La paternidad y la vulnerabilidad

Inspirado en dos piezas: un diálogo de la serie The Good Doctor y en un texto publicado por Sopitas; comencé a reflexionar sobre la vulnerabilidad y el amor.

Ambas piezas invitan a pensar sobre los efectos del amor y de la paternidad en sentirse vulnerables. En The Good Doctor dialogaban sobre cómo un personaje no se enamoraba ni quería tener hijos porque tenía miedo a ser vulnerable, débil. En el texto de Sopitas, escribe sobre cómo la paternidad te hace vulnerable, sobre cómo nadie te prepara para ser padre o madre y mucho menos de una o un hijo enfermo: la vulnerabilidad está ahí.

Soy papá de Luis Javier y aunque pudiera hablar de lo que siente Elisa, por conversaciones que hemos tenido, no quiero hablar por ella ni hablar por lo que sienten las madres, porque eso no tengo argumentos para hacerlo, solo tengo palabras de agradecimiento eterno y afirmar que estoy en una lucha por ponernme en sus zapatos. Pero hoy quisiera escribir solo de lo que yo pienso y porqué coincido con las piezas citadas sobre la vulnerabilidad que significa la paternidad.

 

Y es que bien lo dice Sopitas, nadie te dice cómo ser padre, pero además de ello, vivimos en un engaño permanente, la bibliografía y la mercadotecnia te invita a la paternidad con una promesa de recuerdos inolvidables en los parques donde juguemos, en los viajes hermosos y en la lactancia perfecta donde se une el vínculo entre madre e hijo para siempre; sí pasan esas cosas y sí son grandes recuerdos, pero también son grandes recuerdos aquellos que nos han significado vulnerabilidad.

Uno es vulnerable cuando el bebé duerme y de repente la loca de la casa, la imaginación, nos hace dibujarnos complicaciones de sueño y pensar: ¿está respirando bien?, y la vulnerabilidad se presenta: si no estuviera haciéndolo, no hay nada que hacer, si lo está haciendo y todo está bien, tampoco hay nada que hacer.

Uno es vulnerable cuando la fiebre sube a niveles de preocupación, cuando el humor del bebé está por los suelos, uno es vulnerable, se le contagia el estado de ánimo y hay poco por hacer: claro, está la medicina, las vacunas, las llamadas en la madrugada al pediatra, pero uno es vulnerable: no hay certeza en muchas cosas o mejor dice, la certeza está en pocas cosas.

Las paternidades son distintas en esencia, es decir, por naturaleza ninguna, ninguna paternidad en el mundo es similar; eso nos hace vulnerables por excelencia, nadie puede darnos un consejo sobre nuestra paternidad completamente acertado, lo tomamos y lo aplicamos a nuestro modo, porque la duda nos invade, si aplicamos ese consejo y no otro, ¿nos estaremos equivocando? La vulnerabilidad se evidencia diario.

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No hablo de la vulnerabilidad de las mujeres, que en este país con desigualdad sistémica es mayor a la de los hombres. Para muestra, en alguna ocasión unos amigos me contaron que en un incidente en un avión un hombre juzgó a la madre del bebé por dejar la lactancia y afirmó que por eso, el bebé presentaba malestar: tuvieron que bajar del avión. No solamente somos vulnerables, sino que la falta de solidaridad y sororidad aumenta estos niveles de vulnerabilidad.

La vulnerabilidad es inherente a la paternidad, pero además de ello, vivimos en una sociedad que hace de esa vulnerabilidad algo insufrible: desde la institución más cercana, pasando por la amistad, por el ambiente laboral y las condiciones de trabajo, los medios de comunicación y la sociedad en general.

Ser padre es ser vulnerable, quienes son padres lo saben. Quizá por ello hay quienes deciden no serlo, porque la vulnerabilidad no va con ellos y es muy comprensible, a ningún ser humano le gusta ser vulnerable.

Quien decide ser padre o madre se pone de frente a la vulnerabilidad, se pone de frente a no tener control de las circunstancias, se pone de frente a sentirse frustrado.

Hoy la paternidad nos exige a quienes somos padres,  buscar espacios públicos que ayuden a reducir esa vulnerabilidad: ciudades amigables con bebés y con los padres, sistema de salud amigable para ello, literatura que ayude a los padres que tienen bebés con alguna discapacidad o enfermedad, gobiernos, leyes e instituciones que ayuden a disminuir esa vulnerabilidad.

A quienes deciden ser padres: bienvenidos a la vulnerabilidad.

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