La revolución de las mujeres de Kurdistán: ¿Cómo narrar nuestra historia de lucha?
En un momento de lucha histórica de resistencia en Afrin y en las cuatro partes del Kurdistán, de tan inmensos sacrificios en nombre de la libertad, es difícil encontrar las palabras para describir nuestra historia de lucha sin conmemorar a todos aquéllos que perdieron la vida en el camino. Me hace pensar en las palabras de Kezban Mavi (Leyla), una guerrillera turca de Kayseri, que perdió la vida en nuestras montañas de Zagros en 1999: “Verdaderamente, la guerra en Kurdistán es una novela que no ha sido escrita y no puede serlo. Sólo se puede vivir. Y sin embargo, ¿cómo podemos poner este legado en la historia?”.
Actualmente, estamos buscando una respuesta a la pregunta de Leyla. Sin duda, toda mujer kurda tiene una respuesta a esta pregunta. Sin embargo, trataré de referirme a nuestra memoria colectiva y social en el intento de describir nuestra historia.
Nuestra historia de lucha puede ser rastreada desde la aldea de Fis, en Amed (Diyarbakir), hasta Raqqa, en Siria; un largo camino, pavimentado por sacrificios y dificultades increíbles. Pagamos altos precios cuando caminamos por este camino; lideramos resistencias históricas, creamos bellezas y fuimos testigos de sufrimientos insoportables que aún no hemos enfrentado del todo. Las mujeres siempre han estado en la “levadura” de nuestra lucha por la libertad, incluso antes de Fis, el pueblo donde se fundó el Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK), en una casa de adobe. Desde el principio, desde que el grupo que más tarde formó el PKK se unió, las mujeres se sintieron atraídas y curiosas por la revolución. Sin embargo, se puede decir que la liberación nacional y la lucha de clases fueron sus principales motivaciones en aquel momento. No la libertad, sino la igualdad, eran las prioridades. Por supuesto, esta noción de igualdad está determinada por las estructuras y mentalidades patriarcales. Por esta razón, la existencia de la mujer y sus éxitos en la revolución estaban determinados por las normas y medidas de los hombres. Levantando objetos pesados como hombres, peleando como hombres, caminando como hombres. Lo que estoy tratando de decir es que experimentamos los mismos obstáculos y deficiencias de todas las demás luchas inspiradas en la teoría marxista. Pero esto no duró mucho tiempo en nuestro caso.
Después del disparo de la primera bala de la guerrilla del PKK, en el inicio de la lucha armada el 15 de agosto de 1984, vimos un aumento cuantitativo de la participación de las mujeres en los levantamientos de la población (serhildan, en kurdo) en el Kurdistán rural, a principios de los años noventa. Más que las razones, tenemos que considerar los resultados de esta inundación de mujeres en la lucha. En una esfera de privilegio masculino, la mujer decía “yo también existo”. Las mujeres en Kurdistán rechazaron así su estatus social. La mujer, que era constantemente puesta en la reserva por los hombres, trataba de afirmar su ser. Esto fue recibido con resistencia y reacción, porque el hombre kurdo estaba contento con su posición privilegiada en la sociedad. Por lo tanto, la búsqueda de la libertad por parte de las mujeres a menudo no transgrede los marcos del patriarcado y se limita a exigir derechos. Además, debido a la influencia de la religión, el colonialismo y las formas más corruptas de capitalismo en Kurdistán, la sociedad no estaba preparada para un gran cambio.
Sin embargo, hubo mujeres que trataron de romper estos marcos y tabúes. Había mujeres que se resistían, cuestionaban, buscaban y creaban. Sakine Cansiz (nombre de guerra Sara), una de las cofundadoras del PKK, que dirigió la resistencia histórica en la prisión de Diyarbakir a principios de la década de 1980 y dio forma fundamental al carácter liberador de la mujer del PKK, que fue asesinada junto a Fidan Doğan y Leyla Şaylemez el 9 de enero de 2013 en París, o Zeynep Erdem (nombre de guerra Jiyan), quien lideró las luchas populares en el campo de refugiados de Makhmur, pero que fue asesinada por las fuerzas de seguridad del Partido Democrático del Kurdistán (PDK) en la década de 1990, son sólo dos ejemplos entre muchos otros. Sin embargo, debido a la falta de suficiente lucha organizada en ese momento, muchos de esos esfuerzos se desvanecieron rápidamente. Sin organización no es posible reflejar en la sociedad en general los niveles de libertad que emergen en los individuos.
