Las organizaciones sindicales y los retos como nuevos sujetos obligados
Gabriel Alejandro Pérez García (Ciudadano integrante de CIMTRA Jalisco)
Las organizaciones sindicales en México han representado a un sector de la sociedad cuyo comportamiento institucional y organizacional se ha caracterizado por el clientelismo y la opacidad, tipos de corrupción cuya aplicación les ha permitido mantener una coacción a sus agremiados para el servicio del Estado. A esta relación de Estado-sociedad (que yo más bien llamaría sindicalismo-Estado) se le conoce como corporativismo.
El concepto del corporativismo se ha abordado desde diferentes disciplinas científicas con base en sus implicaciones económicas, sociales, filosóficas, jurídicas o políticas. Para su estudio desde la Ciencia Política, la definición más abordada es la de Philippe Schmitter:
Sistema de intermediación de intereses en el cual, las partes constitutivas están organizadas dentro de un número limitado de categorías singulares, obligatorias, jerárquicamente ordenadas y funcionalmente diferenciadas, reconocidas o autorizadas (si no creadas) por el Estado, a las que les concede un deliberado monopolio de representación, dentro de sus respectivas categorías, a cambio de seguir ciertos controles en su selección de líderes y articulación de demandas y apoyos.[i]
El contexto histórico que dio origen al corporativismo en México se remonta a las consecuencias del proceso revolucionario. Sin embargo, fue hasta 1934 con la llegada al poder de Lázaro Cárdenas del Río cuando se institucionalizó el corporativismo como parte del sistema político mexicano. Cárdenas le cambia el nombre al Partido Nacional Revolucionario (PNR) a Partido de la Revolución Mexicana (PRM), bajo el lema de “Por una democracia de los trabajadores”, iniciando así el cardenismo.
Durante el cardenismo se establecieron las reglas y valores de un partido que funcionaría como instrumento del presidencialismo a través de una inmensa red de organizaciones sindicales, patronales y campesinas. Fue así como el corporativismo se convirtió en un arreglo político ideal para la creación de un sistema autoritario y corrupto a pesar de que la mayoría de los mexicanos no formaran parte de ninguna organización sindical o partidista.[ii]
Así, el sistema político corporativista en el que los grupos sindicales estaban al servicio del presidente a cambio de favores clientelares para el control social de la población se mantuvo durante los gobiernos de todos los presidentes del partido en el poder; pues no solo era una herramienta para el control político y social, sino también para la toma de decisiones en economía política de acuerdo a los intereses de los presidentes, quienes utilizaban al trabajo como una variable de ajuste macroeconómica mediante el control de los trabajadores y la producción a través de los sindicatos.[iii]
Es verdad que la actualidad, el poder de los sindicatos se ha ido reduciendo y su influencia en el gobierno dista mucho de ser lo que era en el siglo XX, sin embargo; al interior de los partidos aún existen grandes cúpulas gremiales que buscan llegar al poder para mantener y beneficiar a sus sindicatos mediante la entrega de recursos públicos y beneficios extraoficiales. De ahí que los partidos se resistan a dejar de buscar el favor de las organizaciones sindicales, pues aún continúan siendo instrumentos de manipulación política a su servicio, con la capacidad de movilizar masas mediante prácticas clientelares, demagógicas y de extorsión.
No es un secreto que varios sindicatos, en especial aquellos que representan a trabajadores al servicio del Estado, cuentan increíbles prestaciones para sus líderes y agremiados, en cambio; la forma en que administran sus recursos, la forma en que interceden para incluir a personas en las nóminas de las instituciones del Estado, así como toda la documentación que se genera de sus actividades; siguen siendo un secreto para la sociedad Mexicana.
Con la reciente reforma constitucional en transparencia, los sindicatos han sido incluidos como sujetos obligados, por lo que deberán ser transparentes y rendir cuentas de los recursos que ejercen o de lo contario sujetarse a las sanciones a que haya lugar en caso de incumplir con este mandato legal. Sin duda se presentarán resistencias como ya las presentaron las cuotas sindicales en el congreso durante el proceso legislativo de la reforma en mención, por tal motivo; será una responsabilidad de los ciudadanos y agremiados a un sindicato, el exigir cuentas a los líderes y evaluar sus prácticas en transparencia, gestión y representación sindical tal y como lo hacen a sus representantes en los gobiernos. Solo así se podrá terminar con la antidemocrática influencia que aún existe del aparato corporativista en el Estado mexicano.
[i] De la Garza, E. (1994). “El corporativismo: teoría y tradición” en Revista Iztapalapa, No. 34, UAM, México, pp. 11-28
[ii] Meyer, L. (sin fecha). “El corporativismo mexicano en los tiempos del neoliberalismo” en http://www.lorenzomeyer.com.mx
[iii] Óp. Cit. De la Garza, E. (1994)