La mansión en Houston: ¿golpeteo mediático?

¿Es posible que exista un golpeteo mediático contra AMLO –o cualquier otro presidente– ante un posible conflicto de interés de familiares suyos? Sin duda es posible. La razón es que los medios de comunicación son empresas con intereses propios, y también hacen política. En ese sentido, hay que  distinguir que no son lo mismo los medios de comunicación y el periodismo (es igual a pensar que la escuela como institución es lo mismo que la educación como fin). De hecho, muchas veces el periodismo entra en contradicción con los medios de comunicación y sus intereses económicos, como ocurrió en la salida del aire de Carmen Aristegui en 2015, cuando fue despedida por MVS.

Ahora bien, en el caso de las investigaciones sobre la mansión de Houston en donde vivió José Ramón López Beltrán, ¿Estamos ante un caso de golpeteo mediático? Me parece que es un hecho que existen agentes interesados en convertir el tema en una muestra de la corrupción del actual gobierno, y que buscan cualquier pretexto que les sirva para ese fin. Sin embargo, en este caso no es solo eso.

Y es que incluso considerando que estos grupos utilizan todas las herramientas y recursos que pueden para fortalecer su agenda política, no podemos ser ingenuos. ¿Acaso no es concebible que el hijo de un presidente incurra en tráfico de influencias aprovechando la relación de parentesco? Definitivamente es algo que puede ocurrir. Ahora bien, ¿Es un hecho que así pasó en el caso del hijo de AMLO? Hasta este punto no hay pruebas concluyentes y queda mucho por indagar.

El panorama es el siguiente: aun cuando el golpeteo mediático exista –¿habrá algún gobierno que no enfrente ese problema?–, las inconsistencias en lo declarado por José Ramón López Beltran están abriendo dudas y nuevas vetas de investigación. Hoy mismo AMLO reconoció que su hijo trabaja para una empresa de Octavio Chávez, hijo de Daniel Chávez Morán, de grupo Vidanta, quien colabora con AMLO como supervisor en el proyecto del Tren Maya. Entonces sí existe una relación de cercanía entre ambos. Por otro lado, aumenta las dudas que López Beltrán publicó una carta de aclaración en donde dice trabajar para KEI Partners desde 2020, una empresa tan exitosa que le permitió vivir en una residencia en Houston, pero que no pudo subir su sitio de internet sino hasta el día de ayer.

Habrá que esperar y no precipitar conclusiones. Pero la sensación que es que este solo es el inicio de una zaga sobre “los hijos del presidente”.

Ahora bien, ante la divulgación de estos asuntos, nos encontramos con una faceta indeseable de AMLO: vemos a un mandatario indignado, buscando desviar la conversación contra opositores y periodistas, cuando simplemente pudo pedir que se investigara la acusación, dejando que las instituciones hicieran su trabajo mientras él continuaba con el encargo de gobernar. Ese fue un error. Otro problema es que “La mañanera”, que es un espacio que se creó para la propaganda del proyecto de la 4T, se transforma ahora en una ineludible comparecencia diaria, en donde seguirán cuestionando al presidente sobre el asunto, aprovechando que el mandatario ya ha mostrado que es un tema que lo lastima y que le hace cometer exabruptos. La sobreexposición de su figura tiene esa desventaja: cuando las cosas no marchan bien, AMLO tiene que desgastarse dando explicaciones ante la misma maquinaria que se creó para proyectarlo.

Resta comentar que hay quienes sostienen que no solo estamos ante un “golpeteo mediático” sino que de hecho se están creando condiciones para un lawfare o un golpe de Estado. Me parece que estos “análisis” se usan como un chantaje, pues su mensaje es que tenemos que aceptar todo lo que haga un presidente –incluso si se salta la ley– porque de lo contrario contribuimos a la caída de un gobierno democráticamente electo. Así las cosas, estos comentaristas no hacen sino declarar un “estado de emergencia” permanente que obliga a “cerrar filas”, lo que solo es una manera de mantener a raya las criticas razonables a una gestión, algo que me temo nunca aceptaremos quienes pensamos que un buen gobierno en democracia no es el que recae en un solo individuo, sino el que se sostiene en un pueblo consciente y plural, que es donde reside la soberanía.

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