Una buena dieta puede aumentar la esperanza de vida hasta una década
Quizá una de las grandes lecciones que nos ha dado la crisis sanitaria generada por la Covid-19, es que los hábitos de vida pueden marcar la diferencia entre mantenerla o perderla, e incluso en la calidad de la experiencia existencial. No solo el tipo de alimento sino el balance nutricional definen una gran parte de nuestra salud; tanto corporal como emocional.
Diversos estudios han encontrado la relación entre una dieta saludable con una mayor esperanza de vida, pero ahora, un nuevo estudio publicado en la revista PLOS Medicine da un paso más y establece, mediante un simulador online de acceso público, el aumento de esta mejora en el caso de cambios prolongados en la ingesta de alimentos.
“La alimentación es fundamental para la salud”, explica Lars T. Fadnes, profesor en la Universidad de Bergen (Noruega) y autor principal de la investigación. “Se calcula que cada año en el mundo los factores de riesgo dietéticos causan 11 millones de muertes y 255 millones de años de vida perdidos debido a enfermedad, discapacidad o muerte prematura”.
Los científicos utilizaron los análisis existentes y los datos del estudio de la Carga Global de Enfermedades de 2019 para construir un modelo –llamado Food4HealthyLife calculator– que permite la estimación instantánea del efecto sobre la esperanza de vida de una serie de cambios en la dieta.
El trabajo revela cómo a partir de los 20 años un adulto de EE UU podría añadir más de una década a su esperanza de vida (10,7 años las mujeres y 13 años los hombres) si cambiara su patrón dietético típico occidental a uno más optimizado.
Las mayores ganancias se obtendrían comiendo más legumbres (2,2 años en mujeres y 2,5 en hombres), más cereales integrales (2 años en mujeres y 2,3 en hombres), más frutos secos (1,7 años en mujeres y 2 en hombres), menos carne roja (1,6 años en mujeres y 1,9 en hombres) y menos carne procesada (1,6 años en mujeres y 1,9 en hombres).
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En el caso de las personas mayores, el aumento previsto de la esperanza de vida gracias a estas modificaciones sería menor, pero aún así sustancial: a los 60 años podría aumentar 8 años en el caso de las mujeres y 8,8 años en el caso de los hombres, y las personas de 80 años podrían ganar 3,4 años.
“Entender el potencial de los diferentes grupos de alimentos podría permitir a las personas obtener beneficios de salud factibles y significativas”, añade Fadnes. “La calculadora Food4HealthyLife podría ser una herramienta útil para que médicos, responsables políticos y los profanos en la materia comprendan el poder de las elecciones alimentarias”.
La dieta es una cuestión política
El trabajo revela la importancia de las elecciones individuales, pero hacer una buena dieta no siempre es fácil y depende de las condiciones estructurales de las sociedades. Por esta razón, este tipo de trabajos más allá de plantear la importancia de hacer transformaciones personales, revela que las políticas públicas nos impactan de muy diversas formas y que la mayoría de las muertes anuales por problemas alimenticios se concentran en los países dominados (mal llamados en desarrollo).
Por esto es que los autores consideran que, si bien los estudios anteriores proporcionan medidas resumidas de la salud de la población que son relevantes a la hora de comparar sistemas sanitarios, “ofrecen información limitada sobre el impacto en la salud de otras dietas, y pocas personas son capaces de adherirse a enfoques estrictos de maximización de la salud”, afirman.
“Hasta ahora, las investigaciones han demostrado los beneficios para la salud asociados a grupos de alimentos separados o a patrones dietéticos específicos, pero han dado poca información sobre el impacto de otros cambios en la dieta. Nuestra metodología de modelización ha llenado ese vacío”, continúa el experto noruego.
Sobre las limitaciones del estudio, Lars comenta: “La metodología proporciona estimaciones de la población bajo determinados supuestos y no pretende ser una previsión individualizada. Existen todavía dudas como el tiempo para alcanzar los resultados completos, el efecto de huevos, carne blanca y aceites, la variación individual de los factores de protección y de riesgo, el posible desarrollo de tratamientos médicos o los cambios en el estilo de vida”, concluye.
Con información de Plos Medicine y Agencia SINC | Edición y comentarios del Colectivo Alterius