Aprender a escuchar: lección del recorrido de Marichuy por territorio zapatista
María de Jesús Patricio Martínez, Marichuy, mujer indígena nahua, recorrió los cinco Caracoles zapatistas en una semana. A su paso, decenas de miles de personas se congregaron en cada una de las sedes de las Juntas de Buen Gobierno (JBG) y organizaron toda la logística para este recorrido fuera posible. El esfuerzo fue enorme, algo inusitado que sorprendió a la gente tuvimos la oportunidad y la fortuna de estar ahí, de palpar la organización a cada paso.
«Y fíjate, quienes llevan la batuta son mujeres. Todas son mujeres. Es impresionante», concluye su comentario don Álvaro, a quien conocí a través de cartas y del seguimiento de su lucha.
Es cierto, en cada una de las comunidades que nos reciben quienes aseguran la organización de miles de personas son mujeres, ellas hacen las filas de seguridad para que las y los delegados del CNI pasen, son también el círculo cercano de Marichuy, pero sobre todo, son quienes encabezan la palabra de la organización zapatista al recibir a la vocera del Concejo Indígena de Gobierno (CIG) y pre candidata a la presidencia de la república.
De Guadalupe Tepeyac a Oventik, pasando por Morelia, La Garrucha y Roberto Barrios, los mensajes del Comité Clandestino Revolucionario Indígena Comandancia General del EZLN fueron dados por mujeres comandantes que demostraron que hay al menos tres generaciones de mujeres formadas bajos los principios políticos propuestos por las comunidades indígenas y por su organización.
Marichuy recorrió un territorio fuerte, organizado y tuvo el papel de escuchar a esta organización que la apoya a través de sus mujeres; simultáneamente, intuyo, su tarea es la de sintetizar estos mensajes y convertirlos en fuerza que impulse el proyecto que la ha hecho visible. Su papel de traductora es complejo, no se trata de juntar mensajes y llevarlos por todo el territorio mexicano, se trata de traducir la herencia de lucha de varios pueblos indígenas y no indígenas y convertirlos en una voz diversa. Y esto es, sin duda,una tarea titánica.
Quiero usar como ejemplo el discurso de la comandante Miriam en el Caracol de Morelia, luego de ver cómo miles de indígenas tojolabales y tseltales recibieron a Marichuy y a las y los concejales del CIG, a las y los delegados del CNI. El momento fue inolvidable, y las palabras de la comandante fueron un golpe necesario para que comprendamos que lo que hay detrás de esta lucha es mucho más que un simple puesto político, aunque se trate de la presidencia.
Nuestras abuelas cuando se enferman el patrón nunca le da permiso a que descanse sino que es obligado, tiene que trabajar y cuando se van en las hacienda en el trabajo a él lo maltratan, lo humillan, lo desprecian por ser pobres y por ser mujeres. Nuestras abuelas cuando trabaja en casa del patrón tiene que dejar listo lo que comen sus hijos y su esposo, cuando llega a la casa del patrón ahí ella tiene que agarrar un trabajo de lavar la ropa, de barrer la casa, lavar los platos y todo lo que le dicen el patrón tienen que hacer».
Carlos Lenkersdorf, un extraordinario traductor extraordinario de la cultura y filosofía tojolabales, insistió en su último trabajo publicado, Aprender a escuchar, en el hecho de escuchar como mecanismo para aprehender una nueva cultura. «Si no se habla, no se escucha ninguna palabra y si no se escucha se habla al aire», comenta en su libro don Carlos; las mujeres tojolabales que recibieron a Marichuy en el Caracol de Morelia es lo que hacen mejor: hablar y escuchar, escuchar y hablar.
Por boca de ellas habló la historia de explotación y de resistencia de miles de mujeres que vivieron la época de las haciendas y cacicazgos en Chiapas. Con esto comenzaron la reflexión que las llevó a la lucha para acabar con la explotación y luego a la lucha actual que trajo a la vocera del CIG a tierras zapatistas. Pueden leer el comunicado completo en este enlace y conocer la historia que refiero, a detalle y contada en voz de una heredera, pero me gustaría recuperar en este texto algunos fragmentos imperdibles. Por ejemplo:
«Pero después pasó años así, así que no es cierto, compañeras, por eso mucho de las mujeres ahora no saben escribir, pero después nos dimos cuenta que gracias a nuestra organización nos dio este lugar como mujeres, pero falta todavía para poder tomar ese lugar. Y ese lugar es lo que nosotros tenemos que ocupar nuestro lugar donde nosotros nos ha arrebatado durante muchos años que nos han negado nuestros derechos, por eso nosotros estamos tomando nuestro lugar como mujeres, pero tampoco no quiere decir que nosotros lo vamos a despreciar a los compañeros a que nosotros somos más que ellos».
