El futuro de los alimentos está dentro de tu computadora
“¿Y si… construimos una granja digital? Una granja digital mundial. ¿Y si tomaran ésta manzana, la digitalizaran de alguna manera, la enviaran a través de partículas en el aire y la reconstruyeran en el otro lado?“. Son palabras de Caleb Harper, investigador del MIT y creador del proyecto Open Agriculture. Una idea revolucionaria, tan esperanzadora como polémica, que sin duda se constituye como una de las grandes apuestas para resolver la potencial crisis alimentaria que estamos por vivir a nivel global.
Como bien dice Harper, el Homo sapiens ha creado un “milagroso” sistema que sostiene la producción alimentaria para 7000 millones de personas con solo unos pocos involucrados en el proceso de producción agrícola. Ese milagro solo puede deberse a la explotación laboral más grande de la tierra; auténtica esclavitud moderna que conduce a otro problema identificado por Caleb Harper, el rechazo de la actividad agrícola en las nuevas generaciones.
Un fenómeno que, solo por poner un ejemplo, en México se traduce en el abandono del campo y la migración a las grandes urbes. El mismo problema que Caleb reconoce en otros lados del planeta: “La agricultura japonesa no tiene juventud, ni agua, ni tierra, ni futuro. Los niños se han ido a Sendai y Tokio, la tierra está contaminada, importan el 70 % de sus propios alimentos. Pero no es exclusivo de Japón, solo el 2 % de la población estadounidense está implicada en la agricultura. El 50 % de la población africana es menor a 18 años y el 80 % no quiere dedicarse a la agricultura porque es difícil. La vida de un pequeño agricultor es miserable. Se van a la ciudad. En India: las familias de los agricultores no tienen los servicios públicos básicos, ha habido más suicidios de agricultores este año que en los 10 años anteriores. Es incómodo hablar sobre esto. ¿A dónde van? A la ciudad. No solo los jóvenes, todo el mundo va a la ciudad. Entonces ¿cómo podemos construir esta plataforma que inspire a los jóvenes?”.
La propuesta de Caleb es radical por su simpleza, se trata de extraer el código que hace crecer a una planta y replicarlo. Pero no es la lógica de la biología sintética, sino la replicación de lo externo. La idea es simple desarrollar computadoras que produzcan alimento, por un lado sustituir la tierra por un sustrato que contenga los nutrientes necesarios para crecer cualquier planta y diseñar un ordenador que replique el clima exacto que requiere una planta para desarrollarse de la mejor forma.
Computación y robótica para la creación de las máquinas, análisis matemático para encontrar los rangos óptimos de cada especie y no solo replicarlos localmente, sino enviarlos por correo en archivos que pueden ser desplegados a miles de kilómetros de distancia.
En lugar de caminar hacia el control de las semillas, como lo hacen trasnacionales como Monsanto, Open Agriculture desarrolla su investigación en la simulación del clima. Dos cosas son notablemente distintas; una es que esa manipulación climática realmente se logra en ambientes controlados (algo imposible para la tecnología transgénica aplicada en campo) y la otra, la más radical, es que toda la tecnología es abierta (puede descargarse y aplicarse sin restricciones). Si Monsanto, DuPont, DOW y empresas similares, caminan con la clara intención de patentar, controlar y comercializar, Open Agriculture avanza con la lógica de compartir: “Todo es de código abierto, todo está en línea”. Pueden ir a la página oficial del proyecto, descargar los planos y construir su primera computadora de alimentos. Pero como dice Harper “Va a ser difícil, les advierto. Estamos comenzando, pero todo está ahí“.
La propuesta de Caleb puede ser polémica, implica un cambio radical en la producción alimentaria. Uno donde la dependencia de la tecnología resolvería la sobreexplotación de la tierra y anularía la absurda red de transporte global, que es incluso más costosa que la propia producción de alimentos. Pero que nos haría dependientes de la producción energética para sostener esa red de computadoras global.
Nos haría “agricultores” a todos, sin la necesidad de conocer demasiado sobre la producción de hortalizas, sino más bien programando (en entornos gráficos tan simples como los del horno de microondas) lo necesario para hacerlas crecer. Pero al depender de un sistema de conexión global, también habría múltiples riesgos asociados tanto al control por parte de las empresas que dan el servicio de Internet localmente, como por los Gobiernos que podrían detener la producción alimentaria a su antojo o ataques terroristas de lógica hacker… aunque por otro lado, algún experto en dichas tecnologías podría derrocar gobiernos corruptos desde la comodidad de su casa.
El escenario es propio de la Ciencia ficción pero es una realidad. Desde mi perspectiva, es un ejemplo apasionante de como las nuevas tecnologías cambiarán radicalmente nuestra concepción del mundo; uno donde la persona común podrá intervenir cada vez más de manera directa, en tanto sigamos avivando el interés y facilitando las formas de hacerlo.
En lo personal, valoro la labor agrícola y el contacto con la tierra, he desarrollado proyectos de agricultura urbana desde el 2012 y sé del cambio radical que implica producir tu propio alimento. Pero debemos ser realistas, las posturas primitivistas son insostenibles. La población humana seguirá avanzando tecnológicamente y proyectos como estos podrían resolver ese impulso casi natural del Homo sapiens sin continuar con la explotación insostenible del ambiente y de la propia especie humana. No se trata de pensarla como una respuesta total, sino como parte de la solución. Ni el retorno a lo primario, ni la hipertecnificación, el futuro solo puede equilibrarse si encontramos la forma de acompañar a la biósfera, sin explotarla, ni renunciar a nuestra potencia creadora.
Por cierto, Open Agriculture tiene una base de desarrollo en México, específicamente el City Farm de Guadalajara, aquí les compartimos un vídeo sobre esto:
Texto de Jesús Vergara | Información de TED y Open Agriculture MIT.