“Los mexicanos somos los primeros divulgadores de la generación beat en español”: José Vicente Anaya en entrevista

A propósito de la tercera edición de su libro 'Los poetas que ayeron del cielo'

El pasado abril se presentó en la Casa del Poeta Ramón López Velarde, en la CDMX, la tercera edición —corregida y aumentada— del ya icónico libro Los poetas que cayeron del cielo. La generación beat comentada y en su propia voz del poeta y ensayista José Vicente Anaya. Este libro es ya un referente indispensable para aproximarse a esta destacada generación de poetas estadounidenses del siglo XX. Una generación caracterizada por su espíritu de libertad y rebeldía en contra del statu quo. Compuesta por más de 60 poetas —mujeres y hombres— entre los cuales se destacan nombres como Allen Ginsberg, William Burroughs o Jack Kerouac, los beatniks han tenido una gran influencia en generaciones posteriores de jóvenes artistas.

Previo a la presentación de Los poetas que cayeron del cielo, en donde se explora los múltiples rostros de esta generación, el autor José Vicente Anaya conversó sobre su libro —para El Golem Tv —. A continuación reproducimos esta conversación sobre la generación beat y el papel de México en la divulgación de esta poesía.

¿Podría hablarnos en términos generales sobre Los poetas que cayeron del cielo?

Principalmente es un estudio sobre la generación beat. En el sentido de tener o propiciar información histórica de cómo el grupo se fue formando en los Estados Unidos y las características particulares que nos hacen verlo. He pensado en los últimos años que son poetas que conforman una verdadera vanguardia, porque literalmente lo fueron, en el sentido de que lanzaron nuevas propuestas tanto en la estructura de la poesía, como en la vivencia de la poesía y en las formas de creación poética…

Principalmente Los poetas que cayeron del cielo es un estudio y una muestra de algunos de los autores —hombres y mujeres— que formaron el grupo. Además de que el libro posee una gran cantidad de información extra de los mismos beats. Yo lo subtitulé “La generación beat comentada y en su propia voz”, la idea de “comentada” tiene que ver con mi voz, es decir, lo que comento de ella, pero también presenta lo que ellos dicen de sí mismos, quise que se pudiera conocer lo que ellos hablaban de sí mismos, tanto de la propia persona como de los otros compañeros de la generación.

¿Cuáles fueron las inquietudes para que desarrollara este trabajo?

Creo que empezó de manera no pensada. Primero por ir acumulando una bibliografía de todos ellos y luego por interesarme en traducirlos. Los primeros que traduje fueron a Allen Ginsberg —especialmente su Aullido y otros poemas—, después a Marge Piercy y a Gregory Corso. Luego fui traduciendo poemas aislados de muchos de ellos, de tal manera que a lo largo de un tiempo de hacer estas traducciones, llegué a pensar que era necesario que hubiera un libro que diera mucho más información sobre la generación beat. Y eso fue lo que me llevó a seguir leyendo, seguir traduciendo, seguir comprando libros de ellos.

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La primera ocasión que me hice de una buena cantidad de libros de los beats, fue el regalo de un amigo muy querido de la contracultura de California, Víctor Zamudio Taylor, que entre otras cosas fue discípulo de Herbert Marcuse cuando éste daba clases en la Universidad de San Diego. Nos hicimos amigos por interferencia de otra amiga en común, Mabel Conde. Cuando él conoció mi poesía, estando yo en Tijuana, un día me llega con un maravilloso regalo: prácticamente una bolsa llena de libros de la generación beat, casi cien libros. Ese regalo fue la primera acumulación de mi bibliografía.

Llegué a pensar que era necesario que hubiera un libro que diera mucho más información sobre la generación beat

De ahí en adelante, como he viajado mucho a California para ver a mi familia (como a San Diego, Los Ángeles y San Francisco) donde tengo igualmente amigos y amigas, en cada viaje era asistir a las librerías, algunas las he conocido perfectamente. Siempre existe la maravilla de encontrar libros —a veces incluso agotados— de los beats. Esto hizo que fuera conociendo más y más, y traduciendo más y más. Periódicamente yo llegué a publicar los poemas que traducía, y las notas que escribía sobre cada uno de ellos en la prensa, en los suplementos culturales. Muy tempranamente en aquel periódico llamado Uno más Uno, que durante un tiempo fue un buen periódico, creo que ya desapareció y si no desapareció se convirtió en un periódico pésimo.  Pero cuando era un buen periódico tenía un suplemento cultural que salía los sábados, con el nombre de Sábado. Yo fui colaborador casi permanente de ese suplemento y del diario también. Después, cuando las cosas en el periodismo fueron cambiando, me pasé a La Jornada. Tengo una trayectoria de haber estado en periódicos muy vivos, muy activos, muy críticos y que han sido la base donde yo estuve dando a conocer mis trabajos sobre la generación beat, hasta que todo ese trabajo llegó a acumularse tanto que lo comencé a formar en términos de libro y para el cual escribí un largo ensayo que ahora es, digamos, la introducción al libro, sobre la historia de esa generación de poetas.

 

¿Cuál fue la influencia de los beats para su generación?