Aquí es donde nuestro líder Apo (Abdullah Öcalan) vio el poder transformador del trabajo de las mujeres. Tomando como punto de partida la liberación de la mujer, comenzó a desarrollar enfoques para resolver problemas sociales. Para las condiciones de la época, desarrolló análisis muy progresivos. Su libro “El problema de la mujer y la familia en Kurdistán” fue publicado por primera vez en 1987 y trata estas cuestiones.
A continuación, su análisis del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer:
“Se afirma que en la medida en que la revolución permita la transformación de la sociedad, tendrá lugar la transformación de la mujer. Siempre se ha escrito y analizado de esta manera. Sin embargo, debido a que se espera que esto suceda espontáneamente, no produce los resultados deseados. En este sentido, no es posible afirmar que ‘en el socialismo, el que más trabaja, gana, y el que más piensa, trabaja más’ y, por lo tanto, apartarse de las obligaciones”.
A partir de ese momento, los análisis centrados en la mujer se desarrollaron cada vez más. Ésta fue una intervención para transformar las mentalidades dominantes. Al mismo tiempo, se avanzó en el cultivo de nuevas mentalidades en forma de nuevas formas de organización. Así que la teoría y la práctica siempre se desarrollaron mano a mano en nuestro movimiento. Algunas veces, los pasos prácticos resultaron en el desarrollo de nuevos aspectos de la teoría. A veces, nuestras conclusiones teóricas cambiaron los modos y contenidos de nuestra organización.
Con el crecimiento de la organización, nuestra lucha ideológica se desarrolló. Con nuestra primera estructura de mujeres, la Unión de Mujeres Patrióticas del Kurdistán (YJWK) en 1987, surgió una conciencia que alentó y empoderó la lucha ideológica de las mujeres. Desde este punto de partida, se tomó la decisión de organizar unidades autónomas en el ámbito de la autodefensa, en la guerra. Esta decisión, tomada a finales de 1993, llevó a las mujeres a afirmar su presencia en todas las esferas en las que antes habían sido mantenido alejadas: en la guerra, en el liderazgo ideológico, en la administración y en la educación. Estos pasos ilustran el potencial y el poder de las mujeres. La Unión por la Libertad de las Mujeres del Kurdistán (YAJK), formada en 1995, representa la participación de las mujeres en todos los ámbitos con su identidad autónoma. Surgió como una necesidad, pero, al mismo tiempo, constituyó una evolución hacia el objetivo de la libertad de la mujer. El surgimiento de YAJK también sentó las bases para nuestra “Ideología de la Liberación de la Mujer” y la creación de un partido de mujeres (partîbuyin, convertirse en partido) a finales de los años noventa. A partir de ese período, se desarrollaron fuertes análisis en el movimiento. Como resultado, las cuestiones de clase y género fueron tratadas de manera más productiva. En lugar de huir de estas cuestiones o retrasarlas como en otros contextos, las confrontamos. Desarrollamos un método para examinar las ocurrencias y los fenómenos en los individuos para examinar la sociedad. El líder Apo llamó a esto “analizar no al individuo, sino a la sociedad; no al momento, sino a la historia”. Paralelamente, para ampliar el alcance de esta conciencia que al principio no penetraba en toda nuestra sociabilidad, se pusieron de relieve los esfuerzos y las luchas individuales para ayudarnos a dar sentido a las filosofías de la vida y hacerlas significativas. Al mismo tiempo, se adoptaron nuevas medidas para que las mujeres pudieran superar las esferas en las que el patriarcado estaba institucionalizado.
