noviembre del año pasado se detectaron alrededor del hundimiento fugas de agua potable y, posteriormente, se descubrió la existencia de un sistema de cavernas bajo el asfalto. Las autoridades repararon las tuberías y rellenaron las cavernas pero el 5 de diciembre se encontraron nuevas grietas. No fue sino hasta el 9 de diciembre que la delegación repartió algunos volantes informativos, pero las versiones sobre las causas de la fragilidad del suelo no han dejado de cambiar. El 21 de diciembre los pobladores de Nativitas Zacapan realizaron una marcha hacia la delegación donde entregaron un pliego petitorio con cientos de firmas de vecinos, exigiendo estudios serios y una solución sustentable al problema.

No sólo ninguna de las demandas ha sido satisfecha, sino que ninguna autoridad, ni delegacional ni de SACMEX ni del gobierno de la ciudad, ha rendido cuentas al pueblo colapsado o a los pueblos afectados. Aún más, ante la toma del pozo, la delegación publicó un volante donde acusa a los manifestantes de obstaculizar el acceso al agua de cientos de familias de la demarcación y de politizar el conflicto social. Las acusaciones son falsas. El plantón, que ha resistido las noches más frías del año con tan sólo una lona, es sostenido sólo por vecinos de la localidad, principalmente mujeres y adultos mayores. Además, el bloqueo no ha impedido el bombeo de aguas, sino sólo la carga de las pipas que, sin embargo, se han surtido de la casa de bombas y los pozos en San Luis Tlaxialtemalco y Huipulco.

Que los cerros no se desmoronen, que los valles no se hundan

Después de caos vial en el pueblo desde septiembre y ante la indiferencia de las autoridades responsables, los pobladores de Santa María Nativitas Zacapan están preocupados no por una salida fácil y temporal al problema, sino por un análisis serio sobre las causas de los hundimientos y los riesgos experimentados. Con el riesgo de ser devorados por la tierra o aplastados por los cerros, los vecinos desean primero entender antes que controlar. La información sobre los riesgos de la sobre extracción se socializa en las asambleas periódicas alrededor del pozo San Luis 20 y después de las misas del domingo. Asimismo, algunos nativos lograron involucrar al Instituto de Geofísica de la UNAM, el cual realizará un estudio independiente sobre la causa de los hundimientos diferenciales. Esta población está asentada sobre un suelo de transición y la extracción de agua en este tipo de suelo no debe realizarse porque acelera gravemente su hundimiento, según afirmaciones del mismo SACMEX en estudios previos.

Que los cerros no se desmoronen, que los valles no se hundan, esas son las preocupaciones de los habitantes de los pueblos originarios de Xochimilco ante el derrumbe que, conducido por las autoridades, parece inminente.

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