Anagrama: Los años se cuentan en letras
Por Emmanuel Medina / @emmanuelmedina
En 1969, 50 años atrás y unos días, el joven Jorge Herralde, nacido en Barcelona en 1935, se lanzó a la aventura profesional más improbable para hacer alcancía y fondos para el retiro en Hispanoamérica: fundar una editorial.
Era el 23 de abril de ese año convulso, en un mundo que se sacudía las utopías a punta de gases lacrimógenos y ácidos lisérgicos y donde las letras fundaban metáforas para una sociedad que, según los creyentes, se regía bajo la Era de Acuario y, los intelectuales, por el boom latinoamericano que encabezaba Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa.
Pero la naciente editorial catalana no creía en signos del zodiaco ni en esfinges literarias: veía la luz con la óptica de traducir lo más transgresor de las letras inglesas, en un principio, con un sutil olor a fracaso, por lo inaccesible y caro de los derechos de esos escritores.
Sería hasta 1975 que la naciente casa editorial llamada Anagrama tendría su primer best seller: “Cuatro Tesis Filosóficas” de Mao, que la pondrían en el ojo literario español y le valdrían su primera buena reseña en el prestigiado periódico El País.
Con medio siglo cumplido, en el último año de la década que se acaba de esfumar, esta travesía editorial tiene una impronta reconocible hasta para quienes no consumen literatura habitualmente, a pesar de sus valientes y sufridos inicios con ediciones baratas, de papel corriente, y que en sus minúsculas oficinas catalanas ocurría “el desmadre más explícito”, como lo define el mismo Herralde en su libro “Un Día en la Vida de un Editor”, por la acumulación de textos para traducir de intelectuales imposibles de tratar; autores nóveles que llegaban cargando sus ideas más exóticas; editores en quiebra, buscando al joven editor para hacer coediciones con aroma a fracaso y las maquinaciones de volúmenes, coloreados con sus clásicas portadas amarillas y un recuadro ilustrado, enmedio.
Pasando caja, la alcancía sí acabó creciendo, el prestigio se fue a los cielos y el resultado ha sido convertirse en una casa editorial fundamental, para la historia de la literatura en español.
No parece existir un hogar, desde la independentista Cataluña hasta la intrigante Argentina, pasando por el analfabetismo funcional de México, donde no haya un buen lector y exista, al menos, un libro de Anagrama: prestigiada marca registrada, también, de un galardón anual, El Herralde de Novela, donde se abre las puertas a autores que empujan los límites de la literatura más convencional y con nombres fundamentales para las letras que define el siglo como Ian McEwan, Patrick Modiano, Michel Houllebeck, Irvine Welsh, Ricardo Piglia, o la honorable representación mexicana bien cimentada con Álvaro Enrigue y el jalisciense Juan Pablo Villalobos, uno de los últimos en recibir este galardón, con la exquisita y sarcástica aventura literaria llamada “No Voy a Pedirle a Nadie Que Me Crea”.
Permitáseme el paréntesis: deje de leer este artículo y corra a leer esta novela.
DE ANIVERSARIO
Para el festejo, justo a mediados del 2019, Jorge Herralde y su equipo hizo corte de caja y decidió reeditar, en versiones con portadas más acordes al gusto milenial, es decir, coloridas e intrigantes, clásicos de su catálogo para acercar a nuevos públicos el espíritu de búsqueda y emoción de sus primeros años: así, la estrambótica vida de un joven bueno para nada, delirio recabado en la histriónica “La Conjura de los Necios”, de John Kennedy Toole, regresó a las librerías junto a ese descarnado retrato, en cuatro actos, de la Guerra Civil Española -y de cualquier guerra, en última instancia- vertida en la conmovedora “Los Girasoles Ciegos”, de Alberto Méndez, así como el retrato musical de los amores imposibles de un melómano en la adictiva “Alta Fidelidad”, de Nick Hornby, por nombrar algunas de estas maravillas para iniciar, con el pie derecho y los ojos bien afilados, esta década inmersos en los laberintos de la narrativa, por nombrar sólo alguna de la media centena de las actualizaciones de aniversario.
En el ramo de no ficción no se debe perder de vista el reciente estreno en español de “Mythos”, la recreación de la vida descarada de los dioses griegos, bajo la pluma del actor inglés Stephen Fry, todo un éxito en su país natal; así como los ensayos convertidos en crónicas humanas de Emmanuel Carrère en libros indispensables como “El Adversario”, retrato implacable y real de un mentiroso compulsivo transformado en asesino serial o su disección de la vida de uno de los autores de ciencia ficción más renombrados, Phillip K. Dick en “Yo Estoy Vivo y vosotros Estáis Muertos”.
Así, el catálogo de Anagrama es un excelente sendero del que los que aún creen en ese objeto llamado libro no deben apartarse.
Que así sea.