¿Qué pasó ayer? Por qué ganó Trump?
8 de noviembre 2016. Guste o no, ésta fecha entrará en los libros de historia. El día en que Barack Obama, el primer afroamericano en la Casa Blanca, se ve obligado a pasar la estafeta a Donald Trump.
Personalmente frente a todo esto me sentí sorprendido y decepcionado. Y vaya que he vivido varios procesos electorales y hasta creía haber hecho callo a ciertas emociones. La incredulidad fue tan grande que por horas quedé pegado a la computadora y a la televisión con la esperanza de un coup de teatre, un milagro que revirtiera la tendencia y permitiera a Hillary remontar la desventaja. Una vez que me resigné a la victoria de Trump me tardé en dormir. Hoy todavía ando desvelado. Y estoy seguro que millones de mexicanos han de sentirse como yo.
Pero hoy es el día de las reflexiones y de los análisis. Lo confieso: en este clima no logro ser totalmente lúcido. Las intuiciones se mezclan a los sentimientos, la lógica al coraje. Es por eso que, por ayudarme a poner orden, he decidido organizar mis consideraciones en cuatro preguntas fundamentales.
1- ¿Por qué ganó Trump?
Porque fue el centro de la elección. Fue quien marcó la agenda. Quien mejor conectó con el descontento de la gente. Quien pulverizó a su competencia al interior del Partido Republicano. El que obligó a que Obama se metiera en primera persona en la campaña (algo nunca visto antes y probablemente inapropiado por parte de un Presidente). La elección no fue entre Hillary y Trump, fue entre el sí y el no a Trump. La contienda fue muy clara: Trump, candidato fuerte de un partido débil, contra Hillary, candidata débil de un partido fuerte. El resultado ya estaba escrito. ¿Cómo fue que no nos dimos cuenta antes?
2- ¿Qué significa Trump para los mexicanos?
La aparición del magnate republicano ha provocado un efecto imprevisto: los mexicanos volvieron a sentir el orgullo de su propia identidad. En nombre de esto todos fueron contra Trump. Lo fue el PRI (menos Peña Nieto, pero esta es otra historia), el PAN, el Senado, las izquierdas, las televisoras, las redes sociales, los académicos; México volvió a sentir el gusto de ser un país nacionalista pero, también, conformista.
3- ¿Qué debemos de temer?
Ahora una de las principales preguntas que todo mundo se hace es si Trump hará de verdad lo que prometió. ¿Construirá el muro? ¿Deportará los migrantes? ¿Cancelará el Tratado de Libre Comercio? No sabemos y tenemos cuatro años para verlo. Pero es cierto que Trump representa una derecha arrogante, intolerante e irrespetuosa de las reglas, que piensa más en evadir los impuestos que al futuro de su país. Hace muchos años un maestro del periodismo como Indro Montanelli definió una derecha parecida como una enfermedad, de aquellas que se curan con la vacuna. Parafraseando, lo que se necesita es una robusta inyección de Trump en la Casa Blanca, en el Congreso, en la Corte Suprema. Sólo después estaremos inmunes. Ojalá de veras sea así.
4- ¿En qué reponer las esperanzas para el futuro?
Es prematuro decirlo. Todavía nuestros jugos gástricos están ocupados en la difícil digestión del resultado de anoche. Por cierto, el Partido Demócrata necesita hacer autocrítica para entender lo que no funcionó de su campaña. Pero no todos los demócratas hoy están de luto. Hay una que (en secreto) celebra el resultado: Michelle Obama. Tendrá que esperar cuatro años menos para que llegue su momento.
Nos vemos en 2020.