México: Tercer informe de gobierno de EPN

Especial de Tercera Vía sobre el estado actual de México rumbo al tercer informe de gobierno del Presidente Enrique Peña Nieto.

Si México fuera un paciente en urgencias, la relación de su estado sería:

Parálisis, deficiente sistema de defensa, zonas gangrenadas, hipertensión, Alzheimer… y episodios de Síndrome de Estocolmo.

Desde el último informe de EPN, en México se ha vivido Ayotzinapa, el desplome de la moneda, la incapacidad de crecimiento económico, los recortes presupuestales a la educación, la mutación del crimen organizado, la crisis de la Casa Blanca y la fuga del capo más buscado del mundo. Aún así, las Elecciones de 2015 favorecieron al PRI y a sus aliados, que tienen mayoría en el poder legislativo. ¿Se alcanzaron metas trazadas que lo justifiquen? El actual gobierno ha dispuesto el portal  para dar a conocer los resultados de su gestión anual. En el ánimo de vislumbrar el rompezabezas completo, desde Tercera Vía exponemos la situación del país en el marco del tercer informe de gobierno. Podrás encontrar datos de la realidad mexicana sustentados en organismos internacionales, así como en diagnósticos de instituciones académicas reconocidas y evaluaciones de ONG´s especializadas. En el dilema de asumir una u otra versión, apuesta por saber más, adéntrate a otra perspectiva con Tercera Vía.

El pasado 8 de marzo se llevó a cabo la gran marcha del #8M en la Ciudad de México y nuevamente, como antes de la pandemia, miles de mujeres se sumaron al llamado. La Av. Paseo de la Reforma se inundó de color morado por la diversidad de mujeres, algunas hicieron twerk, otras eran parte de batucadas o grupos de sahumadoras, maternidades cannábicas, mujeres bordadoras, colectivos de crianza feminista, mujeres que provenían de diversas escuelas, universidades, jóvenes con tambores, con jaranas, bailando, haciendo performance, mujeres de pueblos originarios, colectivos de niñas con sus mamás, trabajadoras, entre otras. Según algunos medios de comunicación, hubo cerca de 80 mil participantes, aunque quizá hayan sido muchas más.

El tránsito de la marcha fue bastante autónomo, pues no había un camión de sonido que proporcionara un orden de contingentes como muchas otras organizaciones sociales acostumbran a hacer, sino que en esta marcha las distintas colectivas salieron de la Ángela al Zócalo a partir de su propia decisión. Paralelamente, varias madres de mujeres víctimas de feminicidio, sobrevivientes a violencias letales, familiares de desaparecidxs y otras activistas hicieron un ritual con flores y plantas medicinales para las mujeres que ya no pudieron estar presentes en esta marcha. Ellas también se incorporaron en la marcha hacia el Zócalo.

Cabe señalar que a diferencia de otros años, en donde se tiene la memoria visual aérea de las marchas, varios medios de comunicación denunciaron que los drones que utilizan para registrar ese tipo de imágenes fueron bloqueados en un área de cinco kilómetros a la redonda, por lo que no pudieron documentar la cantidad de mujeres que asistieron.

Créditos: Tsunun Ojos de Colibrí FOTOGRAFÍA

Durante nuestra estancia en la Ángela, varios grupos de Ateneas (policía femenil de la CDMX) avanzó hacia nosotras con varios extintores y gases. Se acomodaron a los costados de la Av. Paseo de la Reforma y se colocaron en línea para avanzar con la marcha. Horas antes de la movilización que fue convocada como una actividad pacifica, el presidente comunicó que varias mujeres irían con “marros, sopletes y bombas molotov” e hicieron una lista en la que clasificaron todas las colectivas convocantes a la marcha con una columna que describía su nivel de peligrosidad; algunos de estos colectivos que son integrados por madres de mujeres víctimas de feminicidio estaban clasificados como de “peligrosidad alta”. No sabemos cuáles son los criterios del gobierno federal para determinar ese nivel, pero sirvió como una retórica para justificar el uso de la violencia estatal hacia las asistentes.

Créditos: Tsunun Ojos de Colibrí FOTOGRAFÍA

No solo fue la represión policial, sino también por medio de estrategias de provocación por parte de integrantes del gobierno local, quienes llevaron a cabo una iniciativa de militantes de su partido político (Morena) que consistió en regalar flores moradas a las policías otorgándoles una imagen de conciliación. Sin embargo, está documentado por la Brigada de Paz Marabunta, que las Ateneas sí aplicaron tácticas de encapsulamientos de mujeres mientras avanzaban hacia el Zócalo, así como el uso de gas pimienta y lacrimógeno. La misma Brigada Marabunta fue agredida por policías y fueron testigos de que elementos de seguridad golpearon y robaron pertenencias a una mujer que iba en la marcha1https://twitter.com/RompeMiedo/status/1501309401231204357.

Evidentemente, estas acciones se contraponen con el protocolo del uso de la fuerza durante la manifestación. Además, por primera vez hubo un despliegue de mujeres Marinas del cuerpo antimotines de la Tercera compañía de la Secretaría de Marina (Semar) que formaron parte de la seguridad al interior y exterior del Palacio Nacional2https://twitter.com/El_Universal_Mx/status/1501214344725553159. En este contexto, las asistentes a la marcha vimos a mujeres policías gritando la consigna: “policía consciente, se une al contingente”. Este acontecimiento fue cubierto en exceso por la prensa y fue motivo de felicitaciones por la jefa de gobierno.

Como suele suceder, los hombres también quisieron robar escena. En las redes sociales destacó un joven que estaba corriendo en la plancha del Zócalo con un cuchillo en la mano con un aspecto amenazante frente a los contingentes de mujeres. Poco después fue detenido en Pino Suárez por la policía, como no sucedió con pequeños grupos de hombres que saquearon comercios mientras se llevaba a cabo la marcha3https://www.tiktok.com/@emm0899/video/7073103627476290822.

