Cooperación en chimpancés: Lecciones para los humanos gorrones y agresores
Los avances científicos en materia de comportamiento nos siguen sorprendiendo. Esta vez, un estudio del Centro Nacional de Investigación de Primates Yerkes (YNPRC por sus siglas en inglés) en EE UU., mostró que los chimpancés son capaces de organizarse para cooperar e incluso para penalizar de diferentes maneras a los compañeros del grupo que son “gorrones” o aprovechados. Esto es que las tendencias a la competición en los chimpancés son menores a lo que se pensaba antes.
Por mucho tiempo se ha pensado que los humanos éramos la única especie capaz de cooperar. Estudios de este siglo han propuesto que los humanos evolucionaron para ser cooperativos. Por ejemplo, Ernst Fehr y Urs Fischbacher, de la Universidad de Zürich, mencionan que el altruismo, vital para la cooperación, es propio de los seres humanos. Al mismo tiempo, otros estudios han sugerido que quizá no sea del todo así. Stuart West y sus colaboradores, de la Universidad de Edimburgo, piensan que sería más práctico asumir que toda cooperación, tanto humana como no humana, se basa en principios similares, incluyendo la necesidad de mitigar la competición y de comunicar logros comunes. Pero cuidado, porque organismos como las hormigas, aunque cooperan, lo hacen a un nivel diferente y más relacionado con el “parentesco” (relaciones genéticas) y de una manera un tanto “pre-programada”, por decirle de alguna manera.
Dada la controversia, un equipo de investigadores dirigida por Malini Suchak, en el YNPRC se puso a investigar. Entre estos investigadores está también Frans de Waal, quien desde hace algunos años ha puesto en cuestionamiento algunas características que se suponían únicamente propias de los humanos, como el altruismo.
Estos científicos pusieron a dos equipos distintos de chimpancé frente a un problema que requería de acciones de cooperación entre dos o tres individuos. Los dos equipos podían elegir entre cooperar o aprovecharse de los otros individuos que hacían el esfuerzo para resolver el problema y obtener comida. El primer grupo de chimpancés tenía 20 años de haberse formado, y por lo tanto estaban de alguna manera organizados; mientras que el segundo grupo se formó tres meses antes del experimento, lo que significa que aún estaban estableciendo jerarquías, y presentaban más episodios de agresiones que el primer grupo. Sorprendentemente, los chimpancés de ambos grupos usaron una combinación de estrategias, como elegir al compañero de equipo y castigar a individuos que realizaron acciones de competición o de “gorronería”. Además, los chimpancés agredidos tendían a atacar posteriormente a su agresor, y a su vez, eran más propensos a recibir consuelo de otros individuos, distintos al atacante (¡Como en el caso de los humanos!). Al final, el resultado más importante es que las acciones de cooperación fueron más que las de competición y la conclusión más relevante de los investigadores fue que las raíces de la cooperación humana se comparten con otros primates.
Los estudios como este no son fáciles, en este caso los experimentos fueron bajo condiciones bastante controladas en encierros, con las condiciones de ética animal requeridas, y con un número limitado de individuos y repeticiones. Habrá que continuar con investigaciones similares y en libertad (nada fácil).
A modo de reflexión: Entonces ¿Qué resulta mejor? ¿Cooperar o competir y gorronear? ¿Por qué nos enseñan en las escuelas e incluso en el trabajo la cultura de la competición y no la de la cooperación? ¿Realmente es más útil la competición que la cooperación? ¿Y qué tal la cooperación para la competición? Esto último viene a mi mente si volteamos fuera de la ventana, al televisor o al internet y vemos lo que pasa en el mundo. Las empresas y los países compiten entre sí para ganar “recursos”. Los chimpancés nos muestran que son capaces de cooperar para obtener alimento ¿Nosotros todavía lo hacemos? Quizá los humanos somos más del tipo “Coopelas o cuello”.
Texto de Adriana Aguilar: Primatóloga con estudios de Doctorado en la Université de Sherbrooke (Quebec) e integrante del Colectivo Alterius.
Información obtenida de:
– Fehr E., Fischbacher U. 2003. The nature of human altruism. Nature 425: 785–791.Malini Suchak, Timothy M.
– Eppley, Matthew W. Campbell, Rebecca A. Feldman, Luke F. Quarles, and Frans B. M. de Waal. 2016. How chimpanzees cooperate in a competitive world. PNAS 1-6. doi: 10.1073/pnas.1611826113
– Scientific American, http://www.scientificamerican.com/article/like-humans-chimps-reward-cooperation-and-punish-freeloaders/
– West S.A., Griffin A.S., Gardner A. 2007. Evolutionary explanations for cooperation. Curr Biol 17:R661–R672.