Estos perros detectan el cáncer de próstata con su olfato

El cáncer de próstata es el segundo más frecuente entre los hombres, con aproximadamente 680.000 nuevos casos al año en el mundo. Existen varios métodos para diagnosticarlo, pero no son los suficientemente sensibles y precisos.

Antes de las biopsias, los pacientes se someten a otras pruebas para detectar precozmente el cáncer de próstata. Además del tacto rectal, se encuentra la determinación en sangre de antígeno prostático específico (PSA, por sus siglas en inglés), que ha contribuido al aumento de la detección de esta enfermedad por ser la prueba diagnóstica más sensible.

Sin embargo, el PSA no es específico del cáncer de próstata ya que puede verse aumentado por una inflamación de la próstata o por una hiperplasia benigna de próstata por ejemplo. Por ello, muchos hombres tienen que someterse a biopsias aun teniendo una patología no maligna porque sus niveles de PSA en suero son altos.

En la búsqueda de nuevos métodos de detección del cáncer menos invasivos y traumáticos es donde entran en juego los perros. Estudios anteriores ya habían demostrado que los canes entrenados pueden detectar cánceres de vejiga, pulmón o mama solo oliendo la orina de los pacientes portadores.

Un equipo del Hospital Universitario y Politécnico La Fe en Valencia comprueba ahora en laboratorio si estos serían capaces de señalar la presencia de compuestos orgánicos volátiles en la orina de los pacientes con cáncer de próstata. El proyecto, coordinado por José Luis Ruiz Cerdá en el Instituto de Investigación Sanitaria La Fe, pretende incluir esta nueva herramienta biológica en la detección del cáncer.

“Pensamos que si existen compuestos orgánicos volátiles específicos tumorales, estos deben estar presentes en la orina y revelar la presencia del tumor”, dicen los científicos valencianos, para quienes el proyecto abre nuevas vías para investigar posibles tratamientos. El fin último es conseguir un biomarcador más específico y menos invasivo que los que existen en la actualidad para evitar las biopsias.

Para los investigadores, esta técnica favorecería al paciente por evitarle este procedimiento incómodo y al sistema sanitario porque reduciría costes hospitalarios. “Si conseguimos detectar el cáncer con tan solo un análisis de orina podemos mejorar en rapidez a la hora de diagnosticar y en conseguir una herramienta de detección mucho menos invasiva que las actuales”, apunta Ruiz Cerdá, del hospital valenciano.

Los perros como el Border collie son una parte esencial en esta investigación. “Son un miembro más del equipo investigador”, confiesa Natividad Sebastià, investigadora en el mismo centro. Sus fosas nasales son capaces de acumular entre 200 y 300 millones de células olfativas, un aparato entre 40 y 60 veces más sensible que el humano.

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Son capaces de identificar de manera mucho más precisa –con un umbral de detección 100 millones de veces superior al humano– las moléculas responsables de los olores que vienen del aire inhalado y de detectar los compuestos orgánicos volátiles presentes en la orina y característicos del cáncer de próstata.

Pero para ello, los perros –que son donados desde particulares al adiestrador que los acoge en su casa, situada en las afueras del casco urbano– realizan un exhaustivo y protocolizado entrenamiento con muestras con cáncer y sin compuestos procedentes del metabolismo de las células cancerígenas (muestra control). En su rutina diaria, como en la habitual, el adiestrador no olvida pasear, correr y jugar con ellos.

“Cada día los perros acuden al centro donde se realiza el entrenamiento para que se les presenten las muestras de orina que se ha decidido para ese día”, indica la investigadora. Al realizar la acción de señalizar los perros reciben siempre un estímulo positivo que puede variar entre jugar con la pelota o darles una porción pequeña de comida. “Siempre se acompaña de un reconocimiento verbal por parte del adiestrador”, dice Salvador López, entrenador de los animales.

En la primera parte del entrenamiento –que se realiza dos veces por día generalmente, mañana y tarde y su duración es corta, de unos 15 minutos–, los canes comienzan a aprender a identificar muestras de cáncer de próstata de alta carga tumoral para fijar la huella olorosa.

En la siguiente fase, la carga tumoral es inferior por una razón sencilla: “El objetivo es intentar que se detecte el cáncer también en fases tempranas donde el tamaño del tumor es reducido y resulta más difícil que se pueda detectar mediante biopsia”, recalca Ruiz Cerdá. En ambas fases se introducen muestras de orina control de pacientes sin cáncer.

En la última etapa del entrenamiento –el test a doble ciego o examen–, los perros marcan entre seis muestras presentadas la correspondiente al paciente con cáncer de próstata. “Esta fase será la decisiva donde se examine a los perros y se valide su capacidad para señalizar el cáncer de próstata”, constata Sebastià. Estos resultados tienen una sensibilidad de más del 95%.

Una vez que los perros diferencian estas muestras, “los científicos deberíamos ser capaces de identificar estas moléculas a través de técnicas analíticas sofisticadas como la resonancia magnética nuclear”, informa Alba Loras, que también participa en el proyecto. La detección se refuerza así con un análisis metabolómico para caracterizar los compuestos cancerígenos.

De este modo, con esta combinación de herramientas y la financiación adecuada, los científicos podrán detectar mediante métodos más precisos y no invasivos (muestras de orina en lugar de análisis de sangre o biopsias) la presencia de cáncer y lo mejor es que podemos formar parte de esta investigación, y ayudar a salvar miles de vidas, apoyando en su campaña de fondeo a través de Precipita.

 

Con información de Agencia SINC.


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