Créditos: Tsunun Ojos de Colibrí FOTOGRAFÍA

Lo que nos une para salir a marchar el #8M es exigir un alto a la violencia de género, a la impunidad y a la injusticia. Porque nos siguen matando, nos siguen desapareciendo, nos siguen vulnerando dentro y fuera de nuestras casas. Es cierto que, como en todo movimiento transformador, hay divisiones pero no debemos perder de vista que el horror nos atraviesa a todas; no importa si eres profesora, alumna, niña, mujer de la tercera edad, científica, artista, periodista, abogada, ama de casa o campesina. Cualquiera de nosotras un día puede que no regrese a casa y que se convierta en una cifra más a la que las autoridades seguirán revictimizando.

Crédito: Tsunun Ojos de Colibrí FOTOGRAFÍA

Por ello, en nuestras diferencias nos debemos fortalecer, tal como nos señalaron las zapatistas en los Encuentros de Mujeres en Chiapas. Todas somos como un bosque donde hay “ocote o pino, hay caoba, hay cedro, hay bayalté, y hay muchos tipos de árboles. Pero también lo sabemos que cada pino o cada ocote no es igual, sino que cada uno es diferente. Lo sabemos, sí, pero cuando vemos así decimos que es un bosque, o que es un monte. Bueno, aquí estamos como un bosque o como un monte. Todas somos mujeres”. Esto quiere decir que en nuestras diferencias está nuestra fortaleza, porque la violencia no solo viene de un hombre, también viene de mujeres y de instituciones, viene del sistema patriarcal y del capitalismo que genera nuestra explotación, que nos usa como base para sostenerse.

Nuestro acuerdo fue y sigue siendo mantenernos vivas frente a un mundo que nos odia por ser mujeres. Al organizarnos aprendimos a cuidarnos colectivamente, por ejemplo cuando comenzaron a secuestrar mujeres en el metro o en ciertos espacios públicos y varias hicimos chats para monitorearnos, para acompañarnos, para señalar los puntos de secuestro y saber cómo actuar ante el riesgo. Hay un tejido social en el que habitamos que debemos cuidar y reforzar. Queda claro que el Estado no nos va a proveer de la seguridad que necesitamos para vivir sin miedo. En cambio, es nuestra participación más allá de las marchas, es la misma organización política que nos mueve a crear estrategias de cuidado, de crianza, de mirarnos a todas como una colectividad y no como individuas aisladas lo que nos ayudará a vivir. Acuerpémonos pues unas a otras para que ni una sola mujer en cualquier rincón del mundo tenga miedo de ser mujer.

Créditos: Tsunun Ojos de Colibrí FOTOGRAFÍA
Texto: Paulina Domínguez
Fotografías: T'sunun Ojos de Colibrí

Por Amairany Mora

Este año se lleva a cabo en el estado de Morelos la VI Brigada Nacional de Búsqueda de Personas Desaparecidas, que abarca dos semanas de trabajo (del 10 al 24 de Octubre del 2021) que incluyen 6 ejes en los que se divide la búsqueda de nuestrxs familiares: búsqueda en campo, contextos forenses, fosas clandestinas y otros; eje de Iglesias y comunidades de fe; eje de búsqueda en vida, que incorpora la labor en penales y centros de rehabilitación; eje de escuelas; eje de identificación forense, búsquedas en el Servicio Médico Forense (semefo) y un eje de sensibilización de autoridades. Cada uno de los integrantes de la Brigada sale desde muy temprano para desplazarse a las distintas localidades de Morelos donde se desarrolla cada tarea, con el propósito de construir una conciencia colectiva sobre el fenómeno a partir de la sensibilidad de lo que conlleva este doloroso fenómeno de la desaparición de personas en nuestro país.

Fotografías de los Colectivos que componen la Brigada Nacional de Búsqueda

Hemos visto nacer la Brigada desde sus inicios en la comunidad de Amatlán de los Reyes, Veracruz y verla caminar por los estados de Sinaloa, Baja California, Guerrero, de nuevo por Veracruz en su zona norte y ahora Morelos. Algunas familias llegaron solas, ya sea porque escucharon en algún medio de comunicación hablar sobre la Brigada de Búsqueda o acuden al encuentro de otrxs hermanas y hermanos de dolor. Estos procesos de organización y búsqueda de los familiares en su mayoría son sostenidos por mujeres: madres, hermanas, tías, abuelas, etcétera.

En los patios del hotel donde se hospedan los familiares, se encuentra un taller de rapel y descenso que imparte la Brigada Marabunta, organización de derechos humanos que ha acompañado desde sus inicios el trabajo de campo de la Brigada Nacional de Búsqueda. Hasta la primera semana, se han logrado identificar 7 puntos positivos en la búsqueda en campo, lo que algunos medios periodísticos especializados como la Revista Proceso, apuntan como un campo de exterminio. Estos hallazgos provocan una extraña alegría, un aliento de esperanza a las familias por el hecho de encontrar y llevar a casa todos esos “tesoros” que fueron depositados en alguna parte de esta tierra, la cual también sanan y además lanzan oraciones alrededor de ella, donde se encuentran ellas y ellos a quienes privaron de su libertad en algún momento de esta guerra. Así pues, se pide que este hermano o hermana regrese pronto a casa y su familia pueda alcanzar un ápice de paz.

Fotografías de los Colectivos que componen la Brigada Nacional de Búsqueda

Este fin de semana también se realizó un encuentro con el Congreso Nacional Indígena (CNI) en la explanada de una cancha de una pequeña localidad morelense, se escucharon diferentes voces, planteando las razones de por qué somos hermanos de dolor, de distintos dolores, que hermanan la lucha por la dignidad y la justicia en México, aquella justicia a la que un tanto renuncian en esta Brigada sin buscar culpables, solo buscando puntos, mapas, algún lugar en donde se pueda encontrar a sus familiares. Durante la reunión se coincidió que en estos largos años de resistencia, son estos mismos caminos y el mismo sistema de muerte y despojo quien asesina a “nuestras” familias, quien las desaparece, quien desarticula la comunidad para entrar en ella y convertirla en una presa fácil de esta violencia que acecha nuestras tierras, nuestras comunidades y territorios con proyectos de muerte, con un clima de terror que hace caminar estás violencias de la mano del narco y del Estado.

