Diez batallas clave en la guerra humana contra la Naturaleza (II)
Hemos visto ya cinco de los conflictos ambientales más dramáticos de nuestros días y los siguientes no son menos importantes. Mirarlos y reconocerlos como propios, a pesar de la distancia, es fundamental para soportar la lucha de las comunidades que batallan localmente para detener el atropello a sus derechos y el despojo de sus bienes naturales.
6.-Minas de carbón destruyen sitios sagrados en Sudáfrica
La empresa de prospección minera Ibhuto-Coal ha propuesto abrir una mina de carbón a cielo abierto en KwaZulu-Natal (Sudáfrica). El proyecto llamado Fuleni se sitúa en el parque natural más antiguo de África, hogar del rinoceronte blanco (la frontera Hluhluwe-iMfolozi). Dos minas de carbón ya rodean la región del parque: Zululand Anthracite Colliery (propiedad de la empresa Río Tinto) y Somkhele (propiedad de Petmin).
Actualmente, ambas minas operan y han generado fuertes impactos a las comunidades locales: destrucción de los sitios sagrados, pérdidas de hogares, así como afectaciones en el agua, cultivos y biodiversidad de la región. Ante la propuesta de implantar el proyecto Fuleni, las comunidades afectadas se oponen a la intensificación de los impactos sobre sus medios de subsistencia y el ecosistema local protegido por el parque.
El 22 de abril de 2016, un millar de pobladores intentaron abortar la visita a la zona del Comité de Desarrollo Minero y Medio Ambiente (RMDEC por sus siglas en inglés). Los activistas de la comunidad tienen como lema: “dejar el carbón bajo tierra” (leave the coal under the hole) y parar la voraz economía extractiva.
Este lema se ha convertido también en una demanda compartida en muchos sitios del mundo, en donde comunidades marginadas se movilizan en defensa de sus derechos y de sus medios de subsistencia compartiendo el objetivo de calentamiento global. La movilización para frenar la explotación del carbón se da también en Sompeta, en Andhra Pradesh (India) y se suma a las campañas para dejar bajo tierra los recursos fósiles (“unburnable fuels”).
7 – Acaparamiento de tierras mortal en Guatemala
Tras la firma de los acuerdos de paz de Guatemala de 1996, dos familias descendientes de alemanes iniciaron la siembra de palma aceitera (1998) y de caña de azúcar (2005), para cual se produjo el acaparamiento de un tercio de la propiedad de las tierras del Polochic, un valle de tierras fértiles situado al noreste de Guatemala donde los procesos de reconcentración de tierras (más tierra en pocas manos) han dejado a la mayoría de población Q’eqchi’ sin acceso a la tierra.
Además, la población local denuncia el desvío de ríos, la deforestación activada por los cultivos y las intoxicaciones y enfermedades debido a la fumigación de la caña de azúcar. Este acaparamiento de tierras saltó a la opinión pública mundial en 2011 cuando fueron desalojadas 800 familias de 13 comunidades Q’eqchi’ que ocupaban parte de las tierras del Polochic que habían estado sembradas de caña. Esta ocupación había sido su única manera de sobrevivir (a partir de la siembra de maíz).
La población reclamó al Estado la compra de tierras; se abrió así un proceso de diálogo entre las partes; pero la negociación se rompió, hubo 800 familias desalojados, se quemaron los cultivos y las casas de los indígenas, y un campesino fue asesinado. Meses después fueron también asesinados dos campesinos y heridos de bala mujeres y niños por tiroteos de la seguridad privada de la empresa de caña.
Las instituciones del Estado y las familias empresariales defienden la propiedad privada y el negocio de estos monocultivos por considerar que traen desarrollo al área, mientras que comunidades locales y organizaciones diversas, denuncian la violación de derechos humanos (vida, alimentación y vivienda), así como la falta de acceso a tierra y a recursos naturales limpios para poder sobrevivir.
Este es uno de los 450 casos de conflictos de acaparamiento de tierras identificados en el EJAtlas y está dentro del 12% de casos donde ha habido muertes. Un caso similar es en Colombia la resistencia de las comunidades Afro-descendientes, y el caso del Bajo Aguán en Honduras.
8.-Vertidos ilegales de residuos tóxicos, en Somalia
Cada día generamos residuos domésticos, pero éstos solo son representan el 20% del total. El 80% son residuos industriales y entre éstos ocupan una proporción creciente los residuos electrónicos. La gestión de estos desechos se ha incrementado en las últimas décadas, debido a una legislación laboral y ambiental más exigente. Y esto ha dado lugar a exportaciones a menudo ilegales hacia los países del sur. Es es el colonialismo toxico.
Somalia representa uno de los casos más emblemáticos. Toneladas de residuos tóxicos han sido vertidas en las costas somalíes, ante el débil marco legal que comporta la Convención de Basilea (1989) sobre el control de los movimientos transfronterizos y eliminación de desechos peligrosos. El asunto adquirió una nueva dimensión en 2004, cuando un tsunami hizo aparecer en las playas somalíes contenedores con residuos radiactivos y desechos tóxicos, según denunció la oenegé Common Community Care (2006).
La misma oenegé indicó que un número indeterminado de pescadores había muerto a causa de las condiciones de salud en los lugares donde se encontraron los contenedores. Los residentes locales denunciaron casos de erupciones en la piel y muertes repentinas. Comunidades locales dieron cuenta también de la muerte masiva de peces.
