Hay racismo en América Latina y se está incrementando contra venezolanos y nicaraguenses en Colombia, Brasil y Costa Rica
La xenofobia es una costumbre sin tierra. Y es que si creíamos en la hermandad latinoamericana y la excepcionalidad de Trump, lo que está pasando en Colombia, Brasil y Costa Rica contra los migrantes forzados procedentes de la crisis económica de Venezuela y de la crisis política de Nicaragua tiene que hacernos reflexionar más a fondo.
Empecemos por el caso de Pacaraima, en el estado de Roraima, en el norte de Brasil, que colinda con Venezuela. Un grupo de vecinos se enfrentó con venezolanos que vivían en un campamento improvisado en la calle, pues decían que habían robado a un comerciante del lugar, por lo que destruyeron los campamentos y obligaron a mil doscientas personas ahí asentadas a volver a la frontera.
El pasado sábado, por otra parte, en San José, Costa Rica, se convocó a una manifestación contra el masivo ingreso de nicaraguenses, misma que se realizó con éxito por un centenar de personas. También se ha registrado la presencia de grupos que se organizan para lanzar consignas antimigrantes en El Parque de la Merced, de la capital, conocido por ser un sitio de concentración de la migración nicaraguense.
En el caso de Colombia, se ha propagado un sentimiento antivenezolano que ya ha resultado en ataques directos y discriminación cotidiana. Paradójicamente, durante el desplazamiento forzado de colombianos por la guerra, Venezuela recibió a cinco millones de refugiados. Ahora que la circunstancia se invierte, no esta existiendo reciprocidad en el ciudadano de a pie.
Y ya que estamos en eso, ¿Cómo tratamos en México a los migrantes centroamericanos?
2 comentarios
[…] es una noticia que nos alegra. Como habíamos contado en una nota hace algunos días, en Costa Rica, Brasil y Colombia han existido expresiones racistas contra la […]
[…] hemos cubierto las diversas perspectivas de la cultura migrante. Desde sus razones, la lógica del desplazamiento (muchas veces forzado), hasta los daños físicos. Eso, sin hablar de la hipocresía de los […]