Escuchar al otro desde su propia cultura, tarea del Concejo Indígena de Gobierno para mantener la lucha
Otro aspecto evidente que fue posible apreciar en esta gira por el territorio zapatista y que tal vez haya pasado desapercibido, es el enorme peso que representa el papel de ser vocera. Vocera de muchas luchas, traductora de muchas demandas y mensajes. Pero Marichuy, previsora de esta responsabilidad va con mucho tiento, sin utilizar la vieja y mañosa estrategia de los políticos de siempre, que prometen cosas que no pueden cumplir; la vocera del CIG escucha antes de hablar y dio la palabra a las concejalas que la acompañaron durante todo el recorrido para que dieran a conocer el origen de sus luchas.
Si esperábamos una estrategia de promesas y prebendas, el CIG a través de su vocera Marichuy, está haciendo otra cosa, está utilizando los caminos que la lucha indígena ha abierto desde hace mucho, lo que en la tradición tojolabal se conoce como k’umal: escuchar desde la cultura del otro para conocerla y poder comprenderla.
Ya lo dijo la comandante Miriam como parte de su mensaje de recibimiento: «Pero ni pensemos, compañeras, que con el Concejo Indígena de Gobierno, ni con nuestra vocera, no vamos a pensar que ellos nos va a salvar. Nosotros, cada uno de nosotros tenemos que salvarnos. compañeras, porque si no hacemos nada, nuestra vocera tampoco nos va a salvar, porque no es ese que manda pues, es el pueblo que tiene que dar la fuerza a nuestra vocera, es el pueblo que manda y nuestra vocera y nuestro Concejo de Gobierno, tiene que obedecer al pueblo. Es lo que queremos, compañeras, que no tengamos miedo, no tengamos miedo a nadie, luchemos donde quiera que estemos compañeras, en nuestra colonia, en nuestro paraje, en nuestro centro de trabajo, es lo que nosotros les pedimos, compañeras».
Luchar por la transformación de nuestro país implica mucho más que una campaña y que depositemos nuestras esperanzas en Marichuy. Implica un cambio de sentido, implica aprender a escuchar las voces de los distintos pueblos indígenas, de las distintas luchas que existen en la geografía mexicana, implica escuchar a las mujeres que están luchando día con día para no ser asesinadas por el machismo que aún mantenemos los hombres. La lucha para que este México sea un lugar distinto tiene pasar por varios aprendizajes que vienen de la gente sencilla, la que ha resistido todas las vejaciones imaginables.
«Hoy por hoy –nos interpela la comandante Miriam a un lado de Marichuy– hay una pregunta que está al aire, y nos preguntamos ¿será que así Dios quiere que seamos pobres?, ¿o será porque así es nuestro destino de ser muy jodidos?, ¿será porque nuestro color dorado porque estamos día a día bajo sol en trabajos duros y así diariamente en trabajos duros y como premio es ser pobres? Nosotros respondemos que no, es porque hay alguien como parásitos de la sociedad de nuestro mundo que nos explota, que nos roba, que planean de cómo nos tiene tan pobres».
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Y si nosotros, como parte de ese todo que tiene parásitos, no aprendemos a escuchar este mensaje, no podremos cambiar la realidad. Nunca. Siempre estaremos atentos a la llegada de algún caudillo, no me dejará mentir la historia nacional.
Epílogo
Al final de este recorrido, luego escuchar a muchas mujeres expresarse libremente, en obras de teatro, canciones, poesías y mucha rebeldía, la sensación que queda es la de la admiración. A pesar de tener todo en contra la lucha de los pueblos indígenas resurge como lo habían anunciado hace siglos, hace décadas, hace años, hoy mismo; tienen razón de organizarse y colarse a la fiesta de los que controlan el poder político para echarla a perder.
«Nosotros los indígenas cargamos diariamente día y noche esas cuatro ruedas del capitalismo, la explotación, la represión, el despojo y el desprecio. Nosotros los indígenas hay algo que nos enorgullece: es que nosotros sí sabemos qué es la resistencia y así son todos los indígenas del mundo», afirma la comandante Miriam en la plaza llamada Semillero, lugar que en un pasado no muy lejano fue una hacienda y el escenario en el que se desarrolló la historia que nos contó ella misma.
¿Qué estamos haciendo nosotras, nosotros por cambiar el guión? ¿estamos reflexionando acerca de la lucha que está ya en la puerta de nuestras casas y que va más allá de unas elecciones? Termino con la poesía de la comandante Miriam:
Si no luchas por ahora, nadie va a hacer por ti
debes ya de levantarte, no debes seguir así
dirán que sí, sí, sí, dirán que no, no, no
no tengas miedo aunque hablen mal de ti.
Tenemos que organizarnos, con conciencia y valor
hoy podemos todas juntas, construir un mundo mejor,
dirán que sí, sí, sí, dirán que no, no, no
así todas juntas lo vamos a lograr.