Poemas de Mario Panyagua, del libro ‘Pueblerío’

A continuación presentamos una selección de poemas de Mario Panyagua (Ciudad de México, 1982), del libro Pueblerío (Malpaís Ediciones, 2017).

*

Quiere morir la sed

y la sed es el nombre de un océano

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La sed que se alimenta de la sed

es la sed que se cierne sobre el sueño

Crece la sed

Crece la angustia


*

Arando el polvo con mi voz

       asido al aire

                caigo

La sustancia del sueño

       en la nata del limbo

               queda

Logro penetrar la signatura

veo el destino revelado en las cartas de la bruja:

Al Loco y al Demonio      la Torre y el Ahorcado

la Rueda          la Muerte         el Sol (inverso)

el Emperador (oculto)

Su apeñuscada boca profetizó en los arcanos

la caída de un águila entre los pastizales

(zopilotes comiéndole las tripas

ratas que escapaban con plumas en su hocico)

Se arrojó para morir

de cara al suelo

No precisó

ni víbora

ni liebre 

Enrojeció las sombras

Vi cómo explotó contra la tierra

Reveló


*

La ciudad tiene la forma          de un corazón

      a punto del infarto

Ciudad ritmo de fábrica

Metrópoli quimera       tóxica

       mítica

 

Tus jardines son el recortado vello

de una mujer madura

Tus parques equivalen

a una manzana cuadrada

En este rincón       las telarañas

tu retorno del ensueño han postergado

Yo ansío tu piel de marzo

Tu extraordinario explotar de jacarandas

de bugambilias y de floripondios

bajo los chaparrones meteóricos que alborotan

el sopor de las dos de la tarde

Ciudad cercada por intrincado lomerío

Lenguas kilométricas de cemento te surcan

edificaciones        más estiradas que los ricos

cercadas por barrios perezosos

vestidos           con el traje de diario:

       la pobreza

Tus cables adornados         por difuntos zapatos

y grises coconitas

son necesarios para teñirte de tristeza

Tus barruntados ocasos golpean tu cascarón

ígneo y desconchado

oh mi urbe       de tomadera y chingadazos

Capital de bodas de barriada           y bodas

de “realezas” televisadas

Ciudad adormecida

bajo la luz amarilla que se derrama en las baldosas

arrullada por el canto de los patrulleros

y el humo de la droga

En ti (por ser ciudad) desarrollé ojos en la espalda

En tus banquetas duermen niños abandonados

En cada esquina se tambalea un borracho

       con un puño de historias

Pare el día tu rumor de mercado

y embaraza la noche tu canción de cantina

Tu corazón oxidado          de fierro y piedra

       enlazo a

mi canto que se eleva al vapor de los vertederos

Me sobrevivirás

En tu carne de pantano meterán mi cadáver

        eslabonando un tiempo sin orillas

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