Hubo una influencia, pero no de hacer una poesía como ellos, sino de tener inquietudes como ellos las tuvieron. En el sentido de los cambios sociales. Pero mi generación, yo la ubicaría como a mis veinte o veintiun años, es la de 1968, cuando yo entré a esudiar soliología en la UNAM. Para mí y mis amigos fue un tiempo de formarnos en la crítica social —y también literaria— con grandes autores como Herbert Marcuse, Theodor Adorno, Walter Benjamin, Simone de Beauvoir, Sartre, Albert Camus, etcétera.

Era una cantidad de autores que contribuyeron a nuestros ímpetus de querer cambiar la historia, y el mundo, en términos de rebeldía. A eso se suma la generación beat, porque no fueon sólo los beats, fue el ambiente de los años sesenta, que estaba muy vivo en el mundo. Los que mencioné antes (Sartre, Simone de Beauvoir, Camus y la  Escuela de Frankfurt con Marcuse a la cabeza) eran autores muy leídos y muy queridos.

Todo eso traía la búsqueda de grandes cambios, y dentro de eso, generacionalmente, los beats asentaron la base para que los más jóvenes siguieran buscando nuevas ideas
Yo entré a estudiar la carrera de sociología —no a letras— cuando llegué a México, ahí era un sitio donde se discutían todos esos autores muy vivos, muy activos, muy críticos. Creo que me tocó la suerte formarme en una atmósfera literaria e intelectual de búsquedas de grandes cambios, esto hizo que el mundo fuera llevado a las rebeliones, a los movimientos estudiantiles que estaban por todo el mundo, toda América Latina (Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Centro América) por decir algo. Incluso el Oriente, en Japón las rebeliones juveniles era muy determinantes. En todo Europa y los Estados Unidos. Todo eso traía la búsqueda de grandes cambios, y dentro de eso, generacionalmente, los beats asentaron la base para que los más jóvenes siguieran buscando nuevas ideas a través de estas formas de rebelión contra el statu quo, por ejemplo, así se gesta la generación del jipismo.

No hay que olvidar el rock. Las letras del rock, sobre todo de música y de músicos como los Rolling Stone, los Doors, los Beatles, Bob Dylan, Donovan… Sus letras eran poéticas. Muchos de ellos fueron amigos de los beats. Bob Dylan muchas veces aparece junto a Ginsberg en manifestaciones, festivales y presentaciones ante el público… Todo eso viene de alguna manera propiciado por las inquietudes de este grupo de poetas y podríamos incluso —aunque no está dentro de mi libro ni dentro de mi tema— encontrar que también hubo grandes cambios de los pintores de Estados Unidos, como una nueva revolución de la pintura y el arte gráfico, también el teatro y el cine, en realidad todas estas inquietudes de cambio permearon todo el quehacer social político y artístico en muchas partes del mundo y, por supuesto, México  no estuvo ausente de esto.

En México, paralelo a estas inquietudes, Sergio Mondragón y Margaret Randall fundaron una gran revista de poesía: El corno emplumado. Yo diría que a México, a nosotros los mexicanos, nos correspondió ser los primeros que divulgamos la poesía de la generación beat. Cada poeta beat recién acababa de escribir un poema se lo mandaba a Margaret o a Sergio y al poco rato aparecía publicado —a veces bilingüe o a veces solo la traducción— en el Corno emplumado. Y el Corno circulaba por toda América Latina.

Es muy importante recordar a El corno emplumando dentro de este contexto para nosotros los mexicanos. Me parece que es un asunto de mucho orgullo saber que los mexicanos somos los divulgadores de la generación beat en español. No fueron los españoles que estaban lejos de eso, porque vivían la dictadura del fascismo del dictador Franco. Ni tampoco América Latina, en el sur, donde también estaban viviendo imposiciones de la política de derecha en que los militares daban golpes de estado a vada rato.

Hubo un tiempo en que creían que los beats eran sólo tres o cuatro: Ginsberg, Kerouac, Burroughs y luego le daban chance a algún otro como Ferlingheti o Corso.


¿Cuáles son las diferencias entre la primera edición y ésta nueva?

La primera diferencia es que algunos errores fueron corregidos, y aumentó —por esto es “corregida y aumentada”— casi como ochenta páginas más. Después de que aparecieron la primera y segunda edición, en la prensa y en las redes se discutieron algunos temas. Hubo gente que me atacó diciendo que yo soy mentiroso, que exageraba al decir que los beats fueron más de 60 y que hubo muchas mujeres. Yo respondí inmediatamente y demostré que los que mentían eran esas personas, y es que esta idea de que no puede haber tantos beats, ahora está demostrado —mi libro lo demuestra y otros autores y libros. Hubo un tiempo en que creían que los beats eran sólo tres o cuatro: Ginsberg, Kerouac, Burroughs y luego le daban chance a algún otro como Ferlingheti o Corso. Creían que esos tres o cuatro formaban la generación beat, pero eso fue un cliché, una mentira, producto de que sólo se conocían tres autores en español. Mi libro contribuyó a descubrir eso. Y sobre todo, el asunto de las mujeres beats, que son más de treinta. Yo incluyo en mi libro a unas siete mujeres con sus datos y muestra de su poesía, y especialmente escribí un largo ensayo dedicado a ellas.

 

 


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