Por eso es tan fundamental entender la audaz afirmación de que la liberación de la mujer es más valiosa que la libertad de un país. A medida que avanzábamos hacia la formación de nuestro propio partido de mujeres autónomo, esto se hizo evidente. Todas las teorías y modelos para la liberación de la mujer en el Kurdistán encontraron la respuesta apropiada para su tiempo. Luchas inigualables llevaron a no rendir la voluntad al enemigo o a la dominación masculina. Fue realmente la mujer la que hizo posible que el concepto de libertad adquiriera un significado genuino. Y fue entonces cuando se hizo evidente que una sociedad en la que las mujeres no son libres, tampoco puede serlo. El estandarte de la libertad está marcado por la situación de los más oprimidos.
“Si queremos atribuir validez y significado a términos como igualdad, libertad, democracia y socialismo que no lleven a la decepción, es importante aflojar y romper con antiguos lazos relacionales”.
¿Cómo se pueden destruir estos viejos lazos sociales? Rompiendo con los hábitos memorizados e internalizados, leyendo las cosas al revés. Por ejemplo, el hábito de una clara división del trabajo. De repente, las mujeres cargaban sobre sus hombros a sus camaradas varones heridos. En el pasado, las madres enseñaban a sus hijas a tejer y bordar, pero ahora las jóvenes de Rojava (Kurdistán sirio) enseñan a sus madres a usar las armas para defenderse. Aunque la valentía era un concepto masculino en la sociedad kurda, ahora también abarca cada vez más a las mujeres. Se hace cada vez más evidente que términos como honor y belleza, que fueron determinados por prácticas patriarcales perentorias, están de hecho relacionados con la medida en que logramos crear una sociedad ético-política.
Nuestra pretensión de resolver la principal contradicción de la historia sólo ha aumentado desde la fundación de YAJK.
En 1996, en una entrevista con un periodista, Öcalan inventó la expresión “matando al hombre” (o conocido también como “matar al macho”), que más tarde se prestó a discusiones teóricas. A partir de 1996, se iniciaron los debates sobre el tema “matar al hombre”, pero no fue fácil convencer y atraer a los hombres kurdos a estos debates.
“Nuestros hombres no se aproximan a sí mismos con la intención de autoanalizarse. Ya que los hombres no parecen sentir esta necesidad, las mujeres deben desarrollar atributos de divinidad. ¿Qué significa esto? La mujer debe convertirse en fuerza de voluntad, conciencia; de hecho, en una fuerza de creación y construcción. A menos que surjan mujeres como ésta, será difícil esperar que nuestros hombres se unan”, afirmaba Abdullah Öcalan.
Más tarde, estas discusiones adquirieron un carácter más concreto. Entre 2002 y 2004, las formaciones educativas para hombres en nuestras academias de mujeres fueron muy importantes. Los hombres aprendieron sobre el conocimiento de las mujeres, sus métodos y medios para resolver problemas sociales. Los resultados de esta educación se publicaron en forma de libros. Ya no tenemos esa educación, porque este compromiso crítico con el patriarcado prevalece ahora en todas nuestras academias.
Para una nueva vida, es necesario que el hombre cuestione su relación consigo mismo, con la mujer, con todos los demás sectores de la sociedad y con la naturaleza. La culminación del proceso de transformación de las sociedades, que comenzó con las mujeres, será posible con la transformación de los hombres. Nuestra realidad histórica nos ha demostrado de manera dolorosa que con la identidad dominante y la comprensión de la masculinidad, que no es suficiente para una vida igual y libre y que, por lo tanto, es incapaz de construir correctas relaciones de amor y respeto con las mujeres, nuestros deberes hacia la humanidad no pueden quedar cumplidos.
