El fin a la novela De Gea

Lean esto que se publicó en el diario deportivo Marca de Santiago Segurola donde afirma que a todo el mundo le convenía que el traspaso no se diera.

Un ridículo conveniente y una víctima en el camino
miércoles, 2 septiembre 2015, 12:32

El Real Madrid y el Manchester United, los dos clubes más ricos del mundo y con el historial más abundante de grandes fichajes y traspasos, fracasaron de forma cómica en la operación que significaba el fichaje de De Gea por el equipo español y el de Keylor Navas por el inglés. No hay dos instituciones en el fútbol con más experiencia y habilidad en este tipo de operaciones. Conocen los trámites de tiempo y forma mejor que nadie en el mundo. Si hay interés en concretar un acuerdo, no hay burofax y cronómetro que les detenga. Les sobra gimnasia.

Durante los 12 años de Florentino Pérez como presidente, el Real Madrid ha cerrado fichajes por un valor superior a 1.000 millones de euros. No hay hombre más experto y resolutivo en estos asuntos, muchos de los cuales parecían infinitamente más difíciles de solucionar que éste. Impresiona una lista de adquisiciones que incluye a Figo (Barcelona), Zidane (Juventus), Ronaldo (Inter de Milán), Beckham (Manchester United), Sergio Ramos (Sevilla), Van Nistelrooy (Manchester United), Cristiano Ronaldo (Manchester United), Kaka (Milán), Benzema (Olympique de Lyon), Luka Modric (Tottenham Hotspurs), Gareth Bale (Tottenham) y James Rodríguez (Mónaco).

Han sido las principales estrellas de una saga de fichajes que ha demostrado algo incontrovertible: cuando el Real Madrid quiere contratar a un jugador, nada le detiene. Lo consigue siempre y sin pestañear. Poco importa que el otro club considere que la operación le debilita en el capítulo deportivo, en ocasiones con una enorme pérdida de potencial competitivo.

Lo mismo ocurre cuando desea vender a alguno de sus futbolistas, incluidos los que se resisten a abandonar el Real Madrid. Tarde o temprano capitulan. Los traspasos de Higuaín (Nápoles), Özil (Arsenal) y Di María (Manchester United) son muy significativos. Otro factor crucial se añade al caso De Gea. Es Jorge Mendes, el agente más poderoso del mundo, el hombre que domina el mercado con puño de hierro. Representante del portero español, Mendes es una garantía de eficacia en sus gestiones.

Sin embargo, la operación De Gea ha fracasado por aparentes problemas de tiempo y de forma, en medio del estupor general y de calificativos muy gruesos para el Manchester United y Real Madrid. Expresiones como ridiculez y sainete dominaron los comentarios y los titulares periodísticos. No hay duda sobre la pésima imagen que han trasladado los dos clubes a los aficionados y al mundo del fútbol en general.

Pasado el estupor, merece observarse el paisaje. Esencialmente es el que deseaba el Real Madrid en los últimos días. Y probablemente es el más conveniente para el Manchester United. Las últimas semanas han hecho menos deseable el fichaje de De Gea por el Real Madrid y han favorecido su continuidad en el club inglés. No significa lo mismo el portero español ahora que hace dos, tres, cuatro y seis meses. Entonces era el portero perfecto para sustituir a Casillas, en medio de la campaña de erosión del veterano guardameta del Real Madrid. De Gea era el portero de moda en Inglaterra, joven, español, sucesor de Casillas en la selección, con un pasado colchonero que agregaba un toque morboso al fichaje.

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En términos estratégicos, De Gea representaba para Florentino Pérez la mejor alternativa a la sucesión de Casillas, pero el presidente midió mal la respuesta de los aficionados. Desestimó el valor sentimental del fútbol. A una gran parte de la hinchada madridista le irritó la despedida de Casillas, la triste ceremonia y la soledad del mítico capitán. A Florentino Pérez, un tiburón de los negocios, suele penalizarle su desapego de la parte más emocional, más sensible, del fútbol. Su intento de corregir el desastre un día después, con una conferencia junto a Casillas, resultó un fiasco. Alrededor de 2.000 personas pidieron su dimisión en el Bernabéu.

Florentino Pérez es un personaje extremadamente poderoso en el fútbol, las finanzas, las empresas y la política. Le gusta el poder y le encanta exhibirlo. Su posición en el Real Madrid es la más parecida a la de un monarca absolutista. Los cambios de estatutos le favorecen como presidente vitalicio. Ha ganado las dos últimas elecciones (2009 y 2013) en solitario, sin rivales, a pesar de unos discretos resultados deportivos: una Liga, dos Copas y la décima Copa de Europa. En ese mismo periodo (2009-2015), con tres presidentes (Laporta, Rosell y Bartomeu) y todo tipo de tribulaciones judiciales, guerras internas y tragedias (la muerte de su entrenador, Tito Vilanova), el Barça logró cuatro Ligas, dos Copas de Europa y tres Copas.

