El deporte y la construcción del tejido social

El Secretario General de la ONU, Ban Ki-Moon expresó el 6 de abril de 2016 que el deporte es un instrumento único y poderoso para la promoción de la dignidad y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana. Concluyó que es una fuerza impulsora del cambio social positivo. Esto es así porque el deporte expresa la posibilidad de expresar un hacer, un sentir y un pensar en determinada disciplina o en el hecho simple de caminar libremente. El deporte expresa una posibilidad social que tiene nexos con lo político y lo económico, así ha sido en todos los tiempos, y las sociedades con sus normas e instituciones definen el papel y relevancia del deporte.

En la Declaración de la Agenda 2030 para un Desarrollo Sostenible se reconoce el papel del deporte en el progreso social. En la Resolución de la Asamblea General de la ONU 70/1 “Transformar nuestro mundo: la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible”  se describe el papel del deporte como un facilitador del desarrollo sostenible, es un factor que promueve la paz y el respeto, permite el empoderamiento de las mujeres y jóvenes, las personas y comunidades así como ayuda en la consecución de los objetivos en materia de salud, educación e inclusión social. El deporte es, debe ser, un derecho de toda persona, porque su desarrollo permite al mismo tiempo el disfrute de otros derechos.

El educador y psicólogo social Carlos Bonilla señala en su artículo Juego, Educación y Moral que el deporte es “una práctica social de connotaciones histórico-sociales, que se expresa mediante la ejecución de actividades rígidamente controladas por normas e instituciones, ejecución que requiere de habilidades y destrezas especialmente entrenadas y donde el interés primordial es la competencia con la naturaleza o con los semejantes”. En ese marco, y sólo considerando lo relativo a la competencia que señala el autor, ocurre que desde el surgimiento de los Juegos Olímpicos Modernos la práctica del deporte entró en un creciente proceso de formalización y especialización asociado a diversas variables económicas y políticas, lo cual tuvo su mayor visibilidad tras la Segunda Posguerra donde el deporte adquirió un grado inédito de sofisticación, y al mismo tiempo, se convirtió en una forma de expresión política desde la hegemonía que imponían dos superpotencias: USA y URSS.  El deporte entonces mostró un estatuto político y cultural, poco deseable quizá, empero las naciones del mundo dirigieron crecientes recursos para fortalecer sus estructuras deportivas en una vertiente competitiva.

Desde los años cincuenta, y aún tras la caída del Muro de Berlín y la desintegración de la antigua Unión Soviética, se ha conocido un deporte de records, de compleja disciplina, de alta formalización, de cuantiosas inversiones económicas, de nexos crecientes con la economía global y con el reino de la marcas; para unos, este es el deporte de la competencia, de los récords y los medalleros, para otros, es el deporte de la competencia que hace a un lado su vertiente social, que reproduce las mismas lógicas de poder  económico y político, y que expresa la división económica y de poder mundial entre las potencias y los países periféricos.

Como sea, ahí está el deporte olímpico donde terminó prácticamente la era amateur, la cual dicho sea de paso nunca existió del todo, pues cada país encontró el modo de “apoyar” a sus deportistas. Ha de decirse que en esta vertiente del deporte como espectáculo, record, economía y supremacía, a nuestro país nunca le ha ido del todo bien, la justa deportiva es en realidad la fiesta de diez naciones, en cambio, la mayoría de los países que participan, apenas figuran en el cuadro de medallas, no es consuelo, es otra vez la política y la economía ligadas al deporte.  El deporte expresa, de una forma u otra, una geopolítica mundial.

Por otro lado, en sí mismo el deporte es norma e institución, es por tanto una forma de conocer límites, pero también alcances, las personas practican juegos que tienen reglas, que exigen capacidades físicas e intelectuales, y con ello al mismo tiempo se logra la cohesión social.   

 El deporte expresa, de una forma u otra, una geopolítica mundial.

Teóricos sociales como Norbert Elías y Eric Dunning en Deporte y ocio en el proceso de civilización, explican que las actividades deportivas recreativas son un distintivo común a la humanidad ya que se han encontrado este tipo de prácticas de forma semejante en sociedades distintas, es por ello que resultan un factor homogeneizante y posibilitan como, se ha señalado, la cohesión social.

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En este sentido existen análisis sobre el poder del deporte como reconstructor del tejido social. Elvia Correa Gil, Gloria Montoya Cuervo y el Grupo Cultura Somática Línea Construcción Social del Instituto de Educación Física de la Universidad de Antioquía de Colombia, realizaron una investigación sobre como el deporte puede ser una práctica de intervención social; este grupo explica que el deporte facilita la promoción e incorporación de sistemas de valores, ya que estos al conjugar reglas y normas, así como habilidades y capacidades de quienes intervienen en el deporte, entran a constituirse en una verdadera preparación para la vida, basándose en la transferencia inconsciente, que desde el campo deportivo se hace a la vida cotidiana, permitiendo por ello una coherencia entre lo que se postula y lo que se practica en los espacios de formación.

El deporte es, debe ser, un derecho de toda persona, porque su desarrollo permite al mismo tiempo el disfrute de otros derechos
Los investigadores señalan que la importancia de realizar la intervención por medio del deporte radica en el carácter de sociabilidad que estas prácticas poseen desde las lógicas colectivas o individuales de acción y de comunicabilidad. Así, al enseñar expresiones motrices, es decir deportes o juegos, no se enseña sólo gestos o habilidades, sino también estructuras, reglas, principios organizadores y las relaciones que se generan en estas, por ello, las expresiones deportivas son portadoras en sí de valores personales y sociales. Concluyen que la razón por la que estas actividades son importantes es porque a través de las interacciones y conductas motrices, sean estas en deportes en conjunto o individuales, forman y rescatan valores como: autoestima, cooperación, amistad, convivencia e integración  en y entre los diferentes grupos participantes.

En la práctica se han aplicado programas donde se integra el deporte como forma de cohesión social. Por ejemplo el Instituto Barcelona Deportes tiene entre sus líneas de acción la llamada “Deporte y cohesión social” donde se utiliza este mecanismo de acción directa para adolescentes así como ayuda el establecimiento de programas solidarios; también en Colombia se estableció la Ley 181 de 1995 cuyo objetivo principal es la creación del Sistema Nacional del Deporte que persigue brindar a la comunidad oportunidad de la práctica del deporte, así como la participación comunitaria a través de un conjunto normativo. Asimismo, en la Ley General de Cultura Física y Deporte publicada en el DOF el 7 de junio de 2013 y cuya última reforma es del 1 de junio de 2016 asienta en sus disposiciones generales el desarrollo de la activación física, la cultura física y el deporte como medio importante en la prevención del delito.

 

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