La “teoría de la separación”, el “divorcio total” y más tarde la “Ideología de la Liberación de la Mujer” fueron conceptos teóricos y esfuerzos nuestros para superar los aspectos convertidos en hábitos de nuestros mundos mentales. Al mismo tiempo, estas consideraciones teóricas condujeron a dar el paso práctico de formar nuestro partido de mujeres, el actual PAJK. Éste fue un hito importante para nosotras, ya que constituía la necesidad más urgente para entrar en el siglo XXI con una lucha ideológica anti-sistema a un nivel superior, una que tiene también el poder de proponer sistemas nuevos, alternativos y autónomos. Era importante renovar nuestra forma, profundizar nuestra ideología, concretar nuestra lucha práctica. Tras las Eras de clases y naciones, estábamos preparadas para lanzar una Era de revoluciones femeninas. Con la formación del partido, la lucha de las mujeres en Kurdistán alcanzó una cualidad más universal. La ideología de la liberación de la mujer y la formación del partido están fuertemente vinculadas entre sí. La ideología de la liberación de la mujer debe ser universal. Sólo puede ser una ideología si crece en sus raíces y construye una conexión con el universo.
Es cierto que todo el avance hasta la formación del partido de las mujeres rompió con las formas sociales dominantes de relación entre mujeres y hombres. Pero esto no era suficiente. Es vital volver a tejer estos lazos rotos de una manera diferente. Nuestro concepto de “convivencia libre” constituye una respuesta a esta necesidad. Por explicarlo, este concepto significa recrear las relaciones entre mujeres y hombres para eliminar las nociones de pertenencia y posesión. Redefinir las nociones de reproducción y amor para no entender la reproducción como procreación, sino en el sentido de añadir sentido a la vida de diversas maneras, para entender el amor como el enfoque de la propia energía en un lugar y con un propósito. Para que esto ocurra, debemos definir valores para las mujeres y los hombres liberados.
Gracias a nuestros esfuerzos, las personas que nos rodean ya no asocian inmediatamente la unión de mujeres y hombres con la dominación o la sexualidad. Estas uniones incluyen ahora creaciones políticas, económicas y culturales. Mientras que nuestra noción de convivencia libre define las dimensiones filosóficas, nuestro sistema confederal, incluido el principio de copresidencia que aplicamos en todas las esferas de nuestro sistema, constituye los aspectos concretos de estas nuevas formas de relación entre nosotros.
Hay una sola razón por la que nuestra lucha se ha hecho tan amplia y popular: a saber, porque no retrasamos la libertad de la mujer hasta después de la revolución, sino que la convertimos en la célula madre de nuestra revolución. Por ejemplo, las mujeres son la base de nuestra noción de “nación democrática”, que anticipa la convivencia pacífica y solidaria entre diferentes culturas, etnias, grupos religiosos y sectores sociales. Esto se debe a que nuestra prioridad es liberar a la mujer como la más oprimida entre los oprimidos. Para la “modernidad democrática”, que queremos revivir para fluir y florecer de nuevo, frente a la Era de la modernidad capitalista (Öcalan las describe como dos ríos), es crucial hacer visible la resistencia de las mujeres en la historia y en el presente. Ser conscientes de la existencia de tantas luchas individuales y colectivas de mujeres en todo el mundo mientras tratábamos de hacer visible y poderosa nuestra propia lucha, no sólo nos animó. También reveló los pilares de la “modernidad democrática”. Aunque partimos de nuestras propias necesidades, ayudamos a hacer visible la lucha de las mujeres del mundo.
La idea de Öcalan de una “sociología de la libertad” es otro concepto importante para nosotras como mujeres. En una época en la que el capitalismo atribuye a la mujer una identidad en crisis, mantenemos un esfuerzo constante por resolver tales crisis en favor de las potencialidades para la libertad.
Cada día, nuestras mujeres dicen no a la llamada violencia doméstica y van a nuestros centros comunitarios, rechazan los matrimonios forzados y se unen a la lucha de la montaña contra el sistema, confían a sus camaradas mujeres sus experiencias de violaciones y violencia sexual, deciden aprender a leer y escribir, se suman a encuentros políticos y hablan en reuniones por primera vez.