Una compañera de la Brigada reconoce el camino de lucha que han tenido las comunidades indígenas en este país, explica que son estas comunidades quienes han sido desaparecidas doblemente, pues han sido invisibilizadas por el sistema que ha reprimido durante años sus territorios, su lengua, su cultura y, al mismo tiempo, impone proyectos de despojo en sus comunidades.

Es así como algunxs otrxs de la Brigada van caminando hacia las escuelas, parroquias e instituciones para sensibilizar a la población acerca de la desaparición y que se pondere que este fenómeno puede ocurrirle a cualquier persona, pero también decirles que “no queremos que vuelva a pasar”, pues exclaman que la urgencia de acudir a sus espacios es para poder tener una forma de decirles que es necesario parar esta situación desde donde cada uno esta, hablarles a aquellos quienes tienen desde los más altos puestos políticos hasta los pequeñxs, a la gente en las Iglesias o escuelas y decirles, con ese corazón lleno de dolor pero también de esperanza, que tenemos que cuidarnos entre todas y todos, “que sólo querernos y cuidarnos colectivamente nos ayudará a que cada vez sea menos grande esta desazón en nuestras familias”, como señaló uno de los familiares.

Estas experiencias dejan tras de sí un buzón de paz, con la esperanza de traer a las búsquedas algún lugar en donde puedan hallar esa “paz”, esa palabra que se encuentra plasmada en cada uno de los buzones y que es una forma de hacer partícipe a aquellxs quienes tienen alguna información, pero en ocasiones el miedo no deja decirlo y que de manera anónima puedan brindar un poco de luz en este camino. Esté buzón puede tener frutos permanentemente para esta Brigada que conforman diferentes familias de todos los rincones de este país adolorido por la ausencia de las víctimas.

Una ausencia puede vaciar al mundo entero.

Querida Ara: no encontrarte es vivir en una ciudad repleta de gente, pero deshabitada de ti, que me haces falta. Te he buscado, he preguntado por tus pasos, he recorrido sin tregua los sitios en los que podría encontrarte. Pero tu presencia se hace esperar por razones que escapan a mi juicio. Por eso también anhelo que, de maneras que no alcanzo a abarcar, un día de estos tu recuerdo se funda con tu estampa y nos encontremos de nuevo. 

Me queda confiar en eso. Me convenzo de que no nos hemos perdido el uno al otro; en lugar de eso, le propongo al destino que lo que vivimos es un aplazamiento, un intervalo franqueable, como aquella pintura de dos amantes que se miran desde los extremos opuestos de un puente. 

“Estoy harto de vivir de corazonadas, de espectros que cruzan de reojo”
Por eso camino todos los días por la ruta de nuestros paseos cotidianos. Incluso me ha pasado que, viendo el final de la calle, siento por un instante inmenso que la esquina no se desdobla para mantener en vilo una cascada de presentimientos, como sí, al dar la vuelta, fueras a estar tú. Pero continúo, y no apareces. Estoy harto de vivir de corazonadas, de espectros que cruzan de reojo. Mi vida ya no es un flujo, sino que se ha vuelto vivir a saltos, como si todo yo fuera un corazón. 

¿Dónde estás, Ara?

En un mundo de billones de seres, ¡Es inmenso lo que podría sanar una sola presencia!

Aunque no les prestamos demasiada atención, los carteles de “Se busca” se han multiplicado por distintas partes de la ciudad. Generalmente incluyen una fotografía, una breve descripción, algunas señas particulares y algún número de contacto. 

“La desaparición no es un tópico de la imaginación, sino de la más descarnada realidad.”
Ciertas ocasiones, mientras esperaba el transporte público, me había detenido a imaginar las historias de vida que se pierden detrás de la escueta información que ofrecen los anuncios. Puede parecer un juego mental frívolo, pero es lo contrario, porque al imaginar el dolor de quienes buscan a un ser amado, surge la empatía. ¿Puede ser que algún día los carteles nos cuenten historias en lugar de solo ofrecer una imagen y algunos datos biográficos que se sienten tan impersonales?

Como digo, había imaginado el dolor, la angustia y la desazón de quienes solicitan ayuda para tener noticias de quienes aman, y también había recreado el destino, o mejor dicho, el anti-destino que cumplen quienes, por cualquier razón, no pueden volver a casa. Sin embargo, cuando Ara no regresó y yo mismo tuve que poner carteles de “Se busca” en la avenida Chapultepec, reafirmé que aquí la desaparición no es un tópico de la imaginación, sino de la más descarnada realidad. 

Es odioso que la vida continúe a la mañana siguiente de que un ser amado desapareció. El sol se alza indiferente a que existen vidas sagradas que han sido destrozadas brutalmente en la víspera. 

Tú desapareciste un jueves, Ara, y desde entonces detesto los jueves. Me parecen chocantes. Instintivamente los gasto entrevistándome con películas de nuestros recuerdos juntos. Revisito detalles, quicios y pliegues de momentos precisos a tu lado. Me he convertido en un arqueólogo de instantes, un laborioso profesional que atraviesa capas de memorias para desenterrar un hallazgo, un detalle tuyo que ilumine mi día. 

Es difícil vivir así. Uno se harta de imágenes gastadas, de recuerdos borrosos, y lo que urge es palpar un cuerpo, sentir el pulso de quien ama. Mientras que tu presencia se demora, mi impaciencia se redobla. ¿Dónde estás, Ara? 

¿Estás? 

Es desesperante considerar el ejército de peligros que conspiran para lastimar a quien amamos; nos herimos al dibujar mentalmente los escenarios posibles de quienes no regresan. ¿Y si no me extraña tanto como yo? ¿Qué tal que quiere volver, pero alguien se lo impide? ¿Se las arregló para continuar sin mí? ¿Me necesita y me invoca en sus adentros, sin obtener respuesta? 