La falta de control en la UE ha provocado que estos residuos tóxicos acaben en África. Y en esta mediación ha intervenido la mafia italiana. En 1994 la periodista italiana Ilaria Alpi fue asesinada en Mogadiscio con su operador de cámara Miran Hrovatin, cuando investigaba el caso de vertidos de residuos tóxicos a cambio de armas. La investigación parecía haber descubierto que tanto el ejercito italiano como los servicios secretos estaban involucrados en el caso. Un año antes había sido también asesinado Vincenzo Li Causi, agente de los servicios secretos italianos e informador de Alpi.
El vertido ilegal de residuos tóxicos, junto con la pesca ilegal por barcos extranjeros ha debilitado gravemente los medios de subsistencia de los pescadores locales. Diferentes fuentes sostienen que los piratas somalíes surgieron como una estrategia de defensa (al menos en sus orígenes), y por eso algunas redes de piratas adoptan nombres como guardas nacionales costeras voluntarias (National Volunteer Coast Guard). En 2009, una encuesta realizada por Wardheer News encontró que aproximadamente el 70% de las comunidades costeras locales “apoyan fuertemente la piratería como una forma de defensa nacional de las aguas territoriales del país”.
9.-Centrales nucleares en España, un conflicto fronterizo
Los planes para ampliar la vida de las nucleares en España han prolongado conflictos históricos ocasionados por la construcción de estas instalaciones. Uno de los focos calientes de estas protestas se sitúa ahora en la provincia de Cáceres, en donde las operaciones de la vieja central de Almaraz mantiene vivo el movimiento antinuclear.
Almaraz se ubica en el condado de Campo Arañuelo y cuenta con dos reactores de agua a presión que refrigeran con agua del embalse de Arrocampo, en el curso del río transfronterizo Tajo. Cada uno de los reactores tiene una capacidad aproximada de 1000 MW, mucho más de lo que se consume a nivel local en Extremadura.
Ecologistas en Acción ha venido denunciando un mal funcionamiento en Almaraz (que desmiente la empresa) mientras que la oposición local sostiene que la sucesión de incidentes, errores, paradas no programadas han afectado a elementos esenciales de su seguridad. Así, la permanente oposición a la vieja central adquiere tiene hoy un carácter transfronterizo conocido como el Movimiento Ibérico Antinuclear, que no sólo reclama la suspensión de operaciones, sino que levanta alarmas sobre potenciales conflictos de agua en la frontera: pues la central afecta el funcionamiento normal del Tajo y un potencial accidente podría convertirse en fuente de contaminación radiactiva. El próximo 11 de Junio se realizará una protesta transfronteriza en las calles de Cáceres.
10. -El ‘viento’ se lleva el bosque Kallpavalli, India
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La energía eólica es ampliamente promovida como una solución energética sustentable y socialmente deseable. Sin embargo, algunos grandes proyectos eólicos en el mundo están provocando a un creciente número de conflictos que van más allá de las subjetivas afectaciones al paisaje. Estos litigios ponen en contraste los beneficios de algunas grandes empresas, mientras los territorios son transformados en detrimento de sus sistemas sociales y valores ecológicos locales.
Un caso relevante se da en el estado de Andhra Pradesh (India), donde una exitosa iniciativa comunitaria para reforestar e impulsar actividades de subsistencia en el bosque Kallpavalli ha sido destruida por el proyecto eólico Nallakonda. El proyecto, propiedad de la empresa India Tadas Wind Energy, cuenta con un fuerte respaldo del gobierno nacional. La instalación de más de 60 turbinas Enercon ha deforestado las áreas restauradas, degradado tierras productivas y dañado las fuentes locales de agua.
En 2013, la comunidad afectada y diversas organizaciones constituyeron el Tribunal Verde de la India (National Green Tribunal), denunciando los impactos negativos sobre el pastoreo,la agricultura y la delicada biodiversidad de la región. La comunidad y organizaciones en defensa de los bienes comunes continúan enfrentándose a un proyecto que se prsenta como sostenible, pero que destruye la subsistencia y el ecosistema regional.
En el EJAtlas encontramos proyectos eólicos similares y de escalas mucho mayores (corredores eólicos de más de 15 mega-proyectos (Oaxaca, México) y la privatización de más de 16,000 hectáreas de tierras indígenas (Noreste de Kenia).
En todos ellos, la apropiación de tierras para la producción de electricidad “limpia” se convierte en el denominador común que afecta ecosistemas y comunidades marginadas y colocando a los proyecto de energía eólica mal diseñados como un asunto emergente para la justicia ambiental.
Cabe señalar que nos hemos centrado en conflictos fuera de nuestro territorio, ya que los problemas ecológicos de México son diversos y merecen una entrada propia en este espacio. Sin embargo, podemos afirmar que desde la embestida de las grandes mineras, hasta los derrames petroquímicos, pasando por los megaproyectos como plantas hidroeléctricas, trenes, grandes carreteras y aeropuertos, todos los conflictos que hemos revisado en estas notas tienen su equivalente en nuestro país.
Un efecto lógico si se entiende que estos procesos son orquestados por la misma élite que domina a las grandes empresas transnacionales, las cuales replican este modelo de “desarrollo” por todo espacio que cuente con un alto valor en recursos naturales. Pero como hemos dicho anteriormente, no podemos permitir que el atroz sistema nos vuelva cómplices mudos del ecocidio permanente y por eso estos procesos tiene un lado positivo; la unión de múltiples sectores de la sociedad civil que están determinados a proteger los valiosos territorios. Una lucha donde podemos participar de inmediato compartiendo esta información y sobre todo revisando nuestros hábitos de consumo.
Con información de La Vanguardia.