Inauguran “Brassaï. El ojo de París”, la primera gran expo del año en Bellas Artes
Brassaï. El ojo de París es la primera gran exposición que se inaugura este año en el Museo del Palacio de Bellas Artes. Se trata de una retrospectiva del artista húngaro Gyulá Halász, mejor conocido como Brassaï, quien retrató los paisajes más profundos del París del siglo XX a través de sus personajes.
Cautivado por la vida de la ciudad de París, el fotógrafo se sintió irresistiblemente atraído tanto por escritores y artistas de Montparnasse, como por los maleantes, las prostitutas y otros habitantes de los legendarios bajos fondos parisinos, que improvisó una agencia fotográfica en la que él era el único empleado.
En la ceremonia de inauguración, la secretaria de Cultura, Alejandra Frausto, describió a Brassaï como “un artista completo que hace pinturas con la fotografía”. También, destacó el legado del gran artista que revolucionó a la fotografía de su tiempo.
A principios de 1930 empezó a hacer sus propias fotografías y pronto descubrió que su mayor talento residía en ese medio que antes había despreciado. A fin de reservar su nombre auténtico para las pinturas, el fotógrafo, músico, dibujante, cineasta, escritor, escultor y creador de tapices, firmaba sus caricaturas como Brassaï, es decir, “de Brassó”, seudónimo que las fotografías harían famoso en el París de los años treinta.
La obra del artista llega por primera vez llega a México, gracias a la colaboración entre el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL) y la Asociación Amigos del Museo del Palacio de Bellas Artes. Además de la colaboración de Philippe Ribeyrolles, sobrino del artista y fotógrafo, quien participó activamente en la realización de la muestra como representante de la Estate Brassai Succession.
Por su parte, la subdirectora general de Bellas Artes, Laura Ramírez Rasgado, en representación de la Directora General del INBAL, Lucina Jiménez, resaltó que en esta exposición, Brassaï. El ojo de París, se conoce al artista de enorme talento intelectual que al igual que con otros grandes pioneros en diversas formas del arte, es referente de “nuestra forma actual de percibir la modernidad, su espacio público, sus hallazgos, violencias y grandezas”.
Brassaï. El ojo de París, cuya curaduría está a cargo de Peter Galassi, antiguo conservador y jefe del Departamento de Fotografía del Museum of Modern Art de Nueva York (MoMA) y uno de los mayores expertos en la obra del fotógrafo, no sigue, a diferencia de muchas otras retrospectivas, un orden cronológico: está distribuida en 12 secciones temáticas, las cuales resultan, a menudo, muy diferentes entre sí, haciendo evidente la gran diversidad del trabajo de Brassaï.
La exposición está montada a través de doce módulos. El primero de ellos es Personajes, el cual revela fragmentos internos de los habitantes de la Ciudad luz en su dimensión cotidiana. París de día, en el que el acercamiento de la lente al tronco de un árbol puede ser lo que el observador decida.
El siguiente es Minotaure, hojas de la mítica revista editada en 1933 para la que colaboró con Dalí, ilustró textos de André Breton y publicó fotos de Picasso en su estudio. Después Grafiti, acercamiento a esta expresión citadina, donde los relieves en los muros callejeros detienen el paso del caminante.
Lugares y cosas es un paseo por paisajes y objetos que se agigantan mágicamente, como la sombra del perfil de Hitchcock en un trozo de columna. París de noche es un atisbo íntimo y casi pictórico a personajes que trabajan al abrigo de la oscuridad. Desnudos, epidermis y formas de hombres y mujeres que imantan la mirada.
Sociedad presenta la tertulia de personas engalanadas que se reflejan sin darse cuenta. Placeres, secuencia casi cinematográfica de un cliente en busca de su dama de la noche, desde la puerta de entrada, rumbo a la coronación de su deseo. Sueño, abandono que atrapa a la gente en lugares públicos. La calle, donde el tripié de Brassaï, cercano a su cigarro encendido, fue el horizonte de su mirada. Retratos, que inmortalizaron a Jean Genet, a Miró, a Henry Miller, al joven Dalí con su Gala, en una imagen que revela al inmenso artista, constructor de imágenes caleidoscópicas.
Con información del INBA.