‘Cosas raras’ de Legom, una obra sobre desapariciones para ¿todas las edades?
La esperanza sobre el caos que remite a la crisis económica, lo desechable y lo azaroso durante los juegos de botella, directamente relacionados con la inestabilidad del padre y de los afectos, son algunos de los temas que aborda la obra.
Por Alejandro Velázquez*
La Nena y el Beto son dos hermanos que narran aquella vez que su papá se desapareció por andar en “cosas raras”. Buscando al único adulto que les quedaba, un papá con habilidades especiales para romper, ser desechado de un trabajo, pero persistiendo con nuevos negocios, como el Edi Torquemada y el Rodolfo Caterina o como una Mundet clásica retornable en un puesto de tortas. Tratando de restaurar el balance de un hogar chato, ese imprevisto los tenía destinados a algo más raro, como un Edipo Rey ciego ante la verdad, pues conforme intentaban equilibrar sus vidas, iban hilando información sobre esas “cosas raras” de las cuales fuentes externas murmuraban sobre aquel ser retornable que tenían como padre. Los niños se enrolaban en un juego detectivesco, donde cada pista detonaba una idea, una hipótesis o una basura que explicara la desaparición, hasta descubrir un cuarto personaje, oculto en la penumbra y alumbrado por las ideas brillantes de los niños
El domingo 14 de enero del 2018, la Nena y el Beto tuvieron una enérgica teatralidad, dos personajes espejo que contrastaban en carácter, una mandona, el otro sumiso, se mantenían como dos rasgos inherentes. En la Nena, un personaje muy apegado al padre, más cercano a la madurez, destacó en muchos matices, emociones y unas lágrimas irremediablemente contagiosas. Bajo la dirección escénica de Hugo Arrevillaga, la escenografía era dramatúrgica, al igual que el mismo vestuario, adecuado para conectar con el tiempo de la narración en la adultez. La gran cantidad de escenarios aparecía desde la economía de una cabina céntrica, inmersa en un embotellamiento retornable, en un claroscuro: la esperanza sobre el caos que remite a la crisis económica, lo desechable y lo azaroso durante los juegos de botella, directamente relacionados con la inestabilidad del padre. La esperanza, la cabina iluminada al centro, apoyaba ese viejo concepto de la superación frente a las adversidades, el seguir intentando en un eterno fracaso que había tratado Samuel Beckett en su obra y que también Legom había recuperado en Estridentópolis, también dirigida por Arrevillaga.
Cosas raras tiene armonía de maneras insospechadas, incluso la escenografía reciclable y potencialmente destructible en minúsculos brotes de astillas que pudieran entrar como las ideas de la Nena en la piel, un órgano tan absorbente y semejante a la mente de los niños.
Aun cuando la obra va dirigida a adolescentes, como lo ha mencionado el Centro Cultural del Bosque, recomendándola para jóvenes de 12 años, la función del domingo tuvo espectadores dos años más jóvenes, quienes, en una breve entrevista, comentaron para este medio la manera en la que se iba descubriendo la mentira hasta llegar a la verdad. También pudo poner en crisis a mujeres de 42 años, también entrevistadas, que, al final de la obra estaban conscientes de que había un trabajo artístico loable, con una intención de llegar a niños, pero que la temática resultaba riesgosa, tanto que se entraban en un debate consigo mismas para saber si recomendarla a sus sobrinos. Tal vez los adultos resultan más vulnerables que los niños, pues entre más jóvenes, mejores imitadores de lo que ven y escuchan, mejores creadores de preguntas difíciles de responder, reflejados en Beto y la Nena, en búsquedas extravagantes, hilando narrativas y verdades que los adultos desean ocultar. No obstante ¿no fue la narrativa de los hermanos un hábito y una fortaleza en la distancia? El discurso lleva a pensar que los niños crecen más rápido de lo que se imaginan los adultos, viviendo en situaciones delicadas, pero no por ello deja de haber una esperanza en la juventud y en esas circunstancias para seguir mejorando.
Estrambote
Si van a ver la obra, lleven kleenex.
Datos de la obra
Dramaturgia de Luis Enrique Gutiérrez Ortiz Monasterio
Dirección de Hugo Arrevillaga
Olivia Lagunas (La Nena) y Adrián Vázquez (el Beto)
Sala Xavier Villaurrutia dentro del Centro Cultural del Bosque en Paseo de la Reforma y Campo Marte S/N.
Sábado y Domingo 13:00 hrs. Hasta el 25 de Marzo.
$150 entrada general, aplican descuentos.
60 minutos sin intermedio.
*Alejandro Velázquez es, antes que nada, espontáneo, criticón y malo para escoger su calzado. Luego, escribe crítica teatral en un proyecto llamado Licras desde que se tituló de la Maestría en Artes Escénicas de la Universidad Veracruzana, donde investigó la variante escénica llamada la impro en la Ciudad de México; antes colaboró para medios digitales como Entretenia, Teatro Mexicano y Ciudad de Frente, mientras trabajaba como profesor de teatro a nivel secundaria; antes estudió la licenciatura en Lengua y Literaturas Hispánicas en la Facultad de Filosofía y Letras, donde decidió dedicarse al teatro.
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