El único flanco abierto es la respuesta del público en el Bernabéu. Gran parte de las decisiones de Florentino Pérez están decretadas por sus frecuentes encuestas. El presidente teme los cambios de humor de los aficionados. Lleva mal las protestas y se estremece con los pañuelos. En 2006 abandonó el cargo después de asistir a una pequeña agitación en el Bernabéu. Algunos íntimos dicen que tiene mandíbula de cristal en estas situaciones. El asunto De Gea representa muy bien la incomodidad que supone el fastidio de los aficionados para Florentino Pérez.

De Gea servía bien como escudo antes del traspaso de Casillas, pero no después. La paralización del proceso de contratación, la ausencia de declaraciones públicas a favor de Keylor Navas y el fichaje de Kiko Casilla generaron entre los aficionados un efecto de indudable simpatía por el portero costarricense, el mismo que meses antes pasaba inadvertido: suplente de Casillas en la Liga y en la Copa de Europa, titular del Real Madrid eliminado de la Copa del Rey por el Atlético en enero. La alternativa más adecuada era De Gea, pero el verano cambió la dirección del viento.

La afición apreció la actitud de Keylor Navas en verano, respondiendo como un profesional a una situación que exigía su salida del Real Madrid con la llegada de De Gea. Keylor, que siempre manifestó su voluntad de permanecer en el club, terminó por aparecer como una víctima sacrificada por la mala gestión en la negociación con el Manchester United. A la hinchada le gustó su papel de rebelde frente a la adversidad, su deseo de seguir a toda costa y la decisión de demostrar su calidad como portero en la primera oportunidad que dispusiera. Y eso es lo que sucedió en el partido con el Betis.

Hubo algo de poético en Keylor que llegó a la fibra emocional de los aficionados. Arrebató el balón a Rubén Castro en una jugada que sonaba a gol y luego le detuvo un penalti. Keylor jugó como si le fuera la vida en cada intervención. El público reconoció su actitud, sus paradas y su condición de víctima de un proceso que le ninguneaba. Esa noche, sábado 29 de agosto, la respuesta del Bernabéu desaconsejaba el fichaje de David de Gea y el traspaso de Keylor Navas. Para un presidente que viene de un año sin títulos, el factor crítico es fundamental. Convenía más la continuidad del portero ovacionado (Keylor) que el fichaje del guardameta discutido (De Gea). Todas las encuestas de agosto, señalaban una amplia mayoría de opositores a la contratación del portero del Manchester. Por sorprendente que parezca, el grado de críticos al fichaje alcanzó el 88% después de que las ediciones digitales de los medios informativos dieran por cerrado el acuerdo entre el Real Madrid, el Manchester United y De Gea.

Si desde la perspectiva política, o de relación con los socios, a Florentino Pérez no le convenía la operación, tampoco le beneficiaba al Manchester United, sometido a un año de enorme agitación y a las dudas que genera el argentino Romero en la portería. La derrota en Swamsea, con una pésima actuación de su guardameta, disparó todas las alarmas en el Manchester United. La superioridad de David de Gea es tan evidente que los aficionados olvidarían todas sus diferencias con el club a cambio de defender la portería del equipo de Old Trafford.

Dos partidos de sensaciones diferentes establecieron un territorio diferente. El madridismo prefiere a Keylor antes que a De Gea y el mejor portero del Manchester United es De Gea. Ese era el escenario en el último día del periodo de traspasos. Un día después, Keylor seguía en el Real Madrid y De Gea en Inglaterra, exactamente lo que aconsejaba la real politik. Es cierto que para llegar a esta situación, que abona la idea de la farsa, se escenificaron varias chapuzas impensables en los dos clubes con más dinero, más experiencia y más eficacia en cuestiones de traspasos. No se movió nadie porque probablemente no convenía que alguien se moviera.

Un punto interesante de este episodio es la supuesta indemnización que el Real Madrid debería pagar a De Gea en caso del incumplimiento de la operación. Desde el club se asegura que no existe ningún contrato previo, aunque varios periodistas han señalado que sí existe. La cautela del Real Madrid es obligatoria porque la FIFA impide este tipo de acuerdos privados antes de que se abra la ventana de negociación, en los seis últimos meses de contrato del jugador que queda libre. En el caso de De Gea eso ocurriría a partir de enero de 2016.

Son muy graves las sanciones a los clubes que vulneran los principios contractuales que decreta la FIFA, pero también son graves para el jugador que los incumple. Dentro de la escenificación formal de las negociaciones con el Manchester United, el Real Madrid puede aducir que siempre tuvo la voluntad de fichar a De Gea, pero que la fastidiosa premura de tiempo lo impidió. El joven portero español sale de este verbenero episodio como gran víctima. Será titular del equipo dónde no quería seguir. Keylor guardará la portería que deseaba. Los aficionados del Real Madrid tienen al portero que, por lo visto, prefieren. El Manchester United se sentirá mucho más tranquilo con De Gea que con Romero. ¿Ridículo? Sí. ¿Desprestigio? También. ¿Conveniencia y pragmatismo? Por supuesto, de eso trata el negocio.

Fuente Marca: Texto original


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