Get Down: Esperanza en una selva plagada de violencia

This ain’t Disney Land this is the Bronx

Either you be strong or you be bunk

Welcome to the get down – Jaden Smith

Finales de los 70’s, una ola de calor azota la Gran Manzana, sus pobladores sudan debajo de sus camisas de satén y pantalones acampanados. El furor de la música disco, los peinados afro y el movimiento de pelvis (arribaabajo) están presentes en cada rincón de la ciudad.

Como buena madre de familia, la Estatua de la Libertad se siente orgullosa de sus rascacielos, grandes calles y bellos parques, pero toda madre siempre evita hablar de su hijo incómodo, de aquel que le causa dolores de cabeza porque es caótico, maleducado y rebelde.

Lejos de las calles pródigas y los ciudadanos ejemplares se encuentran los temidos migrantes, reyes del Bronx, los latinos que invaden las calles de NYC con sus múltiples hijos, colores chillantes y bailes eróticos. Aquellos que se contonean como en una pasarela mientras lanzan al aire insultos en cualquier clase de dialecto de su tierra natal.

En medio de esta selva plagada de violencia, viven Ezequiel y sus amigos, un grupo de chicos, hijos de migrantes boricuas y jamaicanos; los herederos del South Bronx, los hijos de nadie, los huérfanos de la guerra entre pandillas, tienen sueños e ilusiones como cualquier chico o chica de su edad: Una quiere ser estrella de la música disco, otro quiere pintar los mejores graffitis de arte pop y Zek, el héroe principal de esta historia, busca su supervivencia a través de la poesía callejera y el amor de Maylen.

El Bronx es, entonces, escenario de “Get Down”, que desde su portada revela a Ezequiel como un héroe de cómic, la reencarnación puertorriqueña de Bruce Lee.

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Llegó el momento de hablar en primera persona, Get Down ha sido una de las mejores series que he visto en mucho tiempo; logró transportarme hacerme volar a los 70’s, ponerme a bailar “That’s the way”, sudar con las muchas batallas a las que se enfrentan los personajes en tan solo 6 episodios y a reflexionar un poco sobre el papel que está jugando en nuestros días el grafiti; es tiempo de que muchos de los que se dedican a rayar sin ton ni son, vuelvan a utilizar las latas como un símbolo de rebeldía, como un arma en contra de las injusticias que vivimos día a día en nuestra sociedad.

Si no ha tenido el placer de sentarse un fin de semana a contemplar esta serie, hágalo, es apta para todo público; y si usted vivió sus años mozos a finales de 70’s se sentirá nostálgico y halagado con el maravilloso soundtrack que acompaña a nuestros héroes adolescentes.

Siéntese, respire y prepárese para mover los deditos de los pies al ritmo del hip-hop, la salsa puertorriqueña y el boogie-boogie. El Bronx no es para cualquiera, es para tipos duros.

Andrea Montserrat López Flores

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