No cabe duda que cuando la imaginación y el corazón se entrevistan en el dolor, podemos convertirnos en nuestra peor compañía. 

“Algunos piensan que me he ido adaptando a tu ausencia; ignoran que las heridas que más duelen sangran hacia adentro”.
Tu alegría tiene duende, Ara, y por eso te extraño tanto. La gente me pregunta por ti, y he burocratizado la explicación de tu ausencia para protegerme. Así, hablar de tu desaparición con terceros me cansa, en vez de que me duela tanto. Es por eso que algunos piensan que me he ido adaptando a tu ausencia; ignoran que las heridas que más duelen sangran hacia adentro. Por lo demás, necesitaría desenrollar nuestra vida juntos en cada conversación para que los demás puedan alcanzar a entender la pausa existencial en que permanezco desde que te convertiste en un rostro sin rastro. 

Cuando estoy triste, Ara, subo una torre muy alta de la ciudad, que tiene un mirador en la punta. En el horizonte se despliega la mancha urbana, tremenda, y muestra el enigma de los innumerables recovecos que pueden estar ocultándote. La primera vez que tuve esta visión, me pareció insoportable: era abrumador dimensionar el espacio que no puedo agotar en tu búsqueda. Sin embargo, esa sensación se transformó, y al tiempo, comencé a poder presentirte en esta inmensidad, y a tener la certeza de que estás ahí, en algún punto ciego, y que es través de las vastedades –espaciales y temporales– que podemos comunicarnos. 

Fue en la contemplación del paisaje inmenso donde experimenté la catarsis del buscador: presentir que quien amas está bien de una manera que se te escapa. 

Cuando estoy triste, Ara, ahí permanezco, en silencio, mientras que tu sombra se eleva en los atardeceres del alma. 

Un adiós que no se dice a tiempo es un interminable decir adiós…

Yo sé que de a poco tengo que acostumbrarme a tu ausencia. Pero no quiero despedirme todavía, Ara. Tengo claro que necesito continuar mi vida y abrirme a nuevas posibilidades, pero hacerlo me produce una culpa enorme. Vivir sin ti, amar sin ti y sonreír sin ti me sabe a un acto de alta traición. 

“El amor también encuentra formas de imponerse a la muerte”
Supongo que el tiempo lo cura todo. Por eso los antiguos decían que el tiempo le gana al amor. Con ello querían expresar que no existe un amor que pueda contra su propia muerte, ya sea porque se extingue el fuego de su pasión, ya sea por la condena de nuestra finitud. Sin embargo, el amor también encuentra formas de imponerse a la muerte, porque se puede proyectar más allá de la presencia e incluso de la existencia de quien ama y es amado. Concluyo que, desde el origen, el dios del amor y el dios del tiempo juegan a los dados, y que ambos ganan y pierden partidas. Nunca hay un vencedor ni un vencido absoluto, y gracias a ello continúa girando el disco de las estaciones, de las lunas, de los siglos. 

En alguna de esos ciclos, ¿Te volveré a ver, Ara? 

Espero que sí.

Creo que lo atractivo del paraíso cristiano no es el horizonte de nubes esponjosas y la calma seráfica de los bienaventurados, sino la promesa del reencuentro con quienes amamos. Por mi parte, aceptaría incluso ir al infierno y morar en el horror más desesperado si puedo reunirme allí con quienes he querido. Prefiero compartir el dolor de ser un mismo grito con ellas y ellos a vivir una eternidad de goces por actos individuales anodinos, como si lo bueno que he hecho se agotara en mí mismo, cuando en realidad es fruto de un árbol ancestral, un nudo de mi red colectiva y un relámpago de mi libertad que quiere iluminar a quienes están por venir. 

Dirán: «¡Pero solo es una perra, solo es un animal!».

«¿Y qué?», les respondo. Nosotros también somos animales, un tipo especial, si se quiere: somos los animales que piensan, que sueñan, que extrañan. 

 

Por César Alan Ruiz Galicia

Cuando me preguntan si creo que las personas tienen derecho a decidir las substancias que entran o no a su cuerpo, de inicio respondo que sí; me parece natural y correcto que un ciudadano o ciudadana puedan elegir los nutrientes, los estimulantes, o incluso los psicoactivos que van y vienen por su torrente sanguíneo. Solo se me ocurre limitar esta libertad con restricciones razonables, como que la persona tenga la mayoría de edad, que esté en uso de sus facultades mentales y que su acto no sea una amenaza para terceros. Cumplido esto, que suene la canción alegre de la libertad, tralalá, tralalá. 

Sin embargo, esta teoría del derecho casera resiste menos que una estufa de madera. Porque cuando una persona que se declara antivacunas me dice que tiene la libertad de no vacunarse, de elegir no llevar cubrebocas y de promover públicamente esta posición para que muchas más personas sigan ese camino, siento que la libertad es una cosa para ángeles, pero no para mexicanos: es difícil escuchar pacientemente a personas con estas ideas cuando considero el drama de millones que esperan la oportunidad de vacunarse, sabiendo que eso les puede salvar la vida a ellos y a sus seres queridos. 

Foto: Annick Donkers
Foto: Annick Donkers

Pero la cosa tampoco es tan fácil, porque las personas antivacunas defienden su posición apelando a valores ilustrados en los que me reconozco. Vamos a ver: uno espera que sean oscurantistas y proclamen que ésta pandemia la mandó Dios para castigarnos por el derecho a decidir, que el piquete de la vacuna es la cola del diablo y que en cualquier momento sonarán las trompetas del juicio final y los vacunados no reencarnarán; sin embargo, he descubierto que defienden sus ideas a partir de reclamar derechos y libertades; que invitan a que me informe por mi propia cuenta; que además conminan a pensar por uno mismo –el Sapere Aude de Kant–. Y ahí uno se descoloca, porque además señalan que los medios se alían con grandes capitales para desinformar, que las farmacéuticas tienen un lobby poderoso y que la medicina occidental arrasa a su paso cualquier forma alternativa de tratamiento de las enfermedades, y ahí ya siento que me uniría a su grupo…si no fuera porque también consideran que otro enemigo de su causa somos los periodistas. 

