Cuando tu guardia en la cárcel de Guantánamo se convierte en amigo: una historia inimaginable convertida en documental
Este viernes se estrena la película ‘The Mauritanian’, basada en la historia de Mohamedou Ould Salahi, que pasó 14 años encerrado en Guantánamo sin ser juzgado y sin acusación oficial. Salahi cuenta su experiencia a elDiario.es
“Ahora mi español es mal porque no hay practicar la idioma”, dice Mohamedou Ould Salahi desde su casa en Mauritania intentando refrescar sus conocimientos. No habla español desde que fue liberado de Guantánamo a finales de 2016, donde pasó 14 años encerrado –y después de otro año en cárceles secretas en Jordania y Afganistán–. Fue allí encerrado donde decidió empezar a estudiar castellano. Cuenta que uno de los canales de televisión que se podían ver desde la prisión, situada en territorio cubano, era TeleSur. Un día, viendo la televisión, apareció el expresidente venezolano Hugo Chávez hablando de la burguesía. Salahi, que no tenía “ni idea” de castellano entendía todo el rato “hamburguesa”. “No entendí nada de lo que dijo, pero las emociones de ese hombre me motivaron para empezar a estudiar español”.
Poco después, unos guardias militares puertorriqueños de la cárcel le pidieron ayuda en programación aprovechando su formación en Ingeniería electrónica, un grado que estudió en Alemania. Los guardias le dieron entonces unos CD de español. “Me despertaba cada mañana, rezaba y después me ponía a estudiar y a estudiar. Al mes entendía casi todo lo que decían en la televisión”, cuenta. “Lo primero que hice tras aprender español fue leer el libro de Coelho El alquimista y entendí la mayoría. Después intenté leer a Cervantes, pero no entendí nada. Era muy duro”, añade riéndose.
Son detalles triviales de una traumática y larga experiencia en Guantánamo, pero a Salahi le quedan fuerzas para recordarlos entre risas. Esas anécdotas no aparecen en la película The Mauritanian, estrenada este viernes en cines y plataformas. La película está inspirada en el libro que el propio Salahi escribió a mano desde su celda –Diario de Guantánamo (Capitán Swing)– y se centra en los aspectos legales del caso y las torturas que sufrió durante mucho tiempo. El libro, de 466 páginas, fue censurado parcialmente por el Gobierno de Estados Unidos, que le añadió 2.500 barras negras para tapar partes del texto.
Otra de esas anécdotas que solo se toca de perfil en la película es la amistad que Salahi acabó construyendo con uno de sus guardias, Steve Wood, que entonces tenía 24 años. “Después de las torturas me volví una persona muy solitaria”, dice. “Cuando Steve empezó a trabajar allí, se acercó a mí y me preguntó si me gustaba el café. No soy un gran aficionado al café, pero le dije que sí. Después empezamos a jugar a las cartas”. Empezaron a hablar regularmente y acabaron siendo grandes amigos. Steve le traía comida e incluso vieron películas juntos, como El gran Lebowski. “Me enseñó fotos de su hija recién nacida y al final me convertí en su padrino secreto”, dice entre risas. Ahora hablan por Whatsapp, y Steve le visitó hace poco en Mauritania. Llevaban 13 años sin verse. “Cuando estábamos en Guantánamo solo bromeábamos. Nos reíamos de los interrogadores a sus espaldas porque mucho de lo que decían era mentira. Le decían que yo era un tipo muy peligroso, pero era una persona normal. Ni siquiera le dije que yo era inocente y él no me preguntó”. Steve acabó convirtiéndose al islam, en parte, gracias a la actitud de Salahi durante su detención. La relación entre Slahi y Wood está reflejada en un breve documental publicado por The Guardian y nominado al premio BAFTA.