“Exploro temas tan duros como el hambre y la destrucción sistemática de nuestro país”: Edwin García
El artista gráfico venezolano Edwin García ha desarrollado una obra plástica que se vincula con la realidad de su país. Ante un contexto de crisis tanto social como económica, este joven artista de 33 años sabe que el vinculo entre arte y sociedad es más indispensable que nunca. De esta manera, ha buscado la reflexión y la crítica de su realidad social mediante la creación artística. Esta consigna, en la que busca la transformación sensible de su país, lo ha llevado a encontrar nuevas pulsiones estéticas en la técnica del grabado, en la cual se especializa. Estas pulsiones lo han conducido a terrenos poco explorados por artistas de su generación.
Edwin García ha volcado su visión estética en la técnica conocida como Mokulito, la cual es un sistema de impresión artística japonés que surge en los años setentas, inventado por el grabador Ozaku Schis. A través de la exploración de esta técnica y de otras, el grabador venezolano tiene como temas esenciales en su lenguaje plástico la diáspora de venezolanos, el encierro psicosocial, la opresión, la carencia, la protesta social, la corrupción y la destrucción sistemática de su país desde lo gubernamental. A este respecto, Tercera Vía conversó en exclusiva con el artista para conocer su visión artística, cómo es la vida de un artista en Venezuela, así como la forma en que el arte venezolano dialoga con el resto del mundo.
¿Cómo es la vida de un artista visual en Venezuela?
En estos momentos creo que es bastante compleja, en especial desde el punto de vista operativo y logístico, debido a la gran cantidad de limitantes económicas, técnicas y de espacios con las que lidiamos hoy día. No obstante, el contexto político y económico actual es también una especie de caldo de cultivo del que nacen muchas ideas, proyectos y planteamientos artísticos en torno al abordaje, la reflexión y la transformación sensible de nuestro contexto desde el arte.
¿Cómo se vincula tu producción artística con la realidad de tu país?
¿De dónde parte tu trabajo artístico y hacia dónde va?
Parto esencialmente de mi propia sensibilidad, utilizo la imagen como una metáfora de distintos momentos, asuntos e inquietudes que me generan interés. Por ejemplo, en Transmigración, hay una carga emocional muy fuerte en donde las aves se convierten en una especie de alteregos propios y ajenos con los que todos jugamos y desde los cuales somos y actuamos. El asunto de la crisis social que vivimos es algo innegable e ineludible para mí y para cualquier venezolano, por lo que muchos de mis trabajos parten desde esas inquietudes y reflexiones en este momento. Creo que mi trabajo va hacia donde el mismo oficio y el repensar sobre éste me ha ido conduciendo, a nivel plástico, por ejemplo, voy hacia la integración cada vez más intrincada de distintas técnicas gráficas para elaborar un lenguaje híbrido, y desde lo conceptual, voy hacia la ampliación del discurso, desde mis temáticas centrales, para abarcar los diversos aspectos que me inquietan como venezolano y como artista. También considero que mi obra gráfica va hacia el intento por abrir canales de reflexión sociocultural y política desde la sensibilidad y la metáfora.
¿Cómo defines tu obra?
La defino como una propuesta esencialmente intimista, reflexiva y sensible que pretende acercar al espectador a la sutileza y complejidad de la obra gráfica, dado mi oficio de grabador, pero además es una propuesta que se vale de recursos como el dibujo, la fotografía y el collage para enriquecerse y dilatarse técnica y conceptualmente. También considero que mi obra es un reflejo de distintos momentos o pausas dentro de mi investigación plástica, lo cual hace que ésta vaya evolucionando paulatinamente y dé cuentas sobre diversos tópicos, tanto en lo emocional como en lo temático, por lo que es un trabajo en constante construcción, dado que considero fundamental los procesos de investigación y reflexión como herramientas inherentes al artista contemporáneo para el desarrollo de una propuesta plástica, más aun en la sociedad del conocimiento y la información de hoy día.
¿Cuál es la salud del arte contemporáneo en Venezuela?
¿Cuál es tu opinión al respecto del arte que se hace en tu país en relación con lo que se está haciendo en otras partes del mundo?
Sostengo, como lo mencionaba, que el arte venezolano sigue siendo y estando a la altura del arte internacional en cuanto a calidad discursiva y técnica. Probablemente a nivel sensible, emocional y de compromiso social pues hay una tendencia en muchos de nosotros a abordar la difícil situación que vivimos actualmente como país desde nuestras propuestas y nuestras posibilidades como artistas. Si exploramos desde el grabado lo que estamos haciendo aquí y lo vinculamos con el grabado internacional, me parece que la sinergia es bastante buena, tal vez con menor presencia de artistas venezolanos en los concursos internacionales de gráfica, pero de calidad y contundencia a la par a la de lo que se realiza en otros países de la región y del mundo.
