La caza legal también pone en riesgo de extinción a los leones
Los infames cazadores de animales, defienden su insostenible posición con absurdos que provienen de falsos relatos conservacionistas. Para ellos es aceptable asesinar majestuosos ejemplares porque las elevadas cuotas supuestamente permiten la protección de las áreas de distribución de sus “trofeos” pero, además de que este argumento es insostenible (a menos claro que se acepte que pagar por asesinar es aceptable), una investigación rigurosa demuestra que este tipo de caza también afecta de manera negativa a la abundancia de animales en áreas protegidas.
Las actividades humanas, incluida la caza para trofeos, afectan gravemente al león (Panthera leo). Así lo confirman dos estudios científicos liderados por la Universidad de Oxford (Reino Unido) que han puesto de relieve las amenazas de estos carnívoros no solo cuando abandonan las zonas de protección de los parques nacionales y entran en tierras agrícolas o zonas de caza, sino también cuando se encuentran con cazadores furtivos dentro de las propias áreas protegidas.
Las actividades humanas fueron responsables de la muerte del 88% de los machos y del 67% de las hembras
Los científicos analizaron entre 1999 y 2012 las muertes de 206 leones en Parque Nacional Hwange de Zimbabue, hogar del león Cecil, un ejemplar que era toda una atracción en este espacio natural y que los propios investigadores británicos estaban estudiando cuando fue asesinado por un dentista estadounidense.
“Entre las amenazas que enfrenta la conservación se encuentra el declive mundial de muchos grandes felinos. La preocupación pública por el destino de muchos de animales icónicos surgió por el clamor por el asesinato por parte de un cazador de trofeos de Cecil, un animal estudiado de cerca por nuestro equipo”, manifiesta David Macdonald, coautor de los estudios y director fundador de la Wildlife Conservation Research Unit (WildCRU) de la Universidad de Oxford.
Los resultados de este primer estudio, publicado en Journal of Applied Ecology, demuestran que las actividades humanas fueron responsables de la muerte del 88% de los machos y del 67% de las hembras. En el caso de los machos, la caza por trofeo fue la principal causa, mientras que la mortalidad de las leonas se produjo por razones más variadas como la caza involuntaria o el asesinato por parte de los pastores para proteger a su ganado.
Los análisis mostraron que los leones intentaron evitar las zonas de riesgo, como las granjas con mucha incidencia de matanzas, lo que sugiere que pueden tomar decisiones basadas en la percepción del riesgo. Los adultos experimentados visitaron con menor frecuencia que los jóvenes estas áreas, y esto podría revelar que los jóvenes son más ingenuos o se ven forzados por otros leones a traspasar estas tierras.
La intensiva caza para trofeos
En un segundo trabajo, publicado en Biological Conservation, los científicos usaron también los datos de la reserva de Hwange para mostrar lo intensiva que es la caza de los leones por trofeos desde principios de los años 2000, lo que provoca efectos negativos en sus poblaciones.
Hasta ese momento, la gestión de este tipo de caza permitió la mejora de los datos poblaciones, como mostró la disminución de los ejemplares cazados. La población de león se incrementó un 62% y el número de machos adultos se incrementó un 200%.
Según el estudio, la caza por trofeos de machos territoriales no solo implica la muerte de los ejemplares, sino que también causa una serie de efectos colaterales, como el infanticidio de cachorros por parte de los nuevos machos, que reducen la supervivencia de todos los grupos y producen el declive de la población principal si la caza no es adecuadamente gestionada.
“Los conservacionistas se enfrentan a retos reales y cada vez más costosos en la protección de estas especies. Las soluciones deben incluir la mejora de la gestión de la caza de trofeos, mayor trabajo con los agricultores para limitar la pérdida de ganado por parte de los depredadores y el incremento de la seguridad de las áreas protegidas contra la caza furtiva”, concluye Andrew Loveridge, también miembro de WildCRU, y autor principal de ambos trabajos.
Con información de Agencia SINC / Notas del Proyecto ALTERIUS