La búsqueda del Millennial perdido en las audiencias

La tercera cadena televisiva se anuncia con bombo y platillo. Esto en ánimos de maquillar la dinámica de potentados de los medios masivos a partir de insertar el concepto, “libertad” y de “democratización” de los medios. Y claro, seguir tratando de captar la atención de ese espécimen que dicen que es muy culto y que se come el fuego a puños.

Recordemos un fenómeno que surge a partir del proceso electoral del año 2012, el movimiento #YoSoy132. Dicho movimiento se detona por una visita del ahora presidente de México, Enrique Peña Nieto, a la Universidad Iberoamericana, meses antes de la elección; donde un grupo de estudiantes comenzó la rechifla hacia el candidato. El partido minimiza la acción, y quienes en ese entonces aún eran estudiantes de la universidad, deciden dar la cara en un video de unos minutos sustentando lo hecho, dando sus números de cuenta y desmintiendo la versión oficial, que rezaba que aquellos que habían iniciado la rechifla no eran estudiantes de la institución.

Lo que siguió a dicho movimiento es historia: marchas, intento de diálogo entre grupos y escuelas, ponerse de acuerdo, asambleas –por escuela y hasta una nacional en las Islas de Ciudad Universitaria–, un pliego petitorio, toma de movimiento, partidismos dentro de éste, etc. Todo lo anterior se resume en una llamarada de petate que prendió por unos meses y que se puede decir, terminó el 1 de diciembre de 2012 con la toma de posesión de EPN y con los disturbios afuera de San Lázaro. Lo que es relevante recordar, es que parte del discurso del movimiento estaba centrado en lo que medianamente se comprendía como, “medios masivos de información democráticos” o “democratización de los medios”.

¿Qué significaba en ese momento el exigir democratización de los medios? y ¿Qué significa ahora?

En 2012 el concepto de Millennial existía, pero no había sido mentado jamás por los medios de información. Era un concepto que salido de estudios sociales y culturales, se venía construyendo en una dinámica académica de tratar de comprender y hacer cortes generacionales que pudieran explicar ciertas prácticas a partir de la conexión doméstica en las sociedades. Para ser exactos, el concepto y algunas de sus variantes, ya venían circulando por lo menos una década antes. Nomenclaturas como, “Millennial”, nacida en 2000 y conceptualizada por Howe & Strauss, “Nativos Digitales”, acuñada por Prensky en 2001, y otras tantas como “Generación Net” de Tapscott, ya eran materia conceptual en las Humanidades y las Ciencias Sociales.

Cuando emerge el movimiento estudiantil de 2012, ninguno de sus adscritos se autodenominaba Millennial, no había la necesidad; Netflix no era lo que ahora es, existían ya redes sociales como Facebook, Twitter, Instagram y las aparentemente novedosas como Tinder/Grinder y Snapchat que ya se utilizaban en otras latitudes como Europa, sin embargo, no se comparaba con el uso que explota en México años después. Se estaba consciente de la importancia que los nuevos modelos de mediación informativa e interacción irían tomando. Se sabía que las nuevas formas de acceso a la información brindaban un potencial inmenso frente a los mediadores tradicionales, por ejemplo, las televisoras; que hasta hace unos días seguían siendo un duopolio; el primero creado a mediados del siglo pasado y el segundo, creado gracias a la venta de Imevisión en 1993 –empresa televisiva gubernamental desde 1983. Los dos grandes gigantes de la televisión tenían más de dos décadas de “competencia” por la audiencia mexicana en televisión abierta.

Lo interesante de las discusiones que se llevaban acabo en los años del #YoSoy132, es que se pedía algo imposible en torno a los medios masivos de información. El sistema mexicano de radiodifusión se creó con la premisa de la competencia libre entre empresas que se dedicaran a la explotación del espacio radial, esto bajo la condición de que al ser empresas de carácter privado, debían ser concesionadas por un lapso de tiempo, con posibilidades de extender su explotación. Asimismo, el sistema dio cabida a emisoras públicas o permisionadas que se acataran a normas diferentes. La principal diferencia es que, mientras las concesiones pueden vender espacios publicitarios al mejor postor, las permisionadas no podrían hacerlo y debían obtener recursos de otras fuentes como patrocinios o dinero del erario. Si Televisa y Televisión Azteca pertenecen al primer corte mencionado, el Canal 22, el Canal 11, Tv UNAM, etc., son permisionadas y de carácter público. Lo anterior ya habla de medios medianamente democratizados, si se quiere, por el capital; esto en comparación con monopolios estatales como la British Broadcasting Company (BBC) de Inglaterra; si bien la democratización no implica mejores contenidos, como en México, la estatización británica de los medios tampoco significa contenidos de baja calidad.