El contingente avanza entonando consignas para exhibir la plandemia. Son cerca de cien personas, quienes se han reunido en el centro histórico de la Ciudad de México para hacer una movilización que destaca porque nadie usa mascarillas; cada asistente que se incorpora al contingente saluda al resto de beso, con un efusivo abrazo o un apretón de manos, lo que genera un extrañamiento semejante a presenciar rituales en desuso. El conjunto avanza sobre la calle Madero gritándole al mundo su verdad: 

No funciona el cubrebocas:
¡Más infecciones provooooooca!

Los transeúntes miran con curiosidad al grupo. Parecen no estar familiarizados con su causa, por lo que tardan un tiempo de dilucidar las razones de la protesta. Contribuye al desconcierto que algunas consignas son plagiadas: 

De norte a sur
de este a oeste
ganaremos esta lucha
¡Cueste lo que cueste!

Qué dirían Genaro Vázquez y Lucio Cabañas si supieran en qué acabó este grito de lucha, pienso, mientras coreo el final. 

“Limón, cebolla y ajo:
¡Infecciones al carajo!”

El grupo de manifestantes lleva camisas y pancartas en las que se autodenominan como “Mexicanos por la verdad”. Se presentan como “activistas por la vida, la salud y la libertad”. 

“Muestra tu sonrisa…
¡O morirás de prisa!”

La marcha es animada en buena parte por el “Doctor Darío”, un hombre mayor, delgado, de mirada acuosa, quien se revela como un entusiasta del megáfono: 

“La OMS miente
¡Vuélvete consciente!”

Las voces del grupo se alían con él y los puños se lanzan contra el cielo, como en cualquier otra protesta por una causa justa. El Doctor Darío avanza hacia su destino con ánimo resuelto. Y entonces grita:

“Vacuna corporativa…
¡Con residuos del SIDA!”

Este verso parece cosecha del doctor, porque solo encuentra el eco de unas pocas voces solidarias. Pero el doctor no se amilana, sino todo lo contrario. Quiere ganarse de nuevo a la pequeña multitud, por lo que recurre a un mensaje más consensuado: 

Esta vacuna:
¡Te lleva a la sepulturaaaa!

El grupo participa de este último grito de buena gana. El doctor infla pecho y se sigue de corrido: 

“Abraza sin temor
a tus hijos con amor”

Doctor Darío / Foto: Annick Donkers

Aquí me pongo a pensar: ¿Quién diablos puede estar en contra del amor de padres a hijos? Yo no. Me parece que el Doctor Darío señala un punto con el que me identifico: la vida en pandemia nos quitó una parte de la afectividad; nos debemos muchos abrazos, besos y caricias…encuentros. Al igual que millones, yo tuve que esperar más de un año a que vacunaran a mi propia madre para poder abrazarla. Claro que esperé a que vacunaran a mi madre, que es lo opuesto a lo que defiende este grupo anti-vacunas, pero entiendo su malestar, que me parece legítimo, que comparto. En eso reflexionaba cuando el Doctor Darío entonó: 

Prensa vendida
¡No digas más mentiras!

Gracias por regresarme a la realidad, Doctor. 

El grupo se moviliza del Zócalo hasta una esquina de la Alameda colindante con el Metro Hidalgo. Ahí realizan un pequeño mitin. Puedo hablar con ellos mientras me graban con su celular “para tener evidencia y que no tergiverse sus palabras, como hacen los periodistas”.  

Foto: Annick Donkers
Foto: Annick Donkers
Foto: Annick Donkers

“Estamos en contra de esta farsemia”, dice el Doctor Darío, plenamente convencido. “Como médico tengo 31 años de experiencia y los síntomas que dicen que son de Covid los he visto durante todo este tiempo de forma recurrente. En general las personas que se enferman con el cuadro clínico del Covid se curan con métodos naturales, incluso con homeopatía. El verdadero problema aquí es que encierran a millones, como si fueran gallinas, y la gente come un montón de porquerías, harinas blancas y lácteos, lo que sumado al pánico, provoca que las personas se enfermen”. 

Cuando le pregunto sobre las razones por las que el mundo se puso de acuerdo para engañarnos con eso del COVID-19, el Doctor Darío responde con un diagnóstico puntual: “el problema es que tenemos una élite conformada por gente como Bill Gates, quien desde 2011 decía que había que reducir la población mundial. Recuerda además que una persona enojada con el Banco Mundial filtró que desde 2017 había una certificación para sacar una vacuna para el COVID-19, lo que prueba que no es un virus, sino una marca, misma que quiere decir “Certificación para la Vacunación, por sus siglas en Inglés” (sic).

En acuerdo con el Doctor Darío, este plan existe desde hace casi dos años: “el 18 de octubre del 2019 se reunió en New York el grupo de Davos para planear esta farsemia, con el objetivo de reducir la población mundial a través de sus mal llamadas medidas sanitarias, cuando en realidad son medidas satanarias. La idea es meter miedo. Piénsalo: el tapabocas no es tal, porque tapa también la nariz –no solo la boca– y enchueca las orejas, pero además hace que el cuerpo no pueda expulsar el anhídrido carbónico, que volvemos a asimilar, por lo que retenemos hongos y bacterias, lo que eventualmente causa problemas como la acidosis metabólica. Si todos los médicos que se han muerto de Covid usaban ese bozal, ¿dónde estaba su protección? La idea es dañar a las personas y minar su sistema inmunológico. Hay miles de videos de gente que ha sido inyectada, a las cuales les ponen luego un imán y éste se queda pegado, lo que implica que están siendo inoculadas con metales pesados”, declara, con el ánimo encendido. 

