Datos asombrosos sobre el origen genético de tu nariz

La genética es apasionante, esa ciencia que nos ayuda a descubrir la programación oculta en el interior de nuestras células y que nos hace ser una buena parte de lo que somos. Es cierto que el Homo sapiens es la especie más compleja, en tanto es resultado de esa programación y la riqueza de la herencia cultural, pero sin entender la forma en la que nuestros genes definen rasgos fundamentales de nuestra vida, caminaremos siempre ignorando una parte esencial de nuestra existencia.

Por ejemplo, el hecho de que tengas una enorme, pequeña, respingona o simétrica nariz con respecto a tu rostro, se debe a un grupo de cinco genes que en ciertos tramos de nuestro ADN controlan la forma de nuestra barbilla y de nuestra nariz. Un equipo de científicos de la University College de Londres (Reino Unido) ha secuenciado los genomas de más de 6.000 hombres y mujeres en las fotografías usadas de América Central y del Sur (de Brasil, Colombia, Chile, México y Perú con ancestros europeos (50%), americanos nativos (45%) y africanos (5%)) categorizando 14 rasgos faciales.

Los investigadores descubrieron que los cuatro genes: GLI3, DCHS2, PAX1 y RUNX estaban involucrados en la regulación del desarrollo craneofacial, concretamente vinculados a la anchura de la fosa nasal y en qué medida la nariz sobresale de la cara, así como un quinto gen asociado a la pronunciación del mentón. Estos resultados son los primeros que relacionan variantes comunes en estos genes con variación facial en la población general, según comentan los autores, aunque solo sean responsables de un 1% de la variabilidad en el ser humano.

Estas conclusiones, que han sido publicadas en la revista Nature Communications, pueden ayudar a arrojar luz sobre la forma en que el rostro humano evolucionó y por qué las distintas etnias tienen rasgos faciales diferentes. Por otra parte, la investigación también podría ayudar a los científicos forenses a reconstruir caras a partir de muestras genéticas.

Y es que es posible que los distintos climas que posee nuestro planeta hayan dado forma a cada uno de los característicos patrones de nariz que existen (como el hecho de que los europeos de latitudes menores tiendan a desarrollar una nariz delgada y preponderante), una parte del organismo que es crucial para regular la temperatura del cuerpo y la humedad en el aire que respiramos cada día. Así, el estudio pone sobre la mesa el hecho de que el ambiente, el entorno ha influido con el paso del tiempo en el genoma humano esculpiendo el famoso elemento utilizado por Francisco de Quevedo en su mítico soneto “A una nariz”.

El examen de estos genes nos revelará así nuevas pistas acerca de cómo evolucionaron nuestros rasgos faciales modernos y se diferenciaron de los del hombre de Neandertal, por ejemplo. Este equipo de investigadores espera publicar próximamente nuevas conclusiones sobre su trabajo. El siguiente paso versará sobre pigmentación de la piel y los ojos y, posteriormente, trabajarán sobre otros aspectos como la estatura, la longitud de los miembros o la morfología dental.

Con información de Cienciaxplora.

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