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La revolución es un flujo continuo. Y, naturalmente, esta corriente no siempre es pura y clara o no es capaz de eliminar todo tipo de óxido y suciedad. Es posible que hayamos reducido la violencia contra las mujeres en nuestra comunidad, pero aún no hemos logrado poner fin a que ocurra. La relación de crisis entre los géneros a menudo conduce a la corrupción social. Como dijo el líder Apo, la enfermedad del poder y la jerarquía se cuela por las grietas sociales y a veces puede obstaculizar el funcionamiento de nuestro sistema democrático confederal. Por lo tanto, asegurar cierto tipo de igualdad entre mujeres y hombres no es suficiente en sí mismo. A menos que todas las áreas en las que se encuentran las mujeres estén llenas de libertad, los enfoques del poder y la fuerza se reproducirán y reforzarán a espaldas de las mujeres.
Pero, ¿cómo podemos eliminar estos riesgos? Dicho de otra manera, ¿seremos capaces de expresar la totalidad de estos valores y el potencial de libertad de nuestra lucha de 40 años (por ejemplo, nuestras instituciones, teoría y conciencia, el legado de nuestros mártires, etc.) en un lenguaje ético y estético para que esté al servicio de la transformación social?
Aquí es donde entra en juego Jineology. Jineology está ahí para investigar las condiciones y posibilidades de iluminar y liberar a la mujer como esencia y residuo de la sociedad, más allá de la identidad patriarcal de la mujer como objeto sexual. Es el nombre de la transformación de la mentalidad que intentamos inducir (aunque las condiciones de la guerra y la violencia a menudo no permiten que esto suceda adecuadamente), debido a nuestra creencia de que antes de que cualquier sistema pueda materializarse, se establece primero en la esfera mental. Jineology está tejiendo toda una mentalidad para llevar a cabo las siguientes tres tareas:
-En primer lugar, exponer la historia de la colonización de las mujeres. Examinemos los métodos a través de los cuales el hombre dominante ha subyugado a la mujer y las formas de resistencia de las mujeres en respuesta a esta violencia, incluyendo el seguimiento y la exhumación de los restos de las culturas matricéntricas que no pudieron ser borrados a pesar de estos esfuerzos colonizadores. En otras palabras, llegar a las células radiculares para sanar el organismo enfermo, para definir la dinámica de la revolución de la mujer.
-En segundo lugar, garantizar la libertad de las mujeres. Para ello, construimos la organización y las instituciones necesarias, como nuestras estructuras de autodefensa, nuestro sistema de copresidencia, nuestras academias, nuestro partido de mujeres, así como la organización separada y autónoma de las mujeres en el ámbito de la cultura, la fe, la diplomacia, la economía y otros. Jineology ayudará a éstas a obtener sentido y contenido. Asegurará la continuación de nuestra revolución.
-Y en tercer lugar, alcanzar un contrato social de las mujeres para una vida libre.
Volvamos a la pregunta de Leyla: ¿cómo podemos poner nuestro legado en las páginas de la historia? Definiendo lo que hemos creado. Había distancia entre la existencia y la conciencia en el pasado. Hubo períodos en los que nuestra conciencia era insuficiente o en los que era elevada, pero estábamos faltas de poder. Jineology cerrará esta brecha. Fortalecerá los pilares de la revolución de la mujer.
Quiero terminar con una cita de Sakine Cansız: “Probablemente ninguna otra revolución ha experimentado, hasta este grado, revoluciones individuales tan largas, dolorosas pero exitosas en sus partícipes. Y aquí es donde encontramos la garantía de la victoria. La humanización del socialismo, el esfuerzo, el trabajo y la paciencia para concretarlo en cada célula viviente, está cristalizando en nuestra lucha sublime. Por eso, nuestra lucha es maravillosa, atractiva y unificadora. Estoy enamorada de esta lucha”.
Texto de Zîlan Diyar | Komun Academy | Traducido por Rojava Azadi Madrid y reproducido con aprobación de Kurdistan América Latina.