Pueblos fumigados: Cáncer, malformaciones y muerte por transgénicos
Los cultivos de soya manipulada genéticamente se han expandido por gran parte de América del Sur, y junto a éstos, el uso de pesticidas que contienen glifosato, que han tenido un impacto “terrible” en la salud de las personas que viven cerca de los campos donde se siembra.
Medardo Ávila, investigador de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), Argentina, presentó varios estudios científicos que muestran que estos cultivos y los agrotóxicos han dejado casos de cáncer, malformaciones congénitas, muertes, problemas respiratorios y abortos espontáneos.
El investigador, quien fue subsecretario de salud, detalló que en Brasil hay 45 millones de hectáreas de cultivos de soya genéticamente modificada, 25 millones en Argentina, 3 millones en Paraguay, 1.3 millones en Uruguay y 0.8 millones en Bolivia. En Argentina, agregó, 12 millones de personas viven en áreas rurales que se ven afectadas por estos campos y actualmente se usan 370 millones de kilos de pesticidas, cuando en 1990 eran sólo 38 millones.
“Esto ha tenido un impacto en la salud de las personas, cambió el perfil de morbilidad y de mortalidad en los pequeños pueblos que están en contacto con agrotóxicos. Los llamamos los pueblos fumigados.”
Durante la conferencia Balance: 20 años de cultivos genéticamente modificados y 40 años de ingeniería genética, organizada por la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad y efectuada en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Ávila dio a conocer una investigación de la UNC realizada en el pueblo Monte Maíz, que tiene 8 mil habitantes y se ubica cerca de cultivos transgénicos, donde se han disparado los casos de cáncer, lupus y artritis reumatoide.
“Identificamos que mientras la media de niños argentinos que usan broncodilatadores es de 13 a 14 por ciento, en este pueblo es hasta de 50 por ciento; además, a escala nacional 11 por ciento de los adultos usan tiroxina (medicamento contra el hipertiroidismo), (pero) en este lugar casi la cuarta parte de las personas de 20 a 40 años (23 por ciento) la toman.”
En cuanto a las malformaciones congénitas, el promedio nacional es de 1.7 por ciento, pero en Monte Maíz la tasa llega a 3 por ciento en niños vivos y a 5 por ciento si se cuenta a los menores que fallecieron. La incidencia de abortos espontáneos en Argentina es de 3 por ciento, pero en lugares cercanos a cultivos de soya es de 10 hasta 21 por ciento.
En cáncer, las cifras son las siguientes: el promedio en Monte Maíz es de 70 enfermos por cada mil habitantes. En tanto, en la provincia de María Juana la Facultad de Medicina de la Universidad del Rosario halló en 2015 una prevalencia de esta enfermedad de 2 mil 30 por cada 100 mil habitantes, mientras la UNC encontró en 2014 que hay 2 mil 10 casos por cada 100 mil habitantes.
Las muertes por cáncer también son mayores en los pueblos fumigados. Mientras en la capital, Buenos Aires, 20 por ciento de los decesos son por este mal, en las provincias cercanas a los campos de soya es de 50 por ciento.
Ávila detalló que un estudio del ministerio de salud argentino que se aplicó en cuatro pueblos cercanos a terrenos donde se usan agrotóxicos y dos lejanos reveló que en los primeros 30 por ciento de las familias declararon tener muertos por cáncer, en tanto que en las comunidades que no están rodeadas por campos de soya sólo 5 por ciento de las familias reportaron decesos por ese padecimiento. En conclusión, el investigador terminó explicando que “En América Latina las corporaciones tratan de denostar el trabajo científico con la intención de esconder los efectos que la ingeniería genética ha tenido en la salud de las personas y en la biodiversidad”.
Con información de Emir Olivares Alonso para La Jornada.