Después de escuchar su explicación, le pregunto respetuosamente al Doctor Darío por qué debería de creerle a él y no a fuentes oficiales como la Organización Mundial de la Salud, que algo sabrá del tema. El doctor Darío responde: “en nuestro movimiento también hay médicos, químicos, psicólogos y enfermeras, somos un grupo interdisciplinario. Yo, por ejemplo, tengo una maestría y un doctorado. No somos conspiranóicos, sino gente preparada”, responde, para luego volver a la carga con el megáfono. 

Mauricio se define a sí mismo como un “Mind Hacker”, es decir, alguien que “te ayuda a hackear tu propia mente para alcanzar tus objetivos”. Mauricio reside en Tulum; es alegre y tiene una facilidad de palabra que vuelve agradable su conversación. “Vine a la Ciudad de México cuando empezó la pandemia, para estar con mis papás, que viven aquí. Conforme fue pasando el tiempo empecé a ver que muchas cosas no tenían sentido respecto a los protocolos de cuidados, así que empecé a informarme y descubrí que esto que vivimos es parte de una agenda, algo diseñado desde hace muchos años, pero solo te das cuenta de esto cuando ves más allá de la educación, de los medios y el gobierno, porque hay un sistema que se dedica a controlar a las masas mediante la desinformación y la ignorancia de la gente”.

Mauricio / Foto: Annick Donkers

Cuando le pregunto a Mauricio sobre los medios que consulta para llegar a estas conclusiones, responde: “nosotros nos informamos a través de canales en Telegram y WhatsApp. Creamos estos espacios para compartirnos información de todas partes del mundo, no sólo de México, porque este movimiento comenzó en Berlin, pero siguió en Londres, más adelante en Argentina, así como en muchos otros países; ellos han podido reunir a millón y medio de personas, y eso me da tristeza, porque mientras en otros países están avanzando, aquí seguimos sin darnos cuenta de la verdad”.

“Hay gente que se asombra o nos mira con incredulidad cuando les compartimos estas ideas –señala Mauricio al ver mi expresión de escepticismo ante la idea de que es mejor informarse por WhatsApp y Telegram–. Sin embargo, muchas otras personas se interesan y comienzan a preguntar más; estamos algo aislados, porque ni un solo medio de comunicación nacional ha venido a reportar lo que decimos. Esto te habla de que ellos forman parte del enemigo, porque hay muchos intereses, sobre todo de las farmacéuticas, que no quieren que se conozcan otros puntos de vista. En cualquier caso, llamo a que las personas cuestionen, a que critiquen, a que se hagan preguntas”. 

Respecto a las formas de combatir el virus, Mauricio cree que “existen alternativas como el dióxido de cloro, que Trump y Bolsonaro declararon como agentes curativos, pero curiosamente los medios ocultaron y modificaron dicha información. Por otra parte, también es importante tu trabajo mental: si estas en lo que se conoce como una vibración alta, tu cuerpo va a estar alcalino, y no vas a tener ninguna enfermedad”, remata Mauricio. 

Al terminar la entrevista, Mauricio me entrega un volante sobre un taller que va a impartir. Le agradezco y guardo el folleto. Más tarde descubro que el curso propone un temario que consta de doce puntos: 

  1. Empoderamiento del Ser
  2. Pirámides y Geomancia
  3. Quién controla al mundo
  4. La Matrix, el origien del mal
  5. Nicola Tesla, el más Grande
  6. La energía lo es Todo
  7. Historia de la humanidad
  8. Atlántida y Lemuria
  9. Geometría Sagrada
  10. Glándula Pineal
  11. Ego vs Conciencia
  12. La otra historia de los Mayas

Mauricio se sostiene económicamente realizando estos talleres y dando cursos de desarrollo personal.

Arturo es un hombre agradable, pulcro, inteligente. Su trayectoria antivacunas fue un proceso paulatino: “hace un año y medio, cuando empezó la pandemia, me acerqué a los medios. Seguí sus indicaciones y me apegué a los protocolos. Apoyé el uso de la mascarilla y de hecho busqué alternativas ecológicas. Pero pasaron los meses y me di cuenta de que había una gran treta”.

Arturo tomando dióxido de cloro / Foto: Annick Donkers

“Para entonces ya conocía el uso del dióxido de cloro. Lo había usado con eventualidad, para tratar algunos padecimientos. Investigué por mi cuenta en internet, pero cuando quise recuperar la información que recabé, descubrí que habían bajado los contenidos porque supuestamente infringían las reglas del ping-pong y de la cuerda para brincar. A partir de entonces, empecé a recuperar información, cosas que recopilé de otros investigadores, gente de ciencia y con autoridad. Después decidí estudiarla para autoaplicarla y comencé a usar el dióxido de cloro de manera cotidiana, como parte de un protocolo para prevenir la infección, que no el contagio, que eso solo previenes muriéndote o yéndote a otro planeta”. 

“Luego de incorporar el dióxido a mi vida cotidiana –mediante su consumo en horas específicas y de manera regular– corroboré que no quema ni te vuelve loco, y hasta entonces me atreví a compartirlo con familiares, así como con gente de confianza. Noté que todos estaban bien y que nadie se enfermaba. Entonces me puse a atender a personas, porque no lo había hecho antes por temor a compartir algo no probado; sin embargo, he atendido a cerca de ciento cincuenta personas, de las cuales sesenta eran pacientes de Covid. Todos se curaron tomando dióxido de cloro”. Instintivamente miro a Arturo con incredulidad, pero él me ataja: “realmente todos se curaron, menos tres, que no continuaron tomándolo de forma correcta. Eran personas que por miedo y por presiones familiares decidieron irse por otra vía, con tratamiento convencional, y efectivamente…se fueron”. 

Respecto a sus protocolos de atención, Arturo declara: “a todas estas personas las atendí sin cubrebocas, las saludé de la mano, ¡y mírame!, estoy como si nada. Claro, cada día me tienes tomando un poco de dióxido de cloro. Hay que decir que mi tratamiento es totalmente personalizado, y supone ajustes por edad, por comorbilidades, por el momento en que lo tomas, por cuál es tu ambiente, etcétera. Pero el principio es simple: debes aplicar el dióxido de cloro en un litro de agua potable embotellada –no purificada ni de la llave, porque en esas usan cloro, y ojo, el dióxido de cloro no es cloro– y debes hacer diez tomas al día, una por hora, con 100 mililitros por unidad”. 

Cuando lo cuestiono sobre los “datos científicos” que recabó sobre el dióxido de cloro, me contesta: “es efectivo porque el ión negativo de la molécula de cloro le da una función específica para rastrear la parte protónica de las colonias del cuerpo en donde habita cualquier virus, que entonces muere por desnaturalización, al integrarse los dos polos de la molécula y liberar oxígeno”, declara Arturo con la seguridad de un Louis Pasteur del siglo XXIII, y no le creo nada, pero me reprendo a mí mismo porque tampoco tengo los elementos suficientes para refutar su teoría. 

Arturo / Foto: Annick Donkers

Arturo dice para terminar: “como ciudadanos del mundo tenemos la obligación de difundir estas verdades, porque hemos heredado cultura y hay mucha gente que ha impreso su talento para transmitirnos conocimiento. Por tanto, hay que estudiar, hay que informarse, hay que discernir, porque es así como un ciudadano común y corriente como yo, temeroso de morir, puede encontrar en los descubrimientos de otros la oportunidad de sobrevivir gracias a una sustancia accesible. Es un privilegio poder aprender y compartir esto. Y estar vivo para contarlo…”, declara Arturo, como si estuviera recibiendo el Premio Nobel de Medicina. Cada palabra es generosa, comprometida, y su conmovedor discurso recuerda el sueño de la ilustración: lograr seres humanos autosuficientes que se salven a sí mismos mediante su propia razón. 

¡Ay, la ilustración! Nunca fue el siglo de las luces, sino unas luces en un siglo.

Foto: Annick Donkers
Foto: Annick Donkers

Entrevistar a personas anti-vacunas en México es difícil porque la mayoría rechaza la propuesta de hablar públicamente. Percibo que temen ser juzgados, ridiculizados o incluso sufrir alguna represalia laboral o familiar; por lo menos una docena de personas bien informadas y fervientemente convencidas del movimiento anti-vacunas declinaron la propuesta de darme una entrevista personal. 

Evelyn es una excepción afortunada. Francesa de origen, dedicó su vida a la enseñanza de su idioma en México. Ella me invita a conversar a su departamento en Coyoacán; solo entrar en el inmueble es adentrarme en un ambiente cultivado, con un espacio bien iluminado, rodeado de reproducciones de Remedios Varo y Marc Chagall, con una delicada música de piano de fondo –los Nocturnos de Chopin– y un caballete con rotafolios garabateados en los que ella anota sus ideas. Evelyn es una mujer atenta y agradable, inteligente y con ideas claras, como corresponde a una persona que a los 20 años participó activamente en el Mayo Francés… 

Evelyn / Foto: Annick Donkers

“Esto es un experimento a cielo abierto con millones de personas: somos conejillos de indias –dice para comenzar–. Esta vacuna fue hecha demasiado rápido y no se sabe lo que tiene, además de que no hay unanimidad respecto a sus beneficios. Lo que sí sabemos es que ha provocado trombosis, coágulos y que hay gente que muere por vacunarse y no por el virus. Yo me opongo a esta vacuna incluso desde una postura filosófica y moral, porque no nos están dando derecho a escoger si utilizarla o no”. 

“Son muchas las personas que se oponen a esta vacuna –puntualiza con un movimiento enérgico de manos– pero no quieren hablar porque la gente se los reprocha, les dice que no son solidarios, que no les importan los demás. Sin embargo, creo que la solución no necesariamente es la vacuna: sí tienes un buen sistema inmunitario, una vida equilibrada y sabes lo que quieres, no hay razón para que te enfermes. Creo que políticos y medios de comunicación han exagerado todo para volverlo un coronacircus”.

Cuando le pregunto sobre las razones que pueden existir para realizar un “montaje” a escala planetaria, Evelyn profundiza: “yo tengo una concepción basada en el principio marxista de lucha de clases. Lo que pienso y he leído es que el sistema capitalista mundial se está derrumbando, que va a haber una crisis más fuerte, y que quieren taparlo con esta pandemia para justificar las medidas más drásticas. Estamos en la tercera guerra mundial, que ya empezó; se trata de doblegarnos, quieren domesticar a la gente, y por eso se ha manejado la pandemia con base en el miedo. Y lo peor es que la humanidad no se ha dotado de una internacional que le permita a los pueblos organizarse. Te aseguro que habrá revueltas localizadas –la gente ya no aguanta– pero mientras no exista una respuesta generalizada, serán solo focos de revuelta que no irán más lejos”.

Foto: Annick Donkers

“La gente tiene miedo de darse cuenta que los complotistas no somos nosotros, sino quienes dirigen el mundo –subraya Evelyn–. Hay una oligarquía a nivel mundial del 0.01% de la población que ha instrumentado esto desde hace años. Las personas no quieren creer que es posible, les cuesta pensar que hay fuerzas por encima de nosotros que han organizado todo. La gente teme concebir algo así. Tienes que tener un criterio amplio para imaginarte que eso existe, que hay una política global que le conviene al sistema. El gran drama, en cualquier caso, es que la humanidad no se ha dado a sí misma los medios de organización para salir de este hoyo”.

En cuanto a sus fuentes de información, Evelyn comparte sus referentes: “me informo con franceses como Christian Perrone, Didier Raoult, la genetista Alexandra Henrion Caude y Louis Fouché. En argentina también hay personas muy interesantes, como Chinda Brandolino y Pablo Goldchmit. El problema es que hay una censura tremenda, incluso en redes sociales como Youtube, donde eliminan los contenidos disidentes, mientras que en la televisión invitan a personas no calificadas, mientras que quienes quieren debatir las cuestiones de fondo son desechados. Por eso busco saber más a través de fuentes de información alternativas”. 

Evelyn también rechaza las medidas sanitarias: “lo del confinamiento es un método de la edad media que no tiene justificación. Los pobres niños son los sacrificados, es tremendo el daño a su salud mental. También he visto a jóvenes llorar, es terrible su agonía moral: se vuelven locos por no poder proyectarse en el porvenir. Por si fuera poco, con el cubrebocas no tenemos intercambio social, lo que es muy práctico para el sistema, al que le conviene que no haya reuniones, ni manifestaciones, ni encuentros. La idea es que la gente no se exprese, que no tenga contacto con vecinos, ni amigos, ni familia, que todo sea individualista. Encima dicen que es aguantar un año y medio, que todo volverá a la normalidad, pero no ven todo lo que ya se ha trastocado”.

Le pregunto a Evelyn cómo ha enfrentado estas medidas en su propia vida, y ella responde: “¿Prefieres morir confinado en tu casa o salir a jugártela afuera? Yo me quedo con lo segundo; no le tengo miedo a la muerte. Mucho tiene que ver mi actitud hacia la realidad: creo que no puedes confinarte por miedo a que tal vez te vayas a contagiar, que tal vez te va pegar fuerte, que tal vez tengas que ir al médico y que tal vez te van a hospitalizar. Son muchos tal vez, ¿no te parece? A cambio de eso, te privas de vivir, destruyes tus negocios, afectas la relación con tus papás, con tus hijos, con tu pareja. El confinamiento ha destruido la vida de millones de personas”. 

Foto: Annick Donkers

Paso la tarde discutiendo con Evelyn sobre sus fuentes informativas, sus métodos naturistas preventivos, su idea de la conjura internacional. La realidad es que estoy frente a una mujer inteligente, con criterio propio, que creó un relato articulado para darle sentido al caos del momento presente. No estoy frente a la caricatura del bárbaro anti-vacunas, sino con una mujer culta, que habla tres idiomas, que tiene una sensibilidad intercultural y encima me invita a concientizarme, a informarme, a ser valiente, a participar en la organización de una internacional. 

Mi conclusión del encuentro es que analizar el problema de las personas anti-vacunas con el eje inteligencia/estupidez nos pone del lado de ésta última. 

En acuerdo con The Center to Countering Digital Hate, en el mundo existen cerca de 58 millones de personas que dan seguimiento a contenidos anti-vacunas en internet. A esa cifra hay que sumar los miles de canales de información alternativa en WhatsApp y Telegram que se han organizado para difundir estas ideas. Si consideramos que según el Digital News Report elaborado por el Reuters Institute, el 40% de la población en México confía en las noticias que recibe, mientras que el 70% utiliza Facebook como principal plataforma para informarse, en México tenemos las condiciones adecuadas para el crecimiento de los discursos anti-vacunas, si bien hasta ahora permanecen como grupos minoritarios. 

Sin embargo, no hay que desestimar el problema. Pensemos que en Europa el 25.9% de la población (192 millones de personas) han optado en el último año por pseudoterapias para tratar problemas de salud –incluyendo el Covid– por lo que miles de personas han muerto o están en riesgo debido a que empresas y particulares lucran con tratamientos no-científicos. Aunque existen razones de peso para criticar la cerrazón, la soberbia y los límites de la medicina occidental, es un hecho que millones de personas están siendo desinformadas deliberadamente con el objetivo de hacerles comprar sustancias, tratamientos, cursos y talleres que les hacen perder tiempo valioso para tratar sus enfermedades y les dan una falsa sensación de seguridad. 

Foto: Annick Donkers
Foto: Annick Donkers

Después de escuchar los discursos anti-vacunas concluyo que muchos de los “gurús” del movimiento utilizan una técnica que llamo “El Caballo de Troya” que consiste en retomar discursos críticos contra los medios de comunicación, contra el lobby de la industria farmacéutica, contra las estructuras políticas tradicionales y contra la medicina occidental para legitimar su propio relato a conveniencia. El procedimiento es simple: explotan descontentos y malestares legítimos para “abrir” un hueco que nos haga escucharlos, y entonces introducen sus propias conclusiones. En pocas palabras, lo que hacen es apropiarse de diagnósticos críticos para validarse y después llevarnos hacia sus narrativas, que nos parecen entonces menos descabelladas. 

En cuanto a la “censura” que reclaman los anti-vacunas, es verdad que desde 2019 plataformas como Youtube decidieron desmonetizar sus canales y realizaron una eliminación selectiva de contenidos de este tipo. ¿Esto es un atentado contra la libertad de expresión? No necesariamente, si consideramos que no existen libertades absolutas y que un límite razonable es la protección de la salud de las y los ciudadanos. Considero que en casos como el de Europa y Estados Unidos –donde los discursos anti-vacunas tienen millones de seguidores– es importante abrir espacios para que sus ideas sean desafiadas y vencidas en el debate público. En cuanto a nuestro país, por ahora los grupos anti-vacunas son muy minoritarios, por lo que darles un altavoz en este punto es otorgarles las plataformas de difusión que de hecho no tienen.

Escuchar a las personas anti-vacunas fue una oportunidad para descubrir mi propia ignorancia, y creo que a muchas personas no expertas les pasaría lo mismo. Hay afirmaciones que me parecieron absurdas, pero no conté con elementos para rebatirlas, sobre todo cuando trataban temas médicos. Es algo de lo que me hago cargo. Sin embargo, me consuelo pensando que la verdadera ilustración, el sentido original de este proyecto, no era saberlo todo, sino combatir las credulidades de cada época a partir de reconocer los límites de nuestro conocimiento: “hay que convencer al espíritu humano de su debilidad, con tal de que pueda emplear útilmente la poca fuerza que derrocha en vano”, escribió D’Alember en la introducción a La Enciclopedia. Aceptemos que para vencer al movimiento anti-vacunas tendremos que saber demostrar mejor nuestras verdades, digo yo. 

Créditos

Texto e investigación: César Alan Ruiz Galicia

Ilustración de portada: Mireya Reyes

Diseño editorial y GIFs: Francisco J. Trejo Corona

Fotografías: Annick Donkers