Memoria y tragedia de México 85, ¿Se pudo actuar diferente?

La década de los 80s, es 19 de septiembre, la Ciudad de México en el apogeo que la caracteriza, es de mañana, las personas toman un desayuno rápido para asistir al trabajo, miran el reloj y son las 7:20 hrs. Los niños y niñas, en sus escuelas para la siguiente clase, esperando el receso, sólo aguardan el momento para disfrutar de aquella comida hecha por mamá. En la calle suena el tráfico y las personas se preparan para un día más.

Un minuto y medio fue suficiente para cambiar la vida de todos y todas para siempre, pero lo que sucedió después, es lo que le dolería tanto, al pueblo mexicano hasta el día de hoy.

Recuerdo que se fue la luz y tardó en regresar un rato. Ya cuando llegó la luz nos enteramos de los edificios, hoteles y de cuánta gente estaba atrapada o muerta, ya que los edificios habían caído como plomo, comenta Gloria Márquez, una de las sobrevivientes que comparte su testimonio ante esta catástrofe, todo sucedía de manera tan repentina que el pánico inundó las calles en un abrir y cerrar de ojos, ¿Dónde estaban los protocolos?, ¿Dónde estaban las autoridades?, fueron las preguntas que se pintaban en el aire con polvo que se desvanecía entre el concreto.

Los afectados, un instinto de supervivencia

Esto no solamente se daba lugar en la Ciudad de México, otros estados como Michoacán, Jalisco, Guerrero y Colima se encontraron afectados por la repentina aparición de un terremoto. Este fenómeno natural se caracteriza por su magnitud, ya que en la lista de tragedias se encontró en una de las menos olvidadas en este país, con una calificación de 8.1 en la escala Richter, la que aprobaría a este siniestro en la academia de desastres naturales.

Las horas pasaban y la apariencia de las autoridades era nula, con la desesperación y el renuente estado de shock, el instinto llamó a los y las mexicanas a convertirse en héroes sin capa, a sacar fuerza de dónde no había, para ponerse manos a la obra.

Las personas comenzaron a improvisar y a sacar herramientas de dónde pudieran para poder liberar a las personas. Este acto solidario fue clave para reducir la cifra de muertos y heridos, aunque desgraciadamente esta se estima en 3192 como cifra oficial de personas fallecidas, pero el número sube a 20, 000 de acuerdo a diferentes organizaciones. Los grandes actos de estas personas fueron importantes, pero la ausencia de las conductas gubernamentales pudo hacer una diferencia en las pérdidas.

Las grietas que no se borran

La vida no tiene sentido si todo aquello por lo que tenía un propósito se ha perdido, una frase que demuestra el cómo la supervivencia no solamente tomó lugar esa mañana del 85, sino que se haría presente el día a día de las ciudades y sus habitantes en los años subsecuentes, e incluso hasta el día de hoy.

Mucho se dice de la fortaleza del concreto, pero el día del temblor hasta los más aparentemente resistentes sucumbieron ante la magnitud del sismo. Casas, edificios, escuelas y centros gubernamentales, todos por igual fueron cayendo uno a uno, o siendo brutalmente afectados.

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Aquellas personas que sobrevivieron se encontraron en una realidad totalmente diferente. Algunas de ellas sin casa, o sin un trabajo al cual asistir, con un ser querido menos en la foto familiar del siguiente año. 

Los programas para el apoyo pudieron ayudar en algo a estas personas, como la provisión de alimentos o la oportunidad de quedarse en albergues, aunque Sylvia Parra, sobreviviente, nos comparte que: Se cayeron muchos edificios hace 32 años, mal construidos, en zonas parecidas y se calcula que fueron 10,000 muertos, la cual no es una cifra oficial. El gobierno prometió y no hubo mucha ayuda, hay gente que se quedó en albergues definitivamente y se terminaron convirtiendo en sus casas.

Un apoyo que pudo reconciliar a las personas por un tiempo, pero con una herida igual de duradera que las grietas en el asfalto, con una esperanza de que en un futuro no se repitiera.

México después del 85, ¿Cambió algo?

Esta tragedia que marcó a tanta gente no será de las primeras que existan en México, los temblores se han convertido en uno de los mayores temores en septiembre, ¿Por qué lo digo así?, porque en años posteriores se registraron más temblores no solamente en el mismo mes, sino en la misma fecha que el temblor del 85. 

En el año 2017, el pueblo mexicano tuvo regresiones al pasado con un nuevo registro en la escala de 7.1 con el terremoto del día 19 de septiembre, esta vez las brigadas se prepararon para estar al pendiente. Incluso se hizo viral en redes sociales la compañía de los perros rescatistas, (aunque se comenta que esto fue una cortina de humo, pero lo hablaremos en otra ocasión), y la información de este año se propagó rápidamente ya que todas las personas estaban pendientes de la ayuda incluso a la distancia gracias al uso de redes sociales. Creo que la diferencia más grande entre los dos terremotos es que en 1985 no teníamos la cultura de prevención que tenemos ahorita. Hoy contamos con alerta sísmica, por ejemplo, antes no, nos comparte Gabriela Parra, sobreviviente del terremoto.

Los terremotos son fenómenos naturales que son, en cierta manera, impredecibles pese a las tecnologías que busquen prevenirlos. Viviendo en una ciudad propensa a estos, hay quienes han optado por migrar hacia otros estados, y aquellos que se quedan, hacen lo posible por tomar sus precauciones junto a la gubernatura de estos estados.

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