¿Cómo te relaciones con otros artistas de tu generación?
Afortunadamente las redes sociales permiten que podamos entrar en contacto y generar lazos con muchos artistas, en especial con artistas foráneos, así que yo me valgo de ellas para establecer una red de vinculación con muchos grabadores en distintos lugares del mundo con los que comparto información sobre procesos y técnicas, convocatorias a concursos, opiniones y discusiones sobre grabado e incluso con algunos he llegado a desarrollar una bonita amistad ya en el terreno de lo personal. A nivel local, aunque somos pocos grabadores, he desarrollado lazos con algunos artistas y colectivos para llevar a cabo, en la medida de lo posible, proyectos expositivos alternativos o simplemente intercambiar ideas sobre lo que estamos haciendo en este momento en el país. Además, dado que soy profesor, tengo la dura pero fascinante labor de guiar, orientar y formar a nuevas generaciones de artistas y siempre enfatizo el hecho de que es imprescindible la investigación, la reflexión y el estar en contacto con otros para poder alimentar nuestro trabajo artístico.
¿Cómo descubriste tu vocación artística?
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Desde niño amaba dibujar, pintar, modelar. Ya mis padres no podían con tantos dinosaurios, pegasos y animalitos extraños que estaban plasmados por las paredes, los cuadernos de clases e inclusive en mis juguetes, así que me inscribieron en varios cursos de dibujo y pintura. En mi etapa de educación media, ese hábito y amor por el dibujo fue mermando producto de la poca estimulación hacia las artes dentro del sistema escolar tradicional pero igual la semilla había germinado, porque al cumplir 18 años, decidí inscribirme en talleres avanzados de dibujo y pintura para conectarme de nuevo con ese mundo y allí supe que esto no era un simple hobbie de la infancia ni mucho menos una evasión a mis estudios o un capricho. Fue entonces cuando luego de graduarme en mi primera carrera en la universidad tomé mis pocos ahorros y me mudé de Rubio, mi ciudad natal, a Mérida, a estudiar Artes Visuales como segunda carrera, en donde amplié mi visión del mundo y descubrí el grabado, mi oficio y pasión, y no hay día que no recuerde esa decisión como una de las mejores que he tomado en mi vida, porque no sé qué estaría haciendo ahora de no haberle dado ese giro a mi vida académica y profesional en aquel momento.
¿En qué estás trabajando ahora?
Actualmente desarrollo un proyecto de investigación acerca del Mokulito como sistema de impresión artística contemporánea y su inserción a la gráfica venezolana. Este es un proyecto que me emociona mucho porque en nuestro país se desconoce este procedimiento originario de Japón, así que espero poder aprender y descubrir muchas cosas desde allí. Así mismo, sigo desarrollando mis series temáticas desde la hibridación técnica con procedimientos tradicionales y experimentales del grabado y la impresión para profundizar y replantear mi trabajo, en especial con el tema de la diáspora venezolana, pero siempre desde el poder de la metáfora y la connotación de la imagen sensible.
¿Podrías hablarnos más del Mokulito y cómo fue que te interesaste en esa técnica?
El Mokulito es un sistema de impresión artística japonés que surge en los años setentas y es inventado por el grabador Ozaku Schisi, en donde se combinan las cualidades formales de la xilografía junto a las de la litografía, pero cuyo proceso de impresión funciona como el del grabado calcográfico, es decir, en una prensa o tórculo de grabado. Es un procedimiento muy rico desde el punto de vista formal y gráfico que sigue siendo desconocido por muchos artistas grabadores, como es el caso venezolano, así que me interesé por desarrollar esta investigación a partir de mi hallazgo de esta técnica. Justamente llegué a ella a través de la búsqueda de información sobre la técnica especializada, lo cual me permitió más adelante contactar a un artista japonés y recientemente a una australiana con quienes intercambié algunas reflexiones sobre este método. Particularmente me interesa cómo potenciar mi discurso gráfico en lo expresivo y en la reproductibilidad, desde la fidelidad de la litografía en conjunción con la textura, calidez y grano de la madera. En este proyecto desarrollo mi tercera serie temática de carácter más contemplativo, Las luces de la montaña, en donde exploro y recreo el paisaje de los andes venezolanos como excusa para la exploración técnica y como invitación a la conexión sensible con el entorno.