Diez años sin justicia en Ayotzinapa
La noche del 26 de septiembre de 2014, el ejército, la policía y el grupo criminal Guerreros Unidos desaparecieron a 43 normalistas de Ayotzinapa. A diez años de esa noche, hemos visto avances en la investigación, retrocesos, muchísimas declaraciones falsas y marchas, pero todavía no hemos visto justicia.
La tarde del 26 de septiembre, ochenta normalistas —estudiantes de educación— salieron de la escuela Raúl Burgos de Ayotzinapa en dos autobuses con dirección a Iguala, donde tomaron otros tres autobuses para asistir a la marcha conmemorativa del 2 de octubre en la Ciudad de México.
A las 9:30, cuatro autobuses fueron detenidos por la policía y atacados, por lo que se dividieron: un convoy de tres autobuses se dirigió al norte de la ciudad y otro al este. Fueron atacados simultáneamente por la Policía Municipal y Federal a las afueras de la ciudad. Tiraron bombas de gas y a gran parte de los estudiantes los subieron a las camionetas. Y los desaparecieron. Toda la noche hubo balaceras en algunos puntos de la ciudad y en las carreteras aledañas.
Los implicados fueron el ejército, la policía municipal y federal, y el grupo Guerreros Unidos. En el sexenio de Enrique Peña Nieto, se dio a conocer la “verdad histórica”. Declararon que los estudiantes fueron entregados por agentes de seguridad al grupo criminal Guerreros Unidos, que los asesinaron, incineraron y tiraron en un basurero en Cocula. Sin embargo, “la verdad histórica” fue cuestionada de inmediato por inconsistencias y falta de pruebas.
La SEDENA consideraba la escuela Raúl Burgos de Ayotzinapa peligrosa; prueba de ello es la infiltración de un miembro de esta institución en la escuela: Julio César López Patolzin, quien fue uno de los 43 estudiantes desaparecidos. Las escuelas normales en la zona rural han sido calificadas por los antiguos gobiernos como semilleros de guerrilleros y comunistas debido a la lucha social que han desempeñado desde sus comienzos, al terminar la Revolución.
Entre los 100 compromisos de campaña de Andrés Manuel López Obrador estaba esclarecer lo que pasó esa noche en Iguala. En reiteradas ocasiones, dijo que era una prioridad de su gobierno resolver el caso y que no habría impunidad. Acaba el sexenio y estamos casi donde empezamos. Once de los militares acusados de participar en la desaparición de los normalistas fueron arrestados en 2023 y puestos en libertad condicional este año, argumentando que no había riesgo de fuga. De las 800 carpetas que contienen información sobre lo ocurrido esa noche en manos de la SEDENA, solo se han entregado 15.
Hilda Legideño, madre de Jorge Antonio, dijo en el documental Los 43 de Ayotzinapa que es desgastante cada año reunirse con las instancias de gobierno y, en vez de volver con respuestas, tener más preguntas. Vidulfo Rosales, el abogado y vocero de los familiares, sostuvo que no tendrán más reuniones con el presidente, porque no ha habido progreso en la investigación. Incluso AMLO ha defendido al ejército.
Bernabé Abraján Gaspar, padre de Adán Abraján, fue a la Universidad de Guadalajara a dar una plática. El pequeño auditorio que escogió la universidad no daba abasto para la cantidad de estudiantes que asistieron, y desde afuera atendieron la conferencia. Ahí contó que, desde el primer momento, el gobierno ha mentido sobre lo que sucedió esa noche.
Adán Abraján entró a la escuela normal cuando tenía 24 años, con la aspiración de mejorar y ayudar a su familia. La mañana del 25 de septiembre, Bernabé llevó a su hijo a la Normal. El 26 de septiembre, a las seis de la tarde, cambió su vida. Le dijeron que algo había pasado con los estudiantes, que habían sido agredidos por policías municipales.
Regresó a la Normal para ver si había modo de ir a ayudarlos y se quedó esperando toda la noche cualquier noticia. Les llegaron algunos videos de que estaban siendo atacados. “Me dio un coraje realmente tremendo, ¿cómo es posible que personas a las que pagamos con nuestros impuestos estén agrediendo a nuestros jóvenes?”
Al día siguiente, el 27 de septiembre, fueron a los pueblos y a los hospitales a buscarlos. Hicieron un recuento por la tarde y faltaban 65 jóvenes. Durante la semana, volvieron día a día otros 12 estudiantes y luego ya no volvieron más.
Entonces fueron con las autoridades, que en un principio no los recibían. Fueron reprimidos en las manifestaciones y atendieron juntas en las que no les decían nada. Le pidieron ayuda a Enrique Peña Nieto, pero él solo les ofreció dinero, que los padres no aceptaron.
Les dijeron que los habían quemado y tirado las cenizas en el río de San Juan, pero los familiares no les creyeron.. “Yo soy campesino y sé que para quemar 43 personas se necesita mucha leña, y más que nada porque ese día estuvo lloviendo”.
Contactaron a abogados y a organizaciones internacionales, y Bernabé Abraján Gaspar, junto con otra madre de familia, fueron a Suiza a hablar en la ONU. Les contaron que sus hijos no estaban. Entonces mandaron expertos, peritos argentinos que empezaron a notar las inconsistencias de la “verdad histórica”.
Cuando López Obrador llegó a la presidencia, se creó la Comisión para la Verdad de Ayotzinapa, que dictaminó que fue un “crimen de estado”. Omar Gómez, desde la Fiscalía, avanzó en la investigación y siguió una línea que culpaba al ejército, pero poco después tuvo que renunciar. Alejandro Encinas también encontró que 17 jóvenes que se encontraban en Barandilla fueron llevados ante el batallón 27 del ejército. Los padres le pidieron que investigara esta línea, pero AMLO no ha cumplido esta petición.
“Nosotros le hemos dicho que a nosotros lo que nos interesa es saber el paradero de los 43 y que se castigue a los culpables. Y que no se vuelva a repetir. En la última reunión le dijimos que ya no íbamos a tener otra reunión porque no había avances y él se va sin darnos solución. Lo que dijo que se comprometía no lo cumplió. Yo digo que ahí nos falló a los padres de familia. Y no solo a los padres de familia; a toda la sociedad”.
Bernabé espera que Claudia Sheinbaum cumpla lo que su antecesor no cumplió. Ya sostuvieron una junta con la presidenta electa. “Nosotros como padres, nos ha cambiado mucho la vida no saber el paradero de nuestros hijos, nos hemos enfermado, hemos dejado el trabajo, hay padres que han fallecido y que desgraciadamente se fueron sin saber. Pero nosotros como padres vamos a seguir luchando por los 43. Hasta saber la verdad y que se castigue a los culpables”.
La desaparición de los 43 fue hace diez años; la mayoría de los estudiantes que se congregaron a escuchar a los padres tenían entre 12 y 14 años en ese momento. Pero gritaron junto con los padres: “Ayotzinapa vive, la lucha sigue” y “Vivos se los llevaron, vivos los queremos” al final del diálogo. En la Ciudad de México, Guadalajara y muchas otras ciudades la sociedad civil se prepara para marchar.