Leer en tiempos nebulosos
Utilizar situaciones de emergencia en una sociedad, aún más si es una que se precia de ser “de primer mundo”, para hacer un llamado a la calma a través de la lectura es, casi con absoluta certeza, una de las ideas más descabelladas y futiles que se le puedan ocurrir a los que, ante la avalancha de acontecimientos negativos, piden correr a refugiarse en un libro.
El “Quédate en Casa” que repite, siempre que puede, en tres ocasiones tres, como invocación espiritual y de resguardo sanitario, el Subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell, le ha servido a las editoriales hispanoamericanas y a muchas librerías mexicanas, que han tenido que cerrar lo que resta del mes y ofrecer “entrega a domicilio” de los clásicos rusos o las novedades editoriales más pujantes, para invocar que, ante las horas oscuras que se avecinan, es mejor sentarse en un cómodo sillón, abrir un libro postergado y esperar a que pase la emergencia sanitaria.
Pero los libros no son placebos o refugios antiaéreos contra la avalancha de pensamientos ruinosos sobre el futuro: las letras de muchos, muchos de ellos pueden ser más que oasis, un camino de reencuentro personal para encontrarle un sentido a los días difíciles o ver reflejado, como espejo poderoso, realidades de quienes frente a la negrura, atisbaron la luz.
Un ejemplo de ello lo creó, de manera magistral, la periodista y cronista Joan Didion (Sacramento, 1934) que, ante la muerte repentina de su marido y, meses después, la partida trágica de su hija, lo único que la salvó de quitarse ella misma la vida fue la génesis de su poderosa narración sobre el duelo y lo que se vive, día tras día, para superar lo que la vida te arrebata.
“El Año del Pensamiento Mágico”, editado en español por Literatura Random House en 2016, no está escrito en frases motivadoras o ejercicios de “haz un lista de lugares donde…”; sino en el relato descarnado, desde la primera persona y con el ojo clínico de reportera, lo que vivía y le decían, lo que comía o vomitaba; lo que pudo ser y no fue, lo que pasó realmente y cómo lo quería o necesitaba recordar.
Diario atroz y luminoso de la tragedia, Joan Didion abre esta narración así:
“La vida cambia deprisa.
La vida cambia en un instante.
Te sientas a cenar y la vida que conocías se acaba.
La cuestión de la autocompasión.
Estas son las primeras palabras que escribí después de que pasara”.
De igual forma, en “Trilogía de la Noche”, publicada en nuestro idioma por Austral, el Premio Nobel de La Paz, Elie Wiesel (Sighet, 1928) retrata en una novela compuesta por tres relatos, descarnados y estrujantes, el holocausto judío, del que él mismo y su familia fueron parte al ser confinados en un campo de concentración en 1944, y recrea, bajo distintas ópticas humanas, los lugares más oscuros del alma y la manera de sobrevivir ante la avalancha del dolor y la desesperanza: contrario al también superviviente, el neurólogo Viktor Frankl, “La Trilogía de la Noche” no apela a la psicología para encontrar senda de salvación, sino al poder sanador de la literatura, como faro de luz para sortear lo inevitable.
En otro acontecimiento humano de horror, como la esclavitud y el genocidio de la raza negra en la Unión Americana, encontró también la inspiración el escritor Colson Whitehead (Nueva York, 1969) para abrir camino a una historia de supervivencia y aliento en “El Ferrocarril Subterráneo”, también editado en Literatura Random House, donde el escape a una vida mejor lo encabeza la esclava Cora, viajando de las formas más inusitadas a una vida absolutamente humana, lejos de la deshumanización a la que es sometida en una hacienda algodonera en Georgia.
Su periplo literario le valió a la novela ser acreedora del prestigiado Premio Pulitzer en el año 2017, convirtiendo su mensaje de lucha en uno de los libros más aclamados, alrededor del mundo, ese mismo año.
El escritor catalán Enrique Vila-Matas (Barcelona, 1948) hace más evidente la posibilidad de la redención ante las tormentas de la vida y justo cuando un ser humano, abrumado, ha tomado la decisión de quitarse la vida: en su serie de cuentos, “Suicidios Ejemplares”, que se encuentra en el catálogo de la editorial DeBolsillo desde 2016, el creador mira de frente a una serie de hombres y mujeres que, por diferentes circunstancias, deciden que la vida debe acabar y los confronta con la posibilidad, última y quizás inesperada, de seguir viviendo. Unas soluciones para la vida, en clave de humor, y otras, de frente al drama, pero en todas, Enrique Vila-Matas sostiene el fino hilo de la esperanza para llevar al lector, que quizás guiado por el título, y en una situación de desesperanza, crea encontrar justificante para una acción definitiva como es la muerte autoinflingida y asuma que “el sucidio es ejemplar” para encontrar, en esta decena de pequeñas viñetas literarias, el aliento más poderoso para seguir, un día más, luchando por vivir.
Algunos libros, pues, como manuales de senderos para reencontrase con las auténticas armas para seguir en esta aventura llamada vida.