Sobre la resistencia a formar policías civiles y los casos que son la excepción
En Tercera Vía hemos tenido una de nuestras coberturas más intensas en el debate y pugna por el control de la seguridad interior en México, con su capítulo más reciente en la creación de la Guardia Nacional. O lo que es lo mismo: la negativa del gobierno federal a invertir en el proyecto transexenal de formar policías civiles y fortalecer a las fuerzas del orden estatales o municipales. ¿En qué deriva esto? En la permanencia del ejército en las calles y normalizar lo que era un estado de excepción en la guerra contra el crimen organizado que ha dejado más fallecidos que el mismo consumo de drogas.
Hoy encontramos dos nuevos puntos de partida en la discusión acerca del camino de la seguridad pública:
- Alejandro Hope en El Universal escribe acerca de un trascendido en la reunión del Consejo Nacional de Seguridad Pública, con presencia de todos los gobernadores, gran parte de gabinete afín al tema y el presidente López Obrador.
- La anécdota, según el juicio de especialista en seguridad pública que trabajó en la campaña de Margarita Zavala, es que el presidente sólo ofreció un discurso sin mucho contenido y se retiró a los diez minutos. Entre los mandatarios estatales no se alzó algún liderazgo para tomar la palabra, más que nada porque nadie les avisó que esta sería la dinámica.
- Hope apunta que lo normal no es esto, sino que el presidente se quede en toda la plenaria. Para darnos cuenta de su importancia, desde 2017 no sucedía este encuentro.
- El Consejo Nacional de Seguridad Pública, según su sitio web oficial, “es el órgano superior del SNSP, y es presidido por el Presidente de la República, e integrado por los Secretarios de Gobernación, Defensa Nacional, Marina, el Procurador General de la República, los Gobernadores de los Estados, el Jefe del Gobierno de la Ciudad de México, el Comisionado Nacional de Seguridad, y el Secretario Ejecutivo del SNSP”.
- El problema de fondo, según Hope, es el segundo término en el que recae el Sistema Nacional de Seguridad Pública y la prominencia que tendrá el proyecto de la Guardia Nacional, la cuál estará formada por elementos emanados o entrenados por, militares.
- Es decir, no estaremos [como país] invirtiendo en formar policías.
- Un simbolismo de esto es el desdén del presidente hacía la plenaria.
El segundo dato valioso en este contexto, lo encontramos en un artículo de Lilian Chapa Koloffon en Nexos, a propósito de la obsesión transexenal de darle la seguridad civil a las fuerzas armadas:
Es falso que todas las policías del país sean un fracaso. Las ciudades de Chihuahua, en Chihuahua, Escobedo, en Nuevo León, Nezahualcóyotl, en el Estado de México y Morelia, Michoacán, llevan ya varios años implementando modelos innovadores en el país, con resultados tangibles que son esperanzadores. Dirijamos la mirada a estos casos.
Los años por venir, la resistencia civil pacífica —parafraseando al López Obrador de otros tiempos— que necesitamos que encabecen presidentes municipales, gobernadores y senadores, será formar policías estatales y municipales fuertes, con derechos laborales, capacidades y atribuciones de investigación.
Posdata
Del mismo artículo en Nexos:
Empecemos por que, sin policía de investigación efectiva, el problema de delito, violencia e impunidad no se resolverá. Necesitamos policías que resuelvan casos. Pongo un dato sobre la mesa: de acuerdo con la Encuesta Nacional de Población privada de la Libertad del INEGI, 2016, hasta ese año únicamente en 15% de los juicios por homicidio se presentan pruebas físicas. En 60% de los casos se recurre a testigos oculares. Ese problema tampoco se resolverá con una fuerza militar.