Esa génesis de la radiodifusión en México, se entendió muy poco por el movimiento estudiantil; tal se mal interpretó, que el punto más “fuerte” de las demandas, dio paso a una carrera entre holdings como Grupo Empresarial Ángeles y Radio Centro –sin mencionar que el mismo Carlos Slim intentó pelear por la concesión– para entrar en el terreno de la televisión abierta.

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Si el #YoSoy132 pedía democratización de medios y la apertura a nuevos canales, luego entonces, mayor competencia por la audiencia y mayor abanico mediacional de la información… Suena bien, ¿por qué no tomar esa oportunidad? Recuerdo que yo mismo lancé un comentario en el momento coyuntural que me tomó en mis años por la Facultad, “Si yo fuera Slim, me aprovechaba de este punto y fundaba una cadena televisiva”.

Sería aventurado pensar que la apertura a la tercera cadena televisiva en México fue una consecuencia directa de esa llamarada de petate que se dio entre mayo de 2012 y diciembre del mismo año. Más allá de lo conspiranoico, cabe decir que la posibilidad de licitar y la reforma a telecomunicaciones se da un año después, en 2013. La oportunidad se da…

Quizá sin darse cuenta, el Millennial en formación y con acceso a estudios superiores; aquél que salió a las calles a protestar e intercambiar libros; obtuvo lo que pedía unos años después. La tercera cadena comienza transmisiones formales entre el 17 y 18 de octubre de 2016, y el elegido entre los ungidos para la explotación del canal 3, ya digital, fue Grupo Imagen, empresa de medios que pertenece al consorcio de Olegario Vázquez Raña, Grupo Empresarial Ángeles (Hoteles Camino Real, Hospital Ángeles, Multiva, Excélsior, entre otras).

Lo anterior, claro es una hipótesis que se ensaya sobre cómo se dio el desarrollo de la apertura de los medios de información. Lo que queda es tratar de encontrar en dónde encaja el Millennial en todo esto.

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El canal 3, comienza transmisiones, y la pelea contra los medios de streaming, la televisión de paga y la incesante necesidad de satisfacer públicos jóvenes, explota.

El uso que se le ha dado al concepto de Millennial parece no encajar correctamente, o por lo menos me gustaría operacionalizar hacia una cualidad que se parece más al de ser, “jóvenes tardíos” o una sociedad con un componente “tardo-juvenil”, si se permite la licencia lingüística. Esto porque si bien es un corte generacional que básicamente no está bien delimitado y se conforma con establecer que: Aquel que nace entre mediados de los ochenta y mediados de los noventa, entra en la categoría; entre otras arbitrariedades que parecen más ser ideales que características reales, como la pseudo-cultura emprendedora, el aprendizaje colectivo, el buen manejo de la información, etc.

Entonces se dirá, que si la sociedad y las formas culturales tienen un componente de juventud tardía (o perpetua), el grueso de los contenidos está enfocado a esta generalización. Esto se explica de la siguiente manera, si bien los jóvenes entre 15 y 25 años son quienes nacen con el mundo digital, o migraron fácilmente del mundo no conectado al conectado, hay un sector poblacional que supera las tres décadas de edad, que consumirán los productos que estos jóvenes tardíos consumen. Si bien el target de los contenidos televisivos no se enfoca completamente en los jóvenes, sí toman de ellos fragmentos que los identifiquen. No nos vayamos lejos, quién no se enteró del capítulo referente a Pokemon Go que trasmitió La Rosa de Guadalupe, uno de los programas más sintonizados en este país. Esto tiene que ver con que las tecnologías más recientes de comunicación e información, así como las interactivas, se han convertido en el nicho de consumo más importante en el último lustro; también tiene que ver con la facilidad que las nuevas tecnologías han tenido para insertarse en la vida. Sería imposible pensar que en los años noventa, Televisa hubiera creado un drama televisivo que tuviera como eje central la vida de un programador de MS-DOS.

El concepto que el Millennial tiene sobre el mundo, paradójicamente, es acotado aún. La generación en cuestión se ha colocado en el lugar de referencia y podría decirse que ellos mismos se sienten el centro del universo y que el consumo los coloca en consonancia con esta falsa creencia. No se puede estar más equivocado al creer que la televisión abierta ha muerto.

Según datos del Instituto Federal de Telecomunicaciones, 56% de los televidentes en México, siguen consumiendo televisión abierta. Luego entonces, si la televisión no puede ya crear tendencia, ésta las tratará de explotar. ¿Cómo?, pues sencillo, adquirir las formas simbólicas que más estén a la mano: Intentar crear tendencias, Hashtags, perfiles en redes sociales, repartir clichés y repetir hasta la saciedad que han cambiado, que cambian con el mundo y sus miles de nichos. Hace 10 años, era cuasi-imposible ver a un conductor de televisión o a un actor de telenovela mostrando sus tatuajes, hoy, es recurrente observarlos en la piel de las flamantes conductoras de los programas de cotilleo.

Las formas transmutan con la velocidad en que lo hace la sociedad, pero el fondo parece seguir siendo el mismo.

La tercera cadena televisiva es un punto claro para comprender el fenómeno. Si bien, como se menciona arriba, las primeras dos cadenas han intentado crear contenidos consonantes con las nuevas tecnologías y los diversos consumos culturales de los jóvenes, Imagen Televisión ya nace con esa tesitura. El canal reclutó en sus líneas a diversos comunicadores, conductores y creativos con una visión marcada: innovación.


Parece ser que será un intento yermo el de encontrar reflejo en las nuevas generaciones, a pesar de que traten de congeniar con las formas juveniles. Imagen, se podría aseverar, busca contender por acaparar el nicho en televisión abierta que los Millennial podrían estar consumiendo. Se puede observar dicha empresa en nimiedades que significan un poco más de lo que aparentan.

En el programa matutino de Imagen, que pretende competir con sus iguales de Azteca y Televisa, tienen un intento burdo –que recuerda al “¡Qué todo México se entere!” del programa Hoy de hace 15 años– donde en vez de tener a un enviado en la calle para darle voz al de a pie, un dron se acerca a un paseante y éste da un mensaje. ¿No es lo mismo?, sí… pero con un dron, “es más cool, más de chavos”.

Otra de las particularidades que se pueden encontrar en la búsqueda del Millennial perdido, es ver a un David Páramo –quien se recordará por la sección de economía en el noticiario de la tarde en Azteca Trece– en el espacio ahora dado a Ciro Gómez Leyva, sin el riguroso traje, optando por salir a cuadro con una remera ajustada, mostrando los tatuajes y transportando el mismo discurso que lo ha caracterizado en sus apariciones en Azteca y en su programa de radio: El discurso de que las amas de casa no tienen derecho a opinar de economía, aunque los precios de la canasta básica suban; para Páramo los índices macroeconómicos y las reformas de EPN merecen ser alabados. Vaya, que nadie debe atreverse a opinar de economía más que él. El fondo es el mismo, la forma es diferente; la forma es un pastiche de lo que se cree es ser joven en este país. La lógica elemental es, si se ve cool, funciona. En este respecto, el crítico de televisión, Álvaro Cueva, en su cuenta de Twitter, denominó a esta sección de economía con look despreocupado como: Revolucionaria…

Asimismo, es de prestar atención a una de las figuras más fructíferas de la televisora, Epigmenio Ibarra. Fiel militante de izquierda, corresponsal del guerra y famoso por su entrevista al Sub-Comandante Marcos; Ibarra es fundador de la casa productora Argos Comunicación, quienes se insertan al mundo del melodrama en 1996 con Nada Personal transmitida en Azteca Trece; también se recordará uno de sus éxitos más grandes, Las Aparicio, que apareciera en 2010 en el canal extinto que precedió a Imagen, Cadena Tres; que también formara parte del holding de Vázquez Raña. La función que cumple Argos, es la de tratar de luchar en la carrera por las series televisivas; hasta ahora por mucho trecho ganada por Netflix.


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En dicha carrera por la audiencia, se encuentran tanto Millennials como amas de casa, quienes han preferido los sistemas de streaming debido a la posibilidad de pasar cuatro o cinco horas frente al televisor o computador viendo su serie favorita, pausar y continuar, o elegir entre un catálogo en el momento que lo desee. Justo eso, es una de las debilidades de la TV abierta, la periodicidad con la que funcionan sus melodramas y series.

Habrá que ver si las televisoras logran su cometido de encontrar a ese espécimen llamado Millennial. Lo que es seguro, es que el meollo de la construcción de ciudadanía no está en la agenda de los consorcios de medios de información. Está en otro lugar llamado, voluntad y criterio de quien consuma, se entretenga y se informe.

 

Efectivamente, puede que la licitación y triunfo de Grupo Imagen no sean consecuencia directa de esa pequeña petición del #YoSoy132. Lo que es relevante recalcar, es que hay un juego cultural entre la forma y el fondo. Las televisoras perpetúan el fondo, tratando de simular que cambian sus formas de acercarse al consumidor de información; y por otra parte, el movimiento estudiantil de 2012 –quienes ya forman parte del grueso denominado Millennial y que consume–, intentó cambiar el fondo manteniendo la forma tradicional de acceso masivo a la información, a las representaciones y a la construcción de la ciudadanía. Intentaron cambiar al país de fondo apostando por una de las formas tradicionales: la democratización y diversificación de los medios, es decir, una cadena de televisión dada al mejor postor que prometiera libertad, concepto que; por casualidad o no; forma parte del eslogan de Grupo imagen.

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