Volem Acollir
Los catalanes saben bien lo que significa ser acogidos fuera de sus tierras. Se calcula que durante los primeros años de la dictadura de Francisco Franco más de 20,000 españoles, entre ellos una buena parte de catalanes, llegarían a México para huir de la persecución del gobierno fascista. Para ellos, la casa de los mexicanos fue también su casa.
Es, entre otras cosas, esta memoria del pueblo catalán uno de los motores de la impresionante marcha que el día de ayer tuviera lugar en Barcelona para exigir al gobierno Español y a la Unión Europea el cambio de dirección con respecto a las políticas de recibimiento de refugiados. Son éstas políticas las que impiden que la sociedad civil pueda ser solidaria con la condición trágica que viven miles de seres humanos golpeados principalmente por las guerras que se libran en Medio Oriente.
En 2015, España se comprometería a recibir poco menos de 11,000 refugiados, sin embargo, en 2 años, solo han sido alrededor de 900 personas las que han tenido la oportunidad de encontrar un refugio en el estado español.
Pero ante estas políticas la sociedad civil ha decidido no quedarse de brazos cruzados. Agrupada en la plataforma “Casa nostra, casa vostra” –Casa nuestra, casa vuestra- convocaba a la marcha del sábado que logró la asistencia de más de medio millón de personas tomando la via Laietana, una de las avenidas principales de Barcelona, para alzar la voz en contra de la imposibilidad de abrir las puertas de España a los refugiados pero también para declarar de forma contundente que el pueblo catalán está dispuesto y preparado para recibir a todos aquellos que hoy viven el infierno de abandonar sus tierras y enfrentar un camino lleno de penumbras luchando por su vida. Desde el 2000, más de 35,000 seres humanos han perdido la vida en el Mediterraneo en búsqueda de un futuro mejor que el que les ofrece su tierra natal, y los asistentes a la marcha lo tenían presente en cada paso que daban.
La marcha del 18 de febrero de 2017 podrá ser recordada entre otras cosas por su transversalidad. A la convocatoria se sumaron distintos tipos de colectivos: organizaciones LGTB, partidos políticos (En Comú Podem, Esquerra Republicana, la CUP), asociaciones barriales, agrupaciones de extranjeros, el colectivo Top-manta que agrupa a vendedores ambulantes, principalmente personas procedentes de África; la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), Amnistía Internacional Catalunya, grupos artísticos como la Fura dels Baus, la organización Open Arms dedicada al rescate de personas que intentan desplazarse por el mar mediterraneo, entre otras tantas.
La histórica concentración viene precedida de otros esfuerzos. Una semana antes, el Palau de Sant Jordi fue sede del recital musical y artístico “Gran concert per a les persones refugiades” con la participación de cantantes como Joan Manuel Serrat y la compañía La Fura dels Baus, convocado y organizado por la propia plataforma “Casa nostra, casa vostra” con la misma exigencia que daría origen a la marcha, contando para la realización de este evento con el patrocinio de autoridades municipales y empresas de todo tipo; el evento sería transmitido en vivo en las principales emisoras de radio y televisión de Cataluña. A principios del año la misma organización llevó a cabo una campaña de recolección de firmas del manifiesto que exige al estado Español la apertura a recibir refugiados y demanda acciones al gobierno de Cataluña frente a la inacción del gobierno central. (El manifiesto es consultable en http://www.casanostracasavostra.cat/signaelmanifest )
Al frente de la marcha, el colectivo Top-Manta nos recordaba a todos los presentes y a quienes inesperadamente se encontraban frente a la masa marchante, que no solo se debe de pugnar por abrir las puertas de la casa, sino también garantizar que los que vengan así como los que ya están tengan condiciones para poder vivir. Así, el colectivo conformado por vendedores ambulantes procedentes en su mayoría de África, marcharon por la misma avenida que la Alcaldesa de la ciudad, Ada Colau, la cual se ha pronunciado desde un inicio a favor de la acogida de refugiados (Barcelona fue la primera ciudad europea en declararse espacio de acogida) pero se ha enfrentado con este colectivo que defiende su derecho a usar el espacio público para la actividad comercial que les permite subsistir.
A la caminata de la multitud la acompañaba el estruendo bien coordinado de una decena de batucadas que de tanto en tanto hacían sonar sus percusiones provocando que más de alguno se pusiera a bailar. Una tradición musical que más se podría asociar a otras latitudes como Brasil o África es hoy un elemento indispensable cuando en Barcelona se toma la calle, ya sea para la protesta o para la fiesta, que en buena medida, como lo dice el antropólogo y asistente a la movilización Manuel Delgado, ambas, protesta y fiesta, beben de la misma fuente…
La congregación emocionaba a Aziza, una chica de 18 años nacida en Barcelona y de ascendencia marroquí que se mostraba optimista con que la marcha movería los corazones pertinentes y permitirían acoger a los miles de seres humanos que buscan refugio. “Hay que tener esperanza” decía y confesaba sentir “muchísima alegría” al ver que miles alzaban la voz por la misma causa por la que ella se movilizaba: “que todo ser humano tiene derecho a un hogar”.
La marcha finalizaría con un performance realizado por la organización de rescatistas de Open Arms y los artistas coordinados por la Fura dels Baus simulando un rescate a la manera en que los activistas realizan los salvamentos en las costas mediterráneas, principalmente en Grecia.
De esta forma, la capital de Cataluña una vez más mostraba su condición cosmopolita y de solidaridad antes las causas más urgentes de la actualidad. Los colectivos convocantes como los asistentes abandonaron sus agendas particulares para hablar de una preocupación común: la vida de miles de seres humanos sumergida en la catástrofe.
Desde Barcelona se escuchó un grito fuerte y claro: “Cap persona es il·legal” –ninguna persona es ilegal- ; y también una demanda muy precisa: “prou excuses: acollir ara” –basta de excusas, acoger ahora-. De esta manera, desde la calle, la sociedad civil protestó contra unas instituciones que impiden la solidaridad con quien más lo necesita. Ahí, en la calle, estaba la gente que quiere ayudar, acoger, brindar un hogar a los que huyen de la miseria, mientras que en el gobierno español y en la Unión Europea están quienes se obstinan en impedirlo.
Los catalanes saben bien lo que significa ser acogidos fuera de sus tierras, pero también saben abrir las puertas de su casa para quien lo necesita y la manifestación de ayer fue más que ilustrativa: “#VolemAcollir –queremos acoger- era la consigna que llenó la calle de miles de almas solidarias.
Marco Antonio Núñez Becerra
Estudiante del Doctorado en Ciudadanía y Derechos Humanos
De la Universitat de Barcelona