Datos asombrosos sobre la reproducción de un fósil viviente

Hay animales difíciles de estudiar, sobre todo porque muestran áreas de distribución muy específicas y en ocasiones sus poblaciones son demasiado pequeñas o sus estrategias muy escurridizas. Dentro de las especies raras se encuentran las que llamamos “fósiles vivientes”, son aquellas que han mantenido su estructura sin cambios durante millones de años y que por lo mismo se vuelven piezas clave para entender los procesos evolutivos de la vida.

Hemiphlebia mirabilis (conocido comunmente como Caballito del Diablo) es un buen ejemplo de esto. Una especie que no ha mostrado cambios evolutivos durante 300 millones de años, cuya distribución se restringe a la zona australiana y que hasta ahora se pensaba en peligro de extinción. Además de ser el caballito del diablo más primitivo que se conoce, tiene comportamientos reproductores únicos y se creyó extinto en los años 70.

Fascinado por este fósil viviente, el investigador Adolfo Cordero-Rivera viajó a Australia para obtener datos sobre el sistema de apareamiento de una población que había vuelto a registrarse en 2009. Tras un intenso mes de observaciones, el investigador en la Universidad de Vigo revela que la especie está lejos de estar extinta: “Encontré millares de individuos, lo cual es una noticia muy positiva, puesto que se temió por esta especie”. Así lo explica en la revista Insect Conservation and Diversity.   

Aunque el objetivo del trabajo fue obtener información básica del comportamiento reproductor de este caballito del diablo y estudiar la evolución de los mecanismos de competencia espermática en esta especie tan primitiva, el científico también demuestra que, contrariamente a lo que se creía, las poblaciones son grandes. “Posiblemente superan el millón de individuos por generación”, recalca en el estudio.

Esta población que habita en el humedal Long Swamp de Victoria, al sur de Australia, tiene una esperanza de vida de una semana para los machos y cuatro días para las hembras. Por otra parte, los machos muestran poca movilidad y vuelan distancias cortas, siendo inactivos la mayor parte del tiempo, sobre todo a temperaturas por debajo de los 17 ºC o por encima de los 35 ºC.

“Esta baja movilidad, junto a su enigmática coloración y la poca accesibilidad de su hábitat podrían explicar cómo estas importantes poblaciones han pasado desapercibidas hasta hace muy poco”, subraya en un artículo el investigador español Cordero-Rivera. A pesar de haber tenido ciertas limitaciones al estar solo en esta investigación, el experto pudo estimar una densidad de 100 animales por cada 10 m2 en puntos de alta población.

Por esta razón, Cordero-Rivera sugiere que esta especie no debería seguir figurando como especie en peligro de extinción. “Con la información disponible ahora, Hemiphlebia mirabilis ya no cumple con ninguno de los criterios de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, y debería ser reevaluada”.

Comportamiento sexual único

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Pero el aspecto que sin duda les hace ser más visibles al ojo humano es su comportamiento sexual. Lo que más sorprendió al investigador fue que ambos sexos exhiben frecuentes movimientos abdominales y rotaciones rápidas sobre el soporte en el que se apoyan. “Este comportamiento está muy elaborado y es absolutamente único”, recalca el científico de la universidad gallega que inmortalizó los movimientos en vídeo. El comportamiento de cópula ha sido analizado en un segundo artículo que acaba de publicarse en la revista PeerJ.

El trabajo es el primero en cuantificar el comportamiento adulto de Hemiphlebia mirabili susando una gran muestra de ambos sexos. Al estudiar a estos insectos, el científico observó que el giró único que realizan no solo se produce inmediatamente después de posarse, sino también mientras están posados.

Aunque Cordero-Rivera no pudo confirmar si hembras y machos usan este órgano abdominal para atraer al sexo apuesto, lo que sí pudo comprobar es que ambos sexos practican este movimiento incluso en ausencia de cualquier interacción reproductiva.

“Esto sugiere que este comportamiento no es una exhibición ordinaria de cortejo”, asevera el científico. Según el investigador, los machos usan el giro abdominal en el cortejo precopulativo, pero las hembras no. Tras las más de 100 horas de observación, el científico no vio a ninguna hembra poner huevos.

“He observado a 79 hembras por periodos de 10 minutos entre las 9h y las 19h, y la única conclusión clara que he sacado es que la puesta de huevos no se realiza después de la cópula, porque en todos los casos, machos y hembras se separan inmediatamente después de aparearse”, apunta el científico que continúa con el estudio del comportamiento sexual de este peculiar organismo.

Lo que sí se ha demostrado es que, al igual que las especies más recientes del orden de los Odonatos (con unas 6000 especies que incluyen también a las conocidas Libélulas), los machos de H. mirabilis son capaces de extraer el semen de los rivales del interior del cuerpo de la hembra. “Esto sugiere que este comportamiento tan especializado es muy antiguo en la evolución de los Odonatos”.  

 

 Con información de Agencia SINC | Comentarios de